Discipulado y Educación Teológica

Discipulado y educación teológica es un meditación sobre la curación de Bartimeo, Marcos 10.46-53, enfocado en la formación espiritual.

©Pablo A. Jiménez

Las historias de milagro revelan el poder y la misericordia de Dios. Sin embargo, Marcos 10.46-52 es mucho más que una historia de milagros; es un relato sobre el discipulado cristiano.

Sabemos esto porque en dos ocasiones encontramos en el texto la palabra “camino” (gr. “hodos”, vv 46 y 52) y en otra ocasión el verbo “seguir” (gr. “akolutheö”). Aquí vemos, pues, la frase distintiva que Marcos emplea para describir el discipulado: seguir a Jesús en el camino.

Esta es también la última narración antes de la “Entrada Triunfal” de Jesús a Jerusalén ( Mr 11.1-11). El Galileo entra a Jerusalén para enfrentar la cruz. Por lo tanto, este es un texto clave para entender el discipulado en Marcos.

Cuando Jesús llega a la ciudad de Jericó encuentra que, a la vera del camino de esa ciudad turística, hay personas pobres pidiendo limosnas (10.46). En el judaísmo, dar a los pobres es un “mitzvá”, es una buena acción. Por lo tanto, en la teología rabínica judía los mendigos eran importantes porque permitían que las personas adineradas acumularan “mitzvoth”, buenas acciones que acumulan méritos para la salvación. Por eso Jesús encuentra al borde de la carretera una larga fila de mendigos con diferentes dolencias.

Pero hay un hombre que se destaca, llamado Bartimeo. Siempre me ha llamado la atención que el texto diga “Bartimeo, hijo de Timeo” (v. 46) ya que “Bar” significa “el hijo de.” La experiencia nos enseña que nuestras comunidades tratan de manera diferente a las personas que tienen problemas mentales y dolencias graves. Generalmente no se les llama por sus nombres propios sino por apodos basados ​​en sus dolencias o en sus relaciones familiares. Este hombre probablemente tenía otro nombre, que desconocemos. Lo llamaban “el hijo de Timeo” porque era “invisible” para la comunidad; era considerado “el otro”.

Bartimeo escucha que Jesús se acerca. Como la fama de Jesús ha crecido, el Galileo camina rodeado por un gran séquito de personas. Bartimeo escucha que Jesús viene caminando y comienza a gritar: “Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”

Queda claro que su teología es defectuosa. Sí, Jesús es “Hijo de David”, pero no necesariamente de la manera militarista que muchos esperaban durante el Primer Siglo. Bartimeo no llama a Jesús “el Cristo” ni “el Mesías”, lo que sería mucho más correcto en términos teológicos. Bartimeo tiene una idea de quién es Jesús, pero necesita una mejor teología para comprender plenamente su identidad divina.

Marcos 10.46-52 sugiere otro tema importante para el discipulado, a saber, cómo los discípulos trataban “al otro”. De acuerdo al texto, los discípulos reprenden a Bartimeo, impidiendo que se acerque a Jesús (v. 48). Aquí Marcos emplea el verbo griego “epitimaö”, el mismo que en otras partes del Evangelio se traduce como reprender espíritus inmundos y expulsar demonios. (vv. 1.25, 4.39, 9.25) ¿Están los discípulos tratando a Bartimeo como si estuviera endemoniado? ¿Lo rechazan porque piensan, siguiendo la teología rabínica de la época, que su enfermedad es una segura señal de pecado y, por lo tanto, una razón válida para la exclusión?

El hecho es que los discípulos bloquean el acceso de Bartimeo a Jesús. Y creo que esto fue una prueba de fe. Jesús le dio un “examen” a sus discípulos. ¿Habían aprendido algo? ¿Habían entendido la misión de Jesús?

Si leemos Marcos con detenimiento, nos damos cuenta de que no, los discípulos no habían comprendido a Jesús. Por ejemplo, en el capítulo 10 encontramos varias historias que demuestran la confusión de los discípulos, como cuando discuten sobre quién iba a ser “mayor” en el reino (10.35-45). Por eso Jesús prueba la fe de sus discípulos, prueba que fallaron malamente cuando le dijeron al mendigo: “No hay gracia para ti”.

  • Eres demasiado pobre.
  • Estás demasiado enfermo.
  • Quizás estás endemoniado.
  • Eres “el otro”.
  • ¡Te reprendemos, en el nombre de Jesús!
Discipulado
educación teológica
Marcos 10.52
Marcos 10.52

Pero Jesús tenía otros planes. Por eso llama a sus discípulos y les ordena que fueran a traer al ciego. Siguiendo las instrucciones del Maestro Galileo, los discípulos van a donde el mismo hombre que previamente habían rechazado, excluido y demonizado. Y le dicen: “¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!” (v. 49) Notemos cómo ha cambiado el rol de los discípulos: ¡En lugar de bloquear el acceso, ahora están facilitando el acceso a Jesús!

Bartimeo responde haciendo dos cosas que demuestran claramente su entusiasmo. En primer lugar, arroja su túnica (v. 50), que probablemente estaba usando para recoger las monedas que la gente le daba. Me imagino la túnica volando por el aire, las monedas cayendo al suelo, y los otros mendigos luchando por el dinero fácil.

Bartimeo se pone en pie y se dirige a Jesús, quien procede a hacerle otra prueba de fe, preguntando: “¿Qué quieres que haga por ti?” (v. 51). El mendigo responde: “Maestro, quiero recobrar la vista” (literalmente, “ver de nuevo, gr. ” Anablepö “). Por lo tanto, el mendigo pide el don de la visión.

Recordemos que los discípulos no entendían claramente quién era Jesús. ¿Por qué? Porque carecían de visión. Bartimeo pide visión y la recibe. Y su visión, en muchos sentidos, era más clara que la visión de los discípulos.

Jesús le dice al hombre sanado que podría irse. Ahora Bartimeo podía volver a casa. Podía volver a su familia, conseguir un trabajo y volver a formar parte de la comunidad. Pero este hombre elige otro camino. Él decide seguir “a Jesús en el camino” (v. 52). Es decir, toma la opción de seguir al Galileo en el camino a la cruz.

La educación teológica es una expresión del discipulado cristiano, pero a un un nivel más alto. De muchas maneras, la educación teológica comienza el día en que alguien nos dice: “Jesucristo es el SEÑOR”. Por esta razón, podemos afirmar que existe una clara continuidad entre el evangelismo, la educación cristiana, la formación espiritual y la educación teológica. En este sentido, todo lo que hacemos en una escuela de teología, incluso a nivel doctoral, no es más que una modalidad del discipulado cristiano.

Aquellas personas que estamos involucradas en la educación teológica jugamos un papel similar al de los discípulos de Jesús en este texto: Dios nos llama a facilitar el acceso de los demás a Jesús. Para cumplir este papel con fidelidad debemos recordar a quién Jesús está llamando.

  • Jesús llama a personas con teología defectuosa.
  • Jesús llama a personas de reputación dudosa.
  • Jesús llama a personas totalmente diferentes a nosotros.

Pero esas personas claman por Jesús. Y ustedes y yo tenemos la oportunidad de recibirlas en la comunidad cristiana y de discipularlas en la fe. Y quienes vengan a los pies de Cristo tendrán la maravillosa oportunidad de sufrir por Jesús, acompañándole en el camino a la cruz.

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.

Use el siguiente formato para citar este artículo:

Pablo A. Jiménez, “Educación teológica como discipulado”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2017/05/17/discipulado-educacion-teologica/

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Las bellas artes en la Iglesia

Un breve ensayo sobre el aporte de la iglesia, en sus diversas expresiones, a las bellas artes en la cultura puertorriqueña.


Las Iglesias evangélicas, protestantes y católicas hacen grandes aportes a la cultura, aportes que en muchas ocasiones pasan desapercibidos.

Todos los años, las Iglesias reparten alimentos, ropa, y donativos en efectivo a miles de familias en necesidad. Otras Iglesias aún ofrecen becas de estudio para personas jóvenes, tanto al nivel de escuela superior como al nivel universitario. Y no podemos olvidar el rol pacificador que tiene la presencia de nuestras Iglesias aún en las comunidades más violentas del país. La Iglesia está presente hasta en los barrios donde la Policía lo piensa dos veces antes de entrar.

Ahora bien, en esta ocasión deseo tomar otro camino, ofreciendo algunas perspectivas sobre los aportes de la Iglesia a nuestra cultura. En particular, deseo hablar sobre la contribución que hacen las Iglesias a la enseñanza de las bellas artes en Puerto Rico.

Es de todos sabido que el sistema educativo en Puerto Rico pasa por una grave crisis. Esa crisis tiene ribetes financieros, aunque en el fondo es un problema sistémico. Y una de las manifestaciones más claras de la crisis es la reducida oferta de cursos relacionados a las bellas artes en las escuelas públicas del país.

A la hora de recortar programas, los primeros cursos que se eliminan son aquellos relacionados al deporte y a las bellas artes. Esto se debe a que los sistemas educativos en la cultura occidental siguen una pirámide educativa, una jerarquía que privilegia los cursos relacionados a las ciencias y las matemáticas mientras menosprecia las bellas artes y los deportes.

Para decirlo con mayor claridad, la mayor parte de nuestras escuelas —tanto públicas como privadas— ofrecen muy pocas oportunidades para que nuestros estudiantes aprendan música, teatro, danza, dibujo y arte visual.

Debemos reconocer que las Iglesias han tratado de responder a este problema social ofreciendo, la mayor parte de las veces de forma gratuita, cursos y talleres en estas áreas. Es en la iglesia que mucha gente aprende a cantar, a tocar instrumentos musicales y a apreciar la música. Muchas Iglesias también ofrecen clases de arte, ayudando a la juventud a conocer el mundo del dibujo y la pintura. Del mismo modo, las Iglesias también tienen grupos de teatro donde nuestra juventud disfruta por primera vez de la oportunidad de actuar.

Y los aportes no terminan ahí. Nuestra cultura ha entrado al mundo digital y nuestras Iglesias no se están quedando atrás. Por eso, es en la Iglesia donde muchos jóvenes se enfrentan por primera vez a una consola de sonido. Del mismo modo, es en la Iglesia donde muchas personas jóvenes aprenden los rudimentos de la producción de vídeo y de la transmisión de vídeo por Internet.

Por eso, afirmo que las Iglesias puertorriqueñas están haciendo un aporte incalculable a la educación de la juventud puertorriqueña, subsanando algunas de las deficiencias que aquejan al sistema educativo del país.

Puedo decir con orgullo que la Iglesia local donde serví como pastor por 10 años ha sido un vivo ejemplo de lo que estoy argumentando. Por décadas, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) [ICDC] en Espinosa ha fomentado la enseñanza de las bellas artes en sus diversos programas educativos para la niñez y la juventud. Éstas dimensiones estéticas enriquecen la vida de nuestro pueblo.

En particular, deseo destacar su Ministerio de Arte Dramático, el cual presenta dos o tres obras cada año. En ese ministerio participan personas de otras Iglesias locales de la comunidad, lo que permite que las obras teatrales sean representadas en otras comunidades aledañas. En este ministerio participan adolescentes, jóvenes, personas adultas y hasta personas de la tercera edad.

Muchas de las obras representadas por el Ministerio de Arte Dramático han sido escritas por personas que forman parte de la ICDC en Espinosa, congregación que ha producido toda una serie de poetas, muchos de los cuales han publicado parte de su obra.

La buena noticia es que la ICDC Espinosa no es la excepción, sino la regla. Cada Navidad y cada Semana Santa, centenares de Iglesias en Puerto Rico presentan dramas, cantatas y otras representaciones visuales del Evangelio. Proclaman el Evangelio no sólo por la palabra, sino también por medio del arte, de la música, de la danza, de la poesía y de la actuación.

Damos, pues, gracias a Dios por estos aportes culturales de la Iglesia Cristiana al país y a la sociedad.

Las Bellas Artes & la Iglesia
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Un país de crucificados

Un país de crucificados es un breve ensayo de teología pastoral enfocado en la situación social de Puerto Rico.

La violencia que arropa a Puerto Rico continúa rampante. Y no podemos esperar otra cosa. Vivimos en un país inmerso en una grave crisis de valores y no hay un plan ciudadano para lidiar con este problema. En una cultura donde mucha gente entiende que no hay nada inherentemente bueno o malo, es imposible hablar de valores de manera coherente.

Hace unos años una periodista le preguntó al entonces Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, qué planeaba hacer para detener el crimen durante la Semana Santa. El funcionario contestó como pudo, diciendo que había suspendido las vacaciones de sus agentes y que iban a vigilar las playas. Sin embargo, lo que debió responder es que la Policía no puede detener el crimen. Si bien puede tomar algunas medidas preventivas, no puede evitar que una persona anide el deseo de hacer el mal.

Pensar que la Policía es quien debe educar al pueblo sobre lo correcto y lo incorrecto es un grave error. El rol de esa entidad es mantener el orden y tratar de atrapar a los criminales. No le toca a la Policía hablar de valores. La enseñanza de valores es parcela del hogar, la escuela, la iglesia y otras organizaciones ciudadanas. Y para esto necesitamos hacer alianzas ciudadanas y frentes amplios, dejando atrás las divisiones que nos impiden trabajar en armonía.

Y esto se hace imperioso porque vivimos en un país lleno de personas crucificadas.

  • La violencia de género ha alcanzado niveles exorbitantes. Las mujeres están llevando la peor parte, victimizadas hasta por sus propias parejas.
  • La violencia contra la niñez también nos sorprende, con asesinatos impunes y casos horribles de abuso sexual.
  • Y a esto añádale otros actos de violencia contra personas de la tercera edad, personas con necesidades especiales y personas homosexuales y transexuales. Lo que es más, hasta los criminales son víctimas de su propia maldad. Los muchachos dedicados al narcotráfico saben que su vida pende de un hilo y que difícilmente llegarán a los 30 años. Viven con la muerte comprada.

Jesús de Nazaret fue asesinado por un imperio opresivo, en una colonia romana, acusado de sedición y blasfemia. La muerte del Inocente por excelencia denuncia todas las muertes. Jesús murió para desenmascarar el pecado y evitar la muerte de otras personas inocentes. La cruz representa la muerte para evitar todas las muertes.

Jesús, pues, se identifica con todas las personas «crucificadas» de nuestra sociedad. En un país de crucificados, la cruz de Jesús es cada día más pertinente. Jesús está «con-crucificado» con las víctimas de la violencia de la sociedad puertorriqueña.

Ya es hora de que las Iglesias de todas las denominaciones tomemos en serio la enseñanza de valores, la educación para la paz y la denuncia del crimen. Tronamos en contra de los juegos de azar, pero callamos ante la violencia. Y nuestro silencio nos convierte en cómplices de la maldad.

Es hora, pues, de seguir el ejemplo de Jesús, en toda su radicalidad. Como dice Hebreos 13:13: «Vayamos, pues, con Jesús, fuera del campamento, y suframos la misma deshonra que él sufrió».

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Panel sobre historia y teología de la ICDC

Vea este panel sobre la historia y la teología de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), moderado por Jesús Rodríguez Cortés, con la participación de la Rev. Millie Cortés, el Dr. Lester McGrath & el Pastor Pablo A. Jiménez.

Panel ICDC
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