La viña no está en venta

Un sermón narrativo sobre la historia de la viña de Nabot, enfocado en el tema de la integridad, según se narra en 1 Reyes 21.1-14.

©Pablo A. Jiménez

Es una historia sencilla. Por un lado, tenemos al hombre más poderoso del país. Por otro lado, tenemos a un hombre del pueblo, aferrado por sus valores. 

El hombre poderoso es Acab, el rey de Samaria, el reino del norte. Acab, quien era hijo del rey Omrí, gobernó a principios del noveno siglo a.c. (1 Reyes 16.29). Se casó con Jezabel, una princesa extranjera, proveniente de Sidón, una ciudad fenicia. Se cree que Jezabel era devota de Baal y que quizás fue hasta sacerdotisa del culto a esa divinidad (16.31). 

De acuerdo al relato bíblico, Acab fue un rey malvado, que vivió muy lejos del Dios de Israel (16.30). En lugar de honrar el pacto entre Dios e Israel, Acab construyó un templo a Baal en la ciudad de Samaria, la capital de su reino (16.32).

En respuesta a los excesos de Acab, Dios levantó al profeta Elías, quien confrontó al rey con su pecado (17.1). Es en ese contexto que ocurre una confrontación entre Elías y un grupo de falsos profetas que adoraban a Baal (18.20-40). Aunque Elías llevó la mejor parte en esta confrontación, Acab y su esposa Jezabel siguieron por sus malos caminos, violando el pacto entre Dios y el pueblo de Israel y haciendo sufrir al pueblo.

Pero les dije al principio que esta es la historia de una confrontación entre Acab y un hombre del pueblo. Ese hombre se llamaba Nabot. 

Nabot vivía en el valle de Jezreel. Allí tenía una propiedad que, para su desgracia, colindaba con la residencia de verano del rey (21,1). Esa era su única virtud y su único pecado, tener un terreno hermoso sembrado de uvas cerca de la casa del rey.

Un buen día, Acab habla con Nabot y le propone un negocio. Acab desea adquirir la viña de Nabot y está dispuesto a comprarlo o a darle otro terreno a cambio (21.2). Para nosotros, quienes leemos el texto bíblico con ojos contemporáneos, la propuesta de Acab no tiene nada extraño. Es una simple transacción comercial de bienes raíces, como cualquier otra. 

Sin embargo, en el antiguo Israel el ofrecimiento de Acab tenía otras implicaciones. De acuerdo a la tradición hebrea, la tierra le pertenecía primeramente a Dios y, en segundo lugar, a la tribu o al clan a quien Dios la había dado. Es decir, las propiedades eran patrimonios familiares, por lo que una sola persona no podía tomar la decisión de venderla. Quien vendía su tierra renunciaba a la herencia recibida de su padre y de su madre y malversaba la herencia que debía dejar a sus hijos e hijas. Por eso, el Antiguo Testamento prohíbe la venta de la tierra en pasaje bíblicos tales como Levítico 25.23: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es, y vosotros como extranjeros y forasteros son para mí” (véase, además, Nm 27.7-11, 36.1-12 y Dt 19.14).

Nabot, pues, rechaza tajantemente la oferta del rey Acab, diciendo: “¡Líbreme Jehová de darte yo la heredad de mis padres!” (21.3). Nabot rechaza la oferta del rey porque es obediente al pacto con el Dios de Israel. Nabot prefiere obedecer a Dios antes que a los hombres (compare con Hch 4.19). 

Como es de esperar, Nabot reacciona como el niño malcriado que era. El rey está acostumbrado a que la gente le obedeciera, fuera por respeto o por temor. Por eso, reacciona a la negativa de Nabot llegando a su casa triste y enojado (21.4). Cuando su esposa lo vio en la cama, a donde se había ido sin cenar, le preguntó: “¿Por qué estás tan decaído de espíritu y no comes?” (21.5). Acab le explicó que le había hecho una oferta muy generosa a Nabot, quien le había rechazado diciendo: “Yo no te daré mi viña” (21.6).

Jezabel respondió al berrinche del rey con palabras muy duras: “¿No eres acaso tú el rey de Israel? Levántate. Come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel” (21-7). De inmediato, la reina organizó una conspiración en contra de Nabot. Jezabel escribió cartas, a nombre de Acab, ordenando que testigos falsos acusaran a Nabot de blasfemia; de maldecir a Dios y de maldecir al rey (21.8-9). 

Noten la ironía de esta escena. El hombre fiel al pacto con Dios es acusado de infidelidad y la reina extranjera adoradora de Baal escribe cartas defendiendo el honor de un rey corrupto. Jezabel le “fabricó un caso” falso a Nabot, acusándole de un crimen capital por el que se pagaba con la muerte.

Engañados por la astucia de la reina extranjera, los líderes de la ciudad juzgan a Nabot y, sobre la base del testimonio de dos testigos falsos, apedrean a Nabot hasta la muerte (21.11-14). Claro está, Nabot hubiera podido salvar su vida cediendo a la presión. Con toda seguridad, el rey hubiera abogado a su favor si Nabot hubiera concedido sus deseos. 

No obstante, Nabot no cedió ante los caprichos de Acab y de Jezabel. Aun bajo amenazas de muerte, Nabot persistió en su integridad: La viña no está en venta.

Aunque me presiones, la viña no está en venta.

Aunque me acuses falsamente, la viña no está en venta.

Aunque levantes testigos falsos en mi contra, la viña no está en venta.

Aunque me fabriques un caso capital, la viña no está en venta.

Aunque me mates, la viña no está en venta.

La viña no está en venta porque el pacto no está en venta. No puedo vender la viña porque eso sería una violación a los mandatos divinos. No puedo venderla porque mis principios no están en venta. No voy a vender porque prefiero obedecer al Dios del cielo antes que a los reyes corruptos de este mundo.

Y la sangre de Nabot nos habla, como la de Abel, desde la tumba. Nos llama a la integridad y al compromiso. Nos llama a examinar nuestra fidelidad a Dios y a la comunidad de fe. Nos llama a examinar nuestras vidas a la luz de la fe. La sangre inocente de Nabot nos habla y nos recuerda que tenemos una herencia espiritual. Nuestros padres y nuestras madres en la fe nos dejaron una herencia viva (véase 1 P 1.3). Y nosotros tenemos la responsabilidad de legar esa herencia a nuestros hijos y a nuestras hijas, a nuestros nietos y a nuestras nietas.

El ejemplo de Nabot nos desafía, pues, a vivir en integridad moral y espiritual. Ante las presiones de este mundo, ante las seducciones de la sociedad, y ante las ofertas de la corrupción, debemos tener solo una respuesta: “la viña no esté en venta”.

La viña de Nabot
La viña no está en venta
Integridad
La viña no está en venta

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.

Use el siguiente formato para citar este artículo: Pablo A. Jiménez, “La viña no está en venta”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2024/04/14/la-vina-no-esta-en-venta/

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La esencia de la Navidad

Audio, vídeo, y texto listo para predicar de un sermón apropiado para el Día de Navidad basado en Lucas 2.10-14.

Texto: Lucas 2.10-14

Tema: La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria.

Área: Educación cristiana

Propósito: Recalcar el verdadero sentido de la Navidad

Diseño: Temático, de ocasión especial (Navidad)

Lógica: Deductiva

Durante esta temporada la iglesia habla continuamente del “verdadero sentido de la Navidad”. En esta ocasión, deseo explorar el significado de esa frase. ¿Cómo podemos definir la esencia de la Navidad?

  1. La Navidad es la temporada en que la Iglesia acordó conmemorar el nacimiento de Jesús en Belén, la ciudad del antiguo Rey David.
  2. Celebramos un hecho objetivo: el nacimiento de Jesús como hombre, hijo de María de Nazaret, recalcando el carácter histórico del evento de Cristo. Esto implica que rechazamos las falsas doctrinas sobre Jesús. De manera particular, rechazamos el “docetismo”, la una falsa doctrina que niega la humanidad de Jesucristo, alegando que solo “parecía” ser humano.
  3. Pero la Navidad es también tiempo de reflexión. Es tiempo de considerar la profundidad del evento de la encarnación de Dios en Cristo, del regalo de salvación que nos hizo Dios al darnos a su hijo.
  4. Esta reflexión debe confrontarnos con nuestra propia situación; debe llevarnos a preguntarnos si hemos tomado la decisión de seguir a Cristo; si hemos tenido un encuentro con Jesús.
  5. El nacimiento de Jesús en Navidad debe ser también nacimiento de Cristo en nuestro corazón. Nacimiento que se renueva cada año; que vive en el corazón del creyente en toda época del año.
  1. El cántico que los ángeles entonaron cuando nació el “niño-Dios” fue “Gloria a Dios en las alturas” (Lc. 2.24), ensalzando así el nombre del Dios de Israel. Esto fue así porque el nacimiento de Cristo es también alabanza.
  2. Sí, es alabanza porque Dios nos eligió “en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1.4), “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1.6), como dice el primer capítulo de la Epístola a los Efesios.
  3. El propósito para el cual Dios ha elegido manifestarse en la historia es darse a conocer a la humanidad. Desde el principio, la Biblia nos muestra que Dios hace cosas “para que sepas que yo soy Dios” (Is. 45.3), como afirman continuamente los profetas.
  4. Ahora bien, conocer a Dios es alabarle; es postrarse ante sus pies; es entregarse o rendirse a la divinidad. Conocer a Cristo es dejarle nacer en nuestro corazón, por eso, ese nacimiento que celebramos en Navidad implica alabanza en acción de gracias por el “Don inefable” (2 Co. 9.15) que Dios nos ha dado en el amado.
  5. Nuestra alabanza es cántico de redención que sale de nuestros labios, desde lo profundo del corazón. Cántico porque hemos sido transformados por los portentosos actos de Dios para con nosotros. Entonamos un cántico de redencion como el de Apocalipsis 1.5b-6, que dice: 

Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre; y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios su padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén 

Una redención tan grande que aún abarca la naturaleza, la cual “gime” y “sufre” dolores de parto (Ro. 8.19-23) esperando la manifestación del amado.

  1. Esperamos la manifestación del redentor “porque nuestra redención es en esperanza” (Ro. 8.24). Por eso el cántico de los ángeles también decía “¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!” (Lc. 2.14 RVC), porque la Navidad es promesa.
  2. La navidad es promesa cumplida: es el niño que “nos es nacido” de Isaías 9.6; el rey que iba a nacer en Belén Efrata según Miqueas 5.2; el Mesías que vendría humilde de acuerdo a Zacarías 9.9.
  3. La Navidad es promesa abierta al futuro: Es promesa de salvación, de Emmanuel, de Dios con nosotros en Cristo, en el poder del Espíritu Santo.
  4. La promesa de Dios es una de esperanza, que nos toma perdidos en el camino y nos al sendero que conduce a la salvación. La esperanza nos toma en estado de pecado, de impotencia y de desesperación, preguntando: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” y nos lleva a decir “Gracias a Dios por su Don inefable” (Romanos 7.24-25).
  5. Esta esperanza surge porque la promesa de la Navidad es una de liberación. 
  • La liberación del pecado, de la muerte y del error. 
  • Liberación del miedo y con él de todo lo negativo de la naturaleza humana. 
  • Liberación de la obediencia a las fuerzas de la muerte que matan y destruyen a la humanidad.

La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria. Celebremos la liberación que viene por la promesa divina, dada por medio de Jesús, el Salvador que nace hoy en nuestro corazón.

La esencia de la Navidad (Lc. 2) - listo para predicar
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Con las armas de la luz (Romanos 13.11-13)

Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Romanos 13.11-12, apropiado para la temporada de Adviento, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Texto: Romanos 13:11-12

Tema: Dios desea que la iglesia se prepare para la llegada de su Señor.

Área: Formación espiritual

Propósito: Recalcar el significado de la temporada de Adviento.

Diseño: Temático, en ocasión de la temporada de Adviento.

Lógica: Inductiva

Llega el mes de diciembre y la iglesia se alista para celebrar la Navidad con alegría, dado que es la temporada que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien llamamos Señor y Salvador. Sin embargo, en nuestro entusiasmo a veces olvidamos es que la iglesia celebra otra temporada antes de la Navidad; la iglesia celebra la temporada de Adviento.

Adviento es una temporada corta que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Su propósito principal es preparar a la Iglesia para la venida del Señor, quien viene a nosotros como un niño inocente.

Empero, Adviento es mucho más que una temporada de preparación. «Adviento», una palabra que proviene del latín, significa «llegar a». Esta es la temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. ¡Adviento es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad!

Adviento enfatiza el futuro, no el pasado. Durante estos domingos, la Iglesia lee textos bíblicos que hablan sobre el futuro que Dios desea para toda la creación  .

Por esta razón, la mayor parte de las lecturas de la Biblia Hebrea son textos proféticos que predicen el evento de Cristo. Por su parte, las lecturas del Nuevo Testamento también hablan del ministerio de Juan el Bautista, del juicio final y de los últimos tiempos. Todos estos pasajes bíblicos nos invitan a pensar sobre Dios como aquel que viene a nuestro encuentro desde el futuro.

En resumen, durante la temporada de Adviento la iglesia anuncia tanto la primera como la segunda venida de Cristo. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que ya hemos transitado. ¿Por qué? Porque mirar al pasado nos ayuda a comprender quiénes somos. Mirar al pasado nos ayuda a comprender nuestra identidad como personas de fe.

Uno de los textos apropiados para la temporada de Adviento es Romanos 13.11-12, que lee de la siguiente manera. 

Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos. 12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.

Este texto es importante porque recoge los énfasis principales de la temporada de Adviento. Comienza con una nota de urgencia, exhortándonos a “levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. La nota de urgencia es más clara en la Traducción en Lenguaje Actual (TLA): 

Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús (Romanos 13:11).

La exhortación de Romanos 13 tiene una nota su actualidad. Tal parece que fue escrito para la iglesia de hoy, que vive tan entretenida, escuchando predicadores más interesados en motivar a la audiencia que en discipular a la Iglesia. Por eso, muchas personas piensan que la asistencia a la iglesia es opcional; lo mismo podemos ir al servicio de adoración que salir a pasear o quedarnos descansando en casa. 

Mucha gente va a la iglesia para entretenerse, escogiendo su casa de adoración en base a criterios vanos, tales como quien va a cantar o la cantidad de chistes que dice el predicador. Por eso, algunos templos se han convertido en auditorios donde la gente va a ver celebridades religiosas. Desgraciadamente, en esas congregaciones todo gira en torno al entretenimiento religioso.

Hoy la lectura de Romanos llama la atención a los peligros que encierra este tipo de conducta. 

  • Debemos ir a la Iglesia para buscar de Dios, no para entretenernos. 
  • Debemos ir a la iglesia para buscar el crecimiento espiritual que sólo viene a través de la adoración a Dios y del servicio cristiano. 

Nos congregamos porque queremos servir al Señor en todas las áreas de nuestra vida, no porque deseamos divertirnos.

Romanos nos llama despertar del sueño, indicando que ya está amaneciendo un nuevo día. La noche está a punto de terminar y tenemos que prepararnos para la batalla. Debemos desechar “las obras de las tinieblas” y vestirnos con “las armas de la luz”. 

¿Cuáles son esas armas espirituales? El Nuevo Testamento habla de armas espirituales en varios lugares. Por ejemplo, 2 Corintios 10.4-5 nos recuerda que estamos enfrascados en una lucha espiritual: 

Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas 5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

Efesios 6.12 recalca esta verdad espiritual:

La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!

A renglón seguido, Efesios 6.13-17 nos exhorta a revestirnos con la “armadura” de Dios:

Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. 14 Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia, 15 y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. 17 Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. 

Aquí encontramos una lista de las armas espirituales que debemos procurar. Cada arma está relacionada con una virtud (compare con el texto que habla sobre “el fruto del Espíritu” en Gál. 22-23):

  • El cinturón se relaciona con la verdad; 
  • La coraza (o peto), con la justicia; 
  • Las botas, con el deseo de predicar el evangelio de la paz;
  • El escudo, con la fe;
  • El casco, con la salvación;
  • Y la espada, con la Palabra de Dios.

Escuchemos la palabra de exhortación que nos legó el Apóstol Pablo en Romanos 13:11-12. ¡Preparémonos para encontrarnos con Dios! ¿Cómo podemos prepararnos? 

  • Despertando del sueño que nos ha sumido en un letargo espiritual.
  • Rechazando las obras de maldad que nos alejan de Dios.
  • Y aprendiendo a usar las armas de luz que Dios nos provee por medio de la obra del Espíritu Santo.

¡Dios desea que su Iglesia se prepare para recibir la llegada de Jesucristo, el Señor! Por lo tanto:

  • Ocupémonos de nuestra salvación “con temor y temblor” (Fil. 2:12). 
  • Revistámonos de Cristo (v. 14, cf. Ef. 4:24), tomando su vida como el modelo a seguir. 
  • Prediquemos el evangelio de salvación “a toda criatura” (Mr. 16.15).
  • Discipulemos a esos nuevos creyentes, enseñándoles “a cumplir todas las cosas” que Jesús nos ordenó (Mt. 28.19-20).
  • Y exhortémonos unos a otros a perseverar en la fe, sabiendo que “nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos (Ro. 13:11). 
Adviento - Con las armas de la luz - Romanos 13.11-12

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Las Siete Palabras – eBook escrito por el Dr. Jiménez

Las Siete Palabras contiene una prédica sobre las últimas expresiones de Jesús, adecuada para el Viernes Santo de la Semana Santa.

LAS SIETE PALABRAS es un libro electrónico que contiene sermones listos para predicar, adecuados para el Viernes Santo de la Semana Santa. Las prédicas se basan en las siete frases que Jesús de Nazaret dijo mientras moría colgando de una cruz, de acuerdo a los relatos de los Evangelios que encontramos en el Nuevo Testamento.

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Si desea ver o escuchar estas prédicas, en formatos de audio y video, acceda a nuestra página de Sermones para la Semana Santa, oprimiendo el siguiente botón:

En un sentido más profundo, «consumado es» significa que ya no hay abismo. El grito de Jesús desde la cruz le dice al mundo que el abismo que creó el pecado entre Dios y el ser humano ya no existe. Ahora hay un punto de contacto entre la divinidad y el género humano. La cruz de Jesús es el puente.

Jimenez, Pablo. Las Siete Palabras: Meditaciones para el Viernes Santo (Spanish Edition). Kindle Edition.

El Rev. Dr. Ramón O. Martínez Orabona, Pastor Titular de la Iglesia Bautista El Redentor, en Santa Rosa, Bayamón, PR, escribió las siguientes palabras como parte de la presentación de este libro electrónico.

El presente trabajo nos invita a colocarnos dentro de la escena que rodea cada expresión. Puede que al leerlo usted se formule varias interrogantes tales como: ¿Podré pedir perdón en favor de quienes me crucifican hoy? ¿Cuál es mi reacción cuando siento como si Dios me abandonara? ¿Quién cuidará de mis seres queridos al partir de este mundo? Estas y muchas otras preguntas pudieran surgir en la medida que el lector se adentra dentro de cada escena. Felicitamos al Dr. Pablo A. Jiménez Rojas por su enorme aportación al quehacer teológico latinoamericano a través de este escrito, que nos invita a volver a escuchar las expresiones finales de Jesús de Nazaret, pero con un acento bien cercano al nuestro.

Las Siete Palabras
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Discipulado y Educación Teológica

Discipulado y educación teológica es un meditación sobre la curación de Bartimeo, Marcos 10.46-53, enfocado en la formación espiritual.

©Pablo A. Jiménez

Las historias de milagro revelan el poder y la misericordia de Dios. Sin embargo, Marcos 10.46-52 es mucho más que una historia de milagros; es un relato sobre el discipulado cristiano.

Sabemos esto porque en dos ocasiones encontramos en el texto la palabra “camino” (gr. “hodos”, vv 46 y 52) y en otra ocasión el verbo “seguir” (gr. “akolutheö”). Aquí vemos, pues, la frase distintiva que Marcos emplea para describir el discipulado: seguir a Jesús en el camino.

Esta es también la última narración antes de la “Entrada Triunfal” de Jesús a Jerusalén ( Mr 11.1-11). El Galileo entra a Jerusalén para enfrentar la cruz. Por lo tanto, este es un texto clave para entender el discipulado en Marcos.

Cuando Jesús llega a la ciudad de Jericó encuentra que, a la vera del camino de esa ciudad turística, hay personas pobres pidiendo limosnas (10.46). En el judaísmo, dar a los pobres es un “mitzvá”, es una buena acción. Por lo tanto, en la teología rabínica judía los mendigos eran importantes porque permitían que las personas adineradas acumularan “mitzvoth”, buenas acciones que acumulan méritos para la salvación. Por eso Jesús encuentra al borde de la carretera una larga fila de mendigos con diferentes dolencias.

Pero hay un hombre que se destaca, llamado Bartimeo. Siempre me ha llamado la atención que el texto diga “Bartimeo, hijo de Timeo” (v. 46) ya que “Bar” significa “el hijo de.” La experiencia nos enseña que nuestras comunidades tratan de manera diferente a las personas que tienen problemas mentales y dolencias graves. Generalmente no se les llama por sus nombres propios sino por apodos basados ​​en sus dolencias o en sus relaciones familiares. Este hombre probablemente tenía otro nombre, que desconocemos. Lo llamaban “el hijo de Timeo” porque era “invisible” para la comunidad; era considerado “el otro”.

Bartimeo escucha que Jesús se acerca. Como la fama de Jesús ha crecido, el Galileo camina rodeado por un gran séquito de personas. Bartimeo escucha que Jesús viene caminando y comienza a gritar: “Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”

Queda claro que su teología es defectuosa. Sí, Jesús es “Hijo de David”, pero no necesariamente de la manera militarista que muchos esperaban durante el Primer Siglo. Bartimeo no llama a Jesús “el Cristo” ni “el Mesías”, lo que sería mucho más correcto en términos teológicos. Bartimeo tiene una idea de quién es Jesús, pero necesita una mejor teología para comprender plenamente su identidad divina.

Marcos 10.46-52 sugiere otro tema importante para el discipulado, a saber, cómo los discípulos trataban “al otro”. De acuerdo al texto, los discípulos reprenden a Bartimeo, impidiendo que se acerque a Jesús (v. 48). Aquí Marcos emplea el verbo griego “epitimaö”, el mismo que en otras partes del Evangelio se traduce como reprender espíritus inmundos y expulsar demonios. (vv. 1.25, 4.39, 9.25) ¿Están los discípulos tratando a Bartimeo como si estuviera endemoniado? ¿Lo rechazan porque piensan, siguiendo la teología rabínica de la época, que su enfermedad es una segura señal de pecado y, por lo tanto, una razón válida para la exclusión?

El hecho es que los discípulos bloquean el acceso de Bartimeo a Jesús. Y creo que esto fue una prueba de fe. Jesús le dio un “examen” a sus discípulos. ¿Habían aprendido algo? ¿Habían entendido la misión de Jesús?

Si leemos Marcos con detenimiento, nos damos cuenta de que no, los discípulos no habían comprendido a Jesús. Por ejemplo, en el capítulo 10 encontramos varias historias que demuestran la confusión de los discípulos, como cuando discuten sobre quién iba a ser “mayor” en el reino (10.35-45). Por eso Jesús prueba la fe de sus discípulos, prueba que fallaron malamente cuando le dijeron al mendigo: “No hay gracia para ti”.

  • Eres demasiado pobre.
  • Estás demasiado enfermo.
  • Quizás estás endemoniado.
  • Eres “el otro”.
  • ¡Te reprendemos, en el nombre de Jesús!
Discipulado
educación teológica
Marcos 10.52
Marcos 10.52

Pero Jesús tenía otros planes. Por eso llama a sus discípulos y les ordena que fueran a traer al ciego. Siguiendo las instrucciones del Maestro Galileo, los discípulos van a donde el mismo hombre que previamente habían rechazado, excluido y demonizado. Y le dicen: “¡Mucho ánimo! ¡Levántate, que Jesús te llama!” (v. 49) Notemos cómo ha cambiado el rol de los discípulos: ¡En lugar de bloquear el acceso, ahora están facilitando el acceso a Jesús!

Bartimeo responde haciendo dos cosas que demuestran claramente su entusiasmo. En primer lugar, arroja su túnica (v. 50), que probablemente estaba usando para recoger las monedas que la gente le daba. Me imagino la túnica volando por el aire, las monedas cayendo al suelo, y los otros mendigos luchando por el dinero fácil.

Bartimeo se pone en pie y se dirige a Jesús, quien procede a hacerle otra prueba de fe, preguntando: “¿Qué quieres que haga por ti?” (v. 51). El mendigo responde: “Maestro, quiero recobrar la vista” (literalmente, “ver de nuevo, gr. ” Anablepö “). Por lo tanto, el mendigo pide el don de la visión.

Recordemos que los discípulos no entendían claramente quién era Jesús. ¿Por qué? Porque carecían de visión. Bartimeo pide visión y la recibe. Y su visión, en muchos sentidos, era más clara que la visión de los discípulos.

Jesús le dice al hombre sanado que podría irse. Ahora Bartimeo podía volver a casa. Podía volver a su familia, conseguir un trabajo y volver a formar parte de la comunidad. Pero este hombre elige otro camino. Él decide seguir “a Jesús en el camino” (v. 52). Es decir, toma la opción de seguir al Galileo en el camino a la cruz.

La educación teológica es una expresión del discipulado cristiano, pero a un un nivel más alto. De muchas maneras, la educación teológica comienza el día en que alguien nos dice: “Jesucristo es el SEÑOR”. Por esta razón, podemos afirmar que existe una clara continuidad entre el evangelismo, la educación cristiana, la formación espiritual y la educación teológica. En este sentido, todo lo que hacemos en una escuela de teología, incluso a nivel doctoral, no es más que una modalidad del discipulado cristiano.

Aquellas personas que estamos involucradas en la educación teológica jugamos un papel similar al de los discípulos de Jesús en este texto: Dios nos llama a facilitar el acceso de los demás a Jesús. Para cumplir este papel con fidelidad debemos recordar a quién Jesús está llamando.

  • Jesús llama a personas con teología defectuosa.
  • Jesús llama a personas de reputación dudosa.
  • Jesús llama a personas totalmente diferentes a nosotros.

Pero esas personas claman por Jesús. Y ustedes y yo tenemos la oportunidad de recibirlas en la comunidad cristiana y de discipularlas en la fe. Y quienes vengan a los pies de Cristo tendrán la maravillosa oportunidad de sufrir por Jesús, acompañándole en el camino a la cruz.

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.

Use el siguiente formato para citar este artículo:

Pablo A. Jiménez, “Educación teológica como discipulado”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2017/05/17/discipulado-educacion-teologica/

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Bendito el que viene – Un sermón para el Domingo de Ramos

Un sermón para el Domingo de Ramos, de la Semana Santa, basado en Lucas 19.28-40, predicado por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Texto: Lucas 19:28-40

Tema: En la Entrada Triunfal, Dios viene a nuestro encuentro en la persona de Jesucristo, propiciando un momento de juicio y decisión.

Área: Evangelización

Propósito: Que la audiencia se sienta emplazada por la iniciativa salvífica de Dios.

Diseño: Narrativo, en ocasión del Domingo de Ramos, Semana Santa

Lógica: Inductiva


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Manuscrito del Sermón – Domingo de Ramos – Semana Santa

Para establecer el tono

Hay cosas inevitables; cosas que sabemos que vamos a enfrentar. Lo inevitable por excelencia: La muerte. Aun hay personas que perciben tener una cita con la muerte. Saben que la muerte, hermosa y atrevida, les coquetea y les ronda. Saben que la muerte tiene una cita con ellas.

Los profetas, en general, se saben condenados por hablar con la verdad, por decir lo que Dios ha puesto en su alma. Así el Dr. Martín Luther King, poco tiempo antes de su asesinato, predicó el sermón titulado “El tambor principal”. En él, Dr. King decía que la lucha por los derechos civiles no debía terminar con su muerte, pues él sólo era el tamborilero principal en la marcha.

En adición a esto, podemos decir que hay lugares, que nos huelen a encuentro; lugares donde sabemos que encontramos algo que transformará nuestras vidas. Para usted, ese lugar puede ser esta Iglesia, en esta hora. Para Jesús, ese lugar fue Jerusalén.

Marco escénico

Los eventos de este día de entrada triunfal , ocurren en Jerusalén, y esto no es casualidad. Para Lucas, Jerusalén es la ciudad de encuentro; el espacio vital y sagrado donde Dios viene a encontrarse en forma definitiva con la humanidad.

  1. El Evangelio de Lucas, comienza en Jerusalén, narrando como un ángel del Señor se le aparece a Zacarías en el templo y le indica que su esposa, Elizabet, tendría un niño de nombre Juan (1:5-25).
  2. Después de nacer el niño Jesús, sus padres le llevan al Templo en Jerusalén (1:21-38) donde un hombre justo y piadoso llamado Simeón, bendice a Dios al ver la salvación del mundo en la figura de aquel bebé.
  3. En Lucas, la última de las tentaciones es aquella donde Jesús es llevado al pináculo del templo y es tentado a echarse abajo (4:9-13).
  4. En Lucas 9:51, el texto nos dice que cuando se cumplió el tiempo en que Jesús había de ser recibido por Dios, “afirmó su rostro” para ir a Jerusalén.

Así el cuadro está claro: Jesús tiene una cita con su destino; Jesús tiene una cita con su misión. La hora es ya, y el lugar de encuentro es Jerusalén. En Jesús, Dios mismo viene a visitar a su pueblo, a enfrentarle y a llevarlos a una toma de decisión.

Y ese momento salvífico se está repitiendo otra vez. Es más, se está repitiendo aquí y ahora. Jesús tiene una cita con nosotros; contigo y conmigo, Jesús tiene una cita salvífica, un momento donde su figura imponente y su presencia salvadora nos llaman a un momento de encuentro y decisión. La hora es ya, y el lugar de encuentro es este. En Jesús, Dios mismo viene a visitarnos, a enfrentarnos y a llevarnos a tomar una decisión.

Trama

La historia es viva, dinámica, eficaz y punzante, Jesús va delante de sus discípulos a enfrentar su destino; Jesús va delante subiendo a Jerusalén.

Al llegar al Monte de los Olivos, el Galileo envía dos de sus discípulos en una encomienda extraña:

Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un asno atado en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?” le responderéis así: “Porque el Señor lo necesita.”

Lucas 19:30-31

¿Por que, una encomienda tan extraña? ¿Para que tanto secreteo y tantas instrucciones en privado?

Las palabras de Jesús, no son vanas; sus instrucciones tienen razón y sentido. El pueblo judío, esperaba el cumplimiento de las profecías antiguas, esperaba la venida de un rey pacifico que fuera instrumento de salvación, bienestar y paz en las manos de Dios. Este relato nos deja claro quien es ese Rey.

El Mesías esperado, el que había de venir, el Rey pacifico, cuyo gobierno sería salvífico, no es otro que Jesús de Nazaret. Su cabalgata en un potrito joven y dócil, es señal y confirmación de su ministerio de paz. Su palabra aguda, segura y certera, deja claro que su misión proviene de Dios.

Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?” le responderéis así: “Porque el Señor lo necesita.”

Lucas 19:31

Por lo tanto, la acción de Dios comienza. El momento de Dios visitar a su pueblo ha llegado. El burrito ha sido traído, los discípulos están apostados en el camino, prestos a bendecir el nombre de Dios y el camino está franco.

Este es el momento de encuentro, el Señor monta en su cabalgadura y el camino se hace corto. Los discípulos le reconocen como el enviado de Dios, la multitud grita diciendo: “¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!” (19:38).

¿Y nosotros, donde estamos? ¿Donde estas tú, en este cuadro? ¿Es Jesús para ti un hombre más o es el que había de venir? ¿Es Jesús para ti un maestro más o es el salvador de tu vida? ¿Es Jesús para ti otro hombre bueno, o es el rey que llega a transformar tu vida para el Reino de Dios?

Punto Culminante

Jesús recorre el camino a Jerusalén. Y a su paso encuentra dos tipos de personas. Los unos, lo aclaman como enviado de Dios y tienden sus mantos a su paso en señal de reconocimiento y reverencia (19:35-37). Los otros, miran recelosos a la distancia y le piden a Jesús que acalle a sus discípulos (19:38).

De este modo el mundo se divide ante Jesús en dos. Hay discípulos que reconocen su misión y fariseos que reniegan conocerlo. Hay seguidores y hay enemigos. Hay creyentes y hay incrédulos. Pero todos tienen que tomar postura; todos tienen que tomar una decisión.

¿ Quién es Jesús? Esa es la pregunta inescapable. Este domingo en el principio del fin. Hoy comienza la semana final. Hoy Dios viene en Cristo a tu encuentro y su presencia es inescapable.

Hoy es el día de tu visitación, Dios viene a visitarte en Cristo. Dios viene a propiciar un momento de salvación. Por lo tanto, la pregunta se impone: ¿Quién es Jesús y por qué puede salvarnos?

  • Este Jesús es el Dios hombre. Es Dios mismo hecho uno de nosotros. ¡Por eso puede salvarnos! Porque al compartir nuestra naturaleza, comprende nuestros problemas y nuestras necesidades.
  • Este Jesús es quien demostró claramente, por sus obras, que era el enviado de Dios. Por sus milagros y señales; por sus discursos y palabras vemos que Dios estaba obrando en él.
  • Este Jesús es quien está ahora mismo a tu lado, aunque no puedas comprenderlo; es quien te ha cuidado desde el principio; es quien te ha traído a esta Iglesia en esta hora.

Es evidente, es claro que Jesús es el enviado de Dios. Por eso si los discípulos no lo dicen, las piedras hablarían.

Desenlace

Hoy es el principio del fin, el momento de encuentro, el momento de decisión. Hoy puedes mirar de lejos y criticar la figura del maestro, perdiendo así la oportunidad de vida y paz en Cristo. O bien, puedes tomar tu manto, ponerlo a sus pies y decir: “¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor!” (19.38).

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Una nueva creación (Juan 1.1-14)

Una nueva creación es una prédica cristiana basada en Juan 1.1-14, apropiada para la celebración del Año Nuevo.

Introducción

No sé si alguno de ustedes ha experimentado el placer y el terror de mudarse a una casa nueva. Quienes hayan pasado por la experiencia de mudarse a un nuevo hogar pueden testificar que uno la vive con una mezcla de euforia y de temor.Por un lado, uno disfruta el proceso, pensando en todas las nuevas posibilidades que abre la relocalización. Pero, por otro lado, no podemos negar que relocalizarnos es un proceso difícil que ciertamente nos da temor.

Dejar lo conocido para aventurarnos a lo desconocido puede paralizarnos del miedo. Es necesario invertir mucha energía emocional en el proceso.

Se me antoja pensar que el comienzo del nuevo año presenta desafíos similares a los de una mudanza o una relocalización. El nuevo año trae consigo posibilidades y desafíos; oportunidades y dificultades. Y la pregunta que se impone es: ¿De dónde vamos a sacar fuerzas físicas, emocionales y espirituales para lidiar con esos desafíos, esas dificultades y esos retos que trae el Año Nuevo?

Les sugiero que, del mismo que hacemos cuando vamos a hacer una mudanza grande, busquemos ayuda, particularmente de alguien que sea experto en ese tipo de transiciones. ¿Y quién mejor que Dios mismo, el Señor del tiempo y el espacio, para ayudarnos a empezar un nuevo tiempo en un nuevo lugar?

La creación (Génesis 1)

De acuerdo al testimonio bíblico, Dios creó el mundo y todo lo que hay en él. Esto lo encontramos en Génesis 1.1 al 2, que dice: “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.”

El texto es impresionante, porque describe el acto de la creación como una lucha contra el caos que imperaba en el mundo. Dios impone el orden y llena un mundo que, hasta ese momento, había estado vacío y en desorden.

¿Y cómo es que Dios crea? Lo hace por medio del poder de su palabra. Eso lo vemos en el resto del capítulo 1 de Génesis, del cual les leo los versículos 3 al 5, a manera de ejemplo: “Y dijo Dios: “¡Que haya luz!” Y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas; a la luz, Dios la llamó “Día”, y a las tinieblas las llamó “Noche”. Cayó la tarde, y llegó la mañana. Ése fue el día primero.”

Nótese que Dios crea por medio de su palabra. Solo tiene que decir “que haya luz” para que esta sea una realidad. Así es que la Biblia describe cómo era el mundo “en el principio”.

La nueva creación (Juan 1)

Por su parte, el Evangelio según San Juan comienza con palabras muy similares a las de Génesis, cuando dice: “En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra. La Palabra estaba en el principio con Dios. Por ella fueron hechas todas las cosas. Sin ella nada fue hecho de lo que ha sido hecho.”

Como bien habrán notado, Juan también comienza con la frase “en el principio”. ¿Por qué el evangelista hace esto? Sencillo, porque quiere decir que la llegada de Cristo Jesús al mundo de los seres humanos marca un nuevo “Génesis”, una nueva creación.

Jesucristo se presenta, pues, como el agente de la creación, por medio del cual todo lo que existe ha sido creado. Esta idea no solo aparece claramente en los versículos ya leídos, sino que también se encuentra en otros libros del Nuevo Testamento, tales como Colosenses, que dice en el capítulo 1, versículos 15 al 17: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. En él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. Él existía antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden.”

Por lo tanto, podemos concluir que Jesucristo transforma el corazón del ser humano. Esa transformación es tan profunda, que bien podemos decir que la persona que entra en una profunda relación de amor y amistad con Dios llega a ser una nueva creación.

Una vez más, esta idea no es particular de Juan, sino que la encontramos en otros escritos del Nuevo Testamento, tales como 1 Corintios 5.17, que dice: “De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!”

Ahora bien, ¿cómo es que Dios hace esta nueva creación? Al igual que en Génesis 1, Dios crea por medio de su palabra. Lo único que esa “palabra” ahora se ha hecho carne en Cristo Jesús, como dice Juan 1, del 9 al 14: “La Palabra, la luz verdadera, la que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, pero el mundo no la conoció. La Palabra vino a lo suyo, pero los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,  ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad.”

Conclusión

Comenzamos un nuevo año, marcando una nueva etapa en el tiempo y en el espacio. En cierto modo, este nuevo tiempo también marca el comienzo de una nueva creación.

  • No importa tu pasado,
  • No importa tu presente,
  • No importa el futuro que hayas pensado tener,

Hoy Dios te dice, por medio de su palabra, que está dispuesto a hacer de ti una “nueva creación”.

Sí, esa es la promesa divina. Gracias a la obra de Jesucristo, quien es la Palabra de Dios hecha carne, hoy puedes llegar a ser “hecho” hijo o hija de Dios.

Sé que la oportunidad que Dios nos ofrece presenta tanto posibilidades como desafíos. Y también sé que, si bien por un lado nos da ánimo y esperanza, por otro bien puede infundirnos temor.

Aún así, Dios nos invita a transitar por estos tiempos nuevos con ánimo renovado, con esperanzas nuevas. ¡No tengan temor! El Dios del tiempo y del espacio nos llama porque desea imponer orden en el caos de nuestras vidas. Desea que seamos nuevas criaturas, en el nombre del Señor Jesucristo. AMÉN

Una nueva creación
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