Verdaderamente – Una confesión inesperada al pie de la cruz

Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios – escuche el testimonio del Centurión que ejecutó a Jesús – Marcos 15.39.

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“Yo no buscaba a Dios. Era centurión romano, endurecido por la guerra, habituado al castigo y la muerte. Pero esa madrugada todo cambió. Nos avisaron que los líderes judíos habían arrestado a un tal Jesús de Nazaret. Lo acusaban de blasfemia, pero querían que nosotros, los romanos, lo matáramos. Pilato, irritado por la presión política, nos lo entregó para castigo. Nunca imaginé lo que ese día me enseñaría.

Azotamos a Jesús brutalmente. Su cuerpo sangraba por los golpes, su piel abierta por los látigos con huesos y metal. Lo humillamos, burlándonos de su supuesto reinado, colocándole una corona de espinas. Cuando lo llevamos al Gólgota, apenas podía caminar. Obligamos a un tal Simón de Cirene a cargar su cruz. Lo crucificamos en una roca manchada de muerte. Tres clavos lo fijaron al madero.

Pero lo que vino después trastocó mi mundo. Desde la cruz, Jesús habló… ¡oró por nosotros! “Padre, perdónalos”, dijo. Aún colgado, mostró compasión por un ladrón arrepentido y por su madre. Pronunció palabras de amor, esperanza y abandono. “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” clamó, revelando su angustia.

A las tres de la tarde, la tierra tembló y el cielo se oscureció. Todo Jerusalén quedó en silencio. Entonces, gritó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. No fue un susurro, fue un grito poderoso. Y yo, un verdugo endurecido, no pude más.

Lo que vi no fue simplemente la muerte de un hombre. Fue algo sobrenatural. Fue amor encarnado, crucificado. Allí, al pie de esa cruz, mi corazón de soldado se quebró. Entendí lo que ni los sacerdotes ni la multitud comprendieron.

Por eso, sin temor, con el alma al descubierto, confesé lo que ahora sé con certeza: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.”

Ese día no solo ejecutamos a un inocente. Presenciamos el acto más grande de amor que el mundo haya visto.

Y yo, un centurión romano, me convertí en el primer testigo de esa verdad eterna.”

Verdaderamente
Verdaderamente este hombre era hijo de Dios
La confesión del Centurión
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Author: Pablo Jiménez

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es pastor, conferenciante, escritor, editor de libros teológicos y profesor en el área de teología pastoral, particularmente de homilética y predicación.