El oficio del diácono y la diaconisa

El diaconado entre los Discípulos de Cristo

Por Lucas Torres, Pastor Nacional para Ministerios Hispanos, 1992-1999.

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I. El Diaconado en la Biblia

La palabra diaconado es una transliteración de la raíz griega diakon. Aparece en tres palabras del Nuevo Testamento: diakónein (el verbo “servir”); diákonos (el nombre “servidor”); y diakonía (la posición de aquellos que sirven o el diaconado).

El término se usa en el sentido general de servir en las mesas, como en la historia de Marta y María (Lucas 10.38-42). Pero Jesús amplió el sentido de la palabra cuando dijo “el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás…” (Mateo 20.26).

El Apóstol Pablo elabora aun más el significado nuevo del término. En 2 Corintios 5.17-18 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaran; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio (diakonía) de la reconciliación.” Diakonía para Pablo era servicio, ministerio, y se refiere a sí mismo como un diákonos (2 Corintios 6.3,4; Colosenses 1.24-25).

Tempranamente la iglesia estableció el cargo de diácono. En Hechos 6.1-5 la iglesia comisionó a siente miembros para la distribución de alimentos y otros auxilios a las viudas.

Es de crucial importancia notar que hombres y mujeres servían en este importante ministerio en la Iglesia Primitiva. Tanto los hombres como las mujeres se mencionan en las instrucciones que se la da al diaconado en 1 Timoteo 3.8-13. En Romanos 16.1 Pablo indica: “Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa en la iglesia de Cencreas.” Esto concuerda con lo que Pablo enseña en Gálatas 3.28: “Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Al principio habrá confusión en cuanto a la correcta traducción de la palabra se usaba diáconos y diaconisa pero ahora, la Nueva Versión Revisada de la Biblia Reina Valera la palabra diákonos se traduce como diácono tanto para hombres como para mujeres.

II. Características de un Diácono

Una publicación de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) “Usted como Diácono de la Iglesia”, Christian Board of Publication, St. Louis, MO enumera las siguientes características de un diácono:

  1. Un espíritu de amor. Toda característica espiritual es importante, pero “si no tenemos amor, de nada nos sirve”, dice el Apóstol Pablo. (1 Corintios 13)
  2. Un espíritu de compromiso. Los diáconos deben ser los miembros más dedicados de la iglesia. Las asignaciones que se les hacen deben tomarlas con toda seriedad y buena disposición de trabajo; no se puede concebir en diácono que acostumbra faltar a la iglesia por cualquier razón, o que no ayuda a sostener la obra con sus diezmos y ofrendas. Un diácono debe estar comprometido a apoyar el programa total de la iglesia.
  3. Un espíritu de dar. Jesús dijo: “Donde estuviese vuestro tesoro allí estará vuestro corazón”. Como se indicó antes, un diácono es un mayordomo fiel y consagrado de su tiempo y sus bienes materiales.
  4. Un espíritu de cooperación y respeto. El trabajo del diácono es en colaboración con otros. Aunque no siempre ha de esperarse que todos estén de acuerdo en todo, no obstante, el cuerpo de diáconos debe mostrar siempre un sentido de disciplina basado en el respeto mutuo y el amor por la Obra y el mandato de Cristo.
  5. Un espíritu de apoyo. Íntimamente conectada con la característica anterior, el diácono debe observar un sentido de apoyo y respaldo al liderato de la iglesia, a los ancianos y otros oficiales, y sobre todo al pastor.
  6. Un espíritu de imparcialidad. El diácono debe estar receptivo a nuevas ideas y nuevas formas de ministerio, abierto a crecer siempre, estudiando la Biblia, leyendo libros importantes, asistiendo a seminarios y talleres, para desarrollar mayores destrezas de liderato. Lo importante es dejar atrás la actitud tan generalizada de que “esto siempre se ha hecho así”, y que es promotora de estancamiento y parálisis.

III. Funciones del Diaconado

  1. Aceptar de buen grado y ejecutar tareas de servicio a la iglesia, sus miembros y la comunidad. Los diáconos deben verse a sí mismos como coadjutores que se desempeñan funciones de apoyo al programa general. Como tales ofrecerán sus servicios a los comités de trabajo de la congregación en las diferentes aéreas de ministerio: evangelismo, educación cristiana, adoración, acción social, misiones, propiedad, etc. En esta función, el diaconado se pone a la disposición de los comités o departamentos de la iglesia, para ofrecer servicios auxiliares en diferentes áreas.
  2. Servir a aquellos que están en necesidad. Usando Hechos 6.1-5 como modelo, algunas congregaciones organizan a los diáconos para administrar fondos y actividades de beneficencia que ayuden a los más necesitados.
  3. Servir en la Mesa de Comunión y otros eventos litúrgicos. Servir en la mesa es un verdadero ministerio, que debe realizarse con digna solemnidad. Esto debe incluir el servicio, tanto como la preparación previa y cuidado de los equipos. Esta importante función debe extenderse a la visita de los enfermos y ancianos que no pueden asistir a la iglesia, a quienes deben administrárseles la Santa Cena con regularidad. Otros importantes servicios que los diáconos realizan son: colectar las ofrendas, recepción de asistentes al culto, registro de visitantes y acomodo de asistentes al culto. (Estas funciones pueden delegarse en un cuerpo de ujieres que no tienen que ocupar necesariamente el cargo de diáconos). En adición, otros eventos litúrgicos de gran importancia son: auxiliar en los bautismos, bodas y servicios funerales. En todas estas funciones los diáconos deben realizar sus responsabilidades en espíritu de oración y consagración, sabiendo que es un servicio al Señor.

Author: Pablo Jiménez

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es pastor, conferenciante, escritor, editor de libros teológicos y profesor en el área de teología pastoral, particularmente de homilética y predicación.