La viña no está en venta

Un sermón narrativo sobre la historia de la viña de Nabot, enfocado en el tema de la integridad, según se narra en 1 Reyes 21.1-14.

©Pablo A. Jiménez

Es una historia sencilla. Por un lado, tenemos al hombre más poderoso del país. Por otro lado, tenemos a un hombre del pueblo, aferrado por sus valores. 

El hombre poderoso es Acab, el rey de Samaria, el reino del norte. Acab, quien era hijo del rey Omrí, gobernó a principios del noveno siglo a.c. (1 Reyes 16.29). Se casó con Jezabel, una princesa extranjera, proveniente de Sidón, una ciudad fenicia. Se cree que Jezabel era devota de Baal y que quizás fue hasta sacerdotisa del culto a esa divinidad (16.31). 

De acuerdo al relato bíblico, Acab fue un rey malvado, que vivió muy lejos del Dios de Israel (16.30). En lugar de honrar el pacto entre Dios e Israel, Acab construyó un templo a Baal en la ciudad de Samaria, la capital de su reino (16.32).

En respuesta a los excesos de Acab, Dios levantó al profeta Elías, quien confrontó al rey con su pecado (17.1). Es en ese contexto que ocurre una confrontación entre Elías y un grupo de falsos profetas que adoraban a Baal (18.20-40). Aunque Elías llevó la mejor parte en esta confrontación, Acab y su esposa Jezabel siguieron por sus malos caminos, violando el pacto entre Dios y el pueblo de Israel y haciendo sufrir al pueblo.

Pero les dije al principio que esta es la historia de una confrontación entre Acab y un hombre del pueblo. Ese hombre se llamaba Nabot. 

Nabot vivía en el valle de Jezreel. Allí tenía una propiedad que, para su desgracia, colindaba con la residencia de verano del rey (21,1). Esa era su única virtud y su único pecado, tener un terreno hermoso sembrado de uvas cerca de la casa del rey.

Un buen día, Acab habla con Nabot y le propone un negocio. Acab desea adquirir la viña de Nabot y está dispuesto a comprarlo o a darle otro terreno a cambio (21.2). Para nosotros, quienes leemos el texto bíblico con ojos contemporáneos, la propuesta de Acab no tiene nada extraño. Es una simple transacción comercial de bienes raíces, como cualquier otra. 

Sin embargo, en el antiguo Israel el ofrecimiento de Acab tenía otras implicaciones. De acuerdo a la tradición hebrea, la tierra le pertenecía primeramente a Dios y, en segundo lugar, a la tribu o al clan a quien Dios la había dado. Es decir, las propiedades eran patrimonios familiares, por lo que una sola persona no podía tomar la decisión de venderla. Quien vendía su tierra renunciaba a la herencia recibida de su padre y de su madre y malversaba la herencia que debía dejar a sus hijos e hijas. Por eso, el Antiguo Testamento prohíbe la venta de la tierra en pasaje bíblicos tales como Levítico 25.23: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es, y vosotros como extranjeros y forasteros son para mí” (véase, además, Nm 27.7-11, 36.1-12 y Dt 19.14).

Nabot, pues, rechaza tajantemente la oferta del rey Acab, diciendo: “¡Líbreme Jehová de darte yo la heredad de mis padres!” (21.3). Nabot rechaza la oferta del rey porque es obediente al pacto con el Dios de Israel. Nabot prefiere obedecer a Dios antes que a los hombres (compare con Hch 4.19). 

Como es de esperar, Nabot reacciona como el niño malcriado que era. El rey está acostumbrado a que la gente le obedeciera, fuera por respeto o por temor. Por eso, reacciona a la negativa de Nabot llegando a su casa triste y enojado (21.4). Cuando su esposa lo vio en la cama, a donde se había ido sin cenar, le preguntó: “¿Por qué estás tan decaído de espíritu y no comes?” (21.5). Acab le explicó que le había hecho una oferta muy generosa a Nabot, quien le había rechazado diciendo: “Yo no te daré mi viña” (21.6).

Jezabel respondió al berrinche del rey con palabras muy duras: “¿No eres acaso tú el rey de Israel? Levántate. Come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel” (21-7). De inmediato, la reina organizó una conspiración en contra de Nabot. Jezabel escribió cartas, a nombre de Acab, ordenando que testigos falsos acusaran a Nabot de blasfemia; de maldecir a Dios y de maldecir al rey (21.8-9). 

Noten la ironía de esta escena. El hombre fiel al pacto con Dios es acusado de infidelidad y la reina extranjera adoradora de Baal escribe cartas defendiendo el honor de un rey corrupto. Jezabel le “fabricó un caso” falso a Nabot, acusándole de un crimen capital por el que se pagaba con la muerte.

Engañados por la astucia de la reina extranjera, los líderes de la ciudad juzgan a Nabot y, sobre la base del testimonio de dos testigos falsos, apedrean a Nabot hasta la muerte (21.11-14). Claro está, Nabot hubiera podido salvar su vida cediendo a la presión. Con toda seguridad, el rey hubiera abogado a su favor si Nabot hubiera concedido sus deseos. 

No obstante, Nabot no cedió ante los caprichos de Acab y de Jezabel. Aun bajo amenazas de muerte, Nabot persistió en su integridad: La viña no está en venta.

Aunque me presiones, la viña no está en venta.

Aunque me acuses falsamente, la viña no está en venta.

Aunque levantes testigos falsos en mi contra, la viña no está en venta.

Aunque me fabriques un caso capital, la viña no está en venta.

Aunque me mates, la viña no está en venta.

La viña no está en venta porque el pacto no está en venta. No puedo vender la viña porque eso sería una violación a los mandatos divinos. No puedo venderla porque mis principios no están en venta. No voy a vender porque prefiero obedecer al Dios del cielo antes que a los reyes corruptos de este mundo.

Y la sangre de Nabot nos habla, como la de Abel, desde la tumba. Nos llama a la integridad y al compromiso. Nos llama a examinar nuestra fidelidad a Dios y a la comunidad de fe. Nos llama a examinar nuestras vidas a la luz de la fe. La sangre inocente de Nabot nos habla y nos recuerda que tenemos una herencia espiritual. Nuestros padres y nuestras madres en la fe nos dejaron una herencia viva (véase 1 P 1.3). Y nosotros tenemos la responsabilidad de legar esa herencia a nuestros hijos y a nuestras hijas, a nuestros nietos y a nuestras nietas.

El ejemplo de Nabot nos desafía, pues, a vivir en integridad moral y espiritual. Ante las presiones de este mundo, ante las seducciones de la sociedad, y ante las ofertas de la corrupción, debemos tener solo una respuesta: “la viña no esté en venta”.

La viña de Nabot
La viña no está en venta
Integridad
La viña no está en venta

El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez se reserva todos los derechos de publicación de estos materiales. Queda prohibida cualquier forma de reproducción total o parcial, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la debida autorización del autor. Para solicitar los permisos correspondientes, contacte al autor.

Use el siguiente formato para citar este artículo: Pablo A. Jiménez, “La viña no está en venta”, DrPabloJimenez.com. Accedido el ** de ** de 20**. Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2024/04/14/la-vina-no-esta-en-venta/

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La esencia de la Navidad

Audio, vídeo, y texto listo para predicar de un sermón apropiado para el Día de Navidad basado en Lucas 2.10-14.

Texto: Lucas 2.10-14

Tema: La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria.

Área: Educación cristiana

Propósito: Recalcar el verdadero sentido de la Navidad

Diseño: Temático, de ocasión especial (Navidad)

Lógica: Deductiva

Durante esta temporada la iglesia habla continuamente del “verdadero sentido de la Navidad”. En esta ocasión, deseo explorar el significado de esa frase. ¿Cómo podemos definir la esencia de la Navidad?

  1. La Navidad es la temporada en que la Iglesia acordó conmemorar el nacimiento de Jesús en Belén, la ciudad del antiguo Rey David.
  2. Celebramos un hecho objetivo: el nacimiento de Jesús como hombre, hijo de María de Nazaret, recalcando el carácter histórico del evento de Cristo. Esto implica que rechazamos las falsas doctrinas sobre Jesús. De manera particular, rechazamos el “docetismo”, la una falsa doctrina que niega la humanidad de Jesucristo, alegando que solo “parecía” ser humano.
  3. Pero la Navidad es también tiempo de reflexión. Es tiempo de considerar la profundidad del evento de la encarnación de Dios en Cristo, del regalo de salvación que nos hizo Dios al darnos a su hijo.
  4. Esta reflexión debe confrontarnos con nuestra propia situación; debe llevarnos a preguntarnos si hemos tomado la decisión de seguir a Cristo; si hemos tenido un encuentro con Jesús.
  5. El nacimiento de Jesús en Navidad debe ser también nacimiento de Cristo en nuestro corazón. Nacimiento que se renueva cada año; que vive en el corazón del creyente en toda época del año.
  1. El cántico que los ángeles entonaron cuando nació el “niño-Dios” fue “Gloria a Dios en las alturas” (Lc. 2.24), ensalzando así el nombre del Dios de Israel. Esto fue así porque el nacimiento de Cristo es también alabanza.
  2. Sí, es alabanza porque Dios nos eligió “en él antes de la fundación del mundo” (Ef. 1.4), “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1.6), como dice el primer capítulo de la Epístola a los Efesios.
  3. El propósito para el cual Dios ha elegido manifestarse en la historia es darse a conocer a la humanidad. Desde el principio, la Biblia nos muestra que Dios hace cosas “para que sepas que yo soy Dios” (Is. 45.3), como afirman continuamente los profetas.
  4. Ahora bien, conocer a Dios es alabarle; es postrarse ante sus pies; es entregarse o rendirse a la divinidad. Conocer a Cristo es dejarle nacer en nuestro corazón, por eso, ese nacimiento que celebramos en Navidad implica alabanza en acción de gracias por el “Don inefable” (2 Co. 9.15) que Dios nos ha dado en el amado.
  5. Nuestra alabanza es cántico de redención que sale de nuestros labios, desde lo profundo del corazón. Cántico porque hemos sido transformados por los portentosos actos de Dios para con nosotros. Entonamos un cántico de redencion como el de Apocalipsis 1.5b-6, que dice: 

Al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre; y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios su padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén 

Una redención tan grande que aún abarca la naturaleza, la cual “gime” y “sufre” dolores de parto (Ro. 8.19-23) esperando la manifestación del amado.

  1. Esperamos la manifestación del redentor “porque nuestra redención es en esperanza” (Ro. 8.24). Por eso el cántico de los ángeles también decía “¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!” (Lc. 2.14 RVC), porque la Navidad es promesa.
  2. La navidad es promesa cumplida: es el niño que “nos es nacido” de Isaías 9.6; el rey que iba a nacer en Belén Efrata según Miqueas 5.2; el Mesías que vendría humilde de acuerdo a Zacarías 9.9.
  3. La Navidad es promesa abierta al futuro: Es promesa de salvación, de Emmanuel, de Dios con nosotros en Cristo, en el poder del Espíritu Santo.
  4. La promesa de Dios es una de esperanza, que nos toma perdidos en el camino y nos al sendero que conduce a la salvación. La esperanza nos toma en estado de pecado, de impotencia y de desesperación, preguntando: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” y nos lleva a decir “Gracias a Dios por su Don inefable” (Romanos 7.24-25).
  5. Esta esperanza surge porque la promesa de la Navidad es una de liberación. 
  • La liberación del pecado, de la muerte y del error. 
  • Liberación del miedo y con él de todo lo negativo de la naturaleza humana. 
  • Liberación de la obediencia a las fuerzas de la muerte que matan y destruyen a la humanidad.

La Navidad es el tiempo cuando conmemoramos el nacimiento del salvador enviado por Dios para alabanza de su gloria. Celebremos la liberación que viene por la promesa divina, dada por medio de Jesús, el Salvador que nace hoy en nuestro corazón.

La esencia de la Navidad (Lc. 2) - listo para predicar
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Las Siete Palabras – eBook escrito por el Dr. Jiménez

Las Siete Palabras contiene una prédica sobre las últimas expresiones de Jesús, adecuada para el Viernes Santo de la Semana Santa.

LAS SIETE PALABRAS es un libro electrónico que contiene sermones listos para predicar, adecuados para el Viernes Santo de la Semana Santa. Las prédicas se basan en las siete frases que Jesús de Nazaret dijo mientras moría colgando de una cruz, de acuerdo a los relatos de los Evangelios que encontramos en el Nuevo Testamento.

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Si desea ver o escuchar estas prédicas, en formatos de audio y video, acceda a nuestra página de Sermones para la Semana Santa, oprimiendo el siguiente botón:

En un sentido más profundo, «consumado es» significa que ya no hay abismo. El grito de Jesús desde la cruz le dice al mundo que el abismo que creó el pecado entre Dios y el ser humano ya no existe. Ahora hay un punto de contacto entre la divinidad y el género humano. La cruz de Jesús es el puente.

Jimenez, Pablo. Las Siete Palabras: Meditaciones para el Viernes Santo (Spanish Edition). Kindle Edition.

El Rev. Dr. Ramón O. Martínez Orabona, Pastor Titular de la Iglesia Bautista El Redentor, en Santa Rosa, Bayamón, PR, escribió las siguientes palabras como parte de la presentación de este libro electrónico.

El presente trabajo nos invita a colocarnos dentro de la escena que rodea cada expresión. Puede que al leerlo usted se formule varias interrogantes tales como: ¿Podré pedir perdón en favor de quienes me crucifican hoy? ¿Cuál es mi reacción cuando siento como si Dios me abandonara? ¿Quién cuidará de mis seres queridos al partir de este mundo? Estas y muchas otras preguntas pudieran surgir en la medida que el lector se adentra dentro de cada escena. Felicitamos al Dr. Pablo A. Jiménez Rojas por su enorme aportación al quehacer teológico latinoamericano a través de este escrito, que nos invita a volver a escuchar las expresiones finales de Jesús de Nazaret, pero con un acento bien cercano al nuestro.

Las Siete Palabras
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Tú eres mucho más: A todas las madres que batallan contra el cáncer

Una meditación en honor a todas las madres que luchan por su salud, batallando en contra del cáncer.


Vea este vídeo en el canal de YouTube del Dr. Pablo A. Jiménez, visitando www.drpablojimenez.tv


¡Tú eres mucho más!

Sé que estás enferma y que el tratamiento es terrible. Es deshumanizante y doloroso. Te sientes como si fueras invisible, dado que los enfermeros siguen conversando de cosas triviales mientras te conectan a la quimioterapia. 

Sé que estás enferma y que la casa te es opresiva. Te sientes desaparecer lentamente en tu sofá, sabiendo que no puedes ir trabajar, porque no puedes salir a la calle. Tu sistema inmunológico está comprometido, por lo que no debes estar rodeada de personas que puedan contagiarte con alguna enfermedad que, aunque sencilla, en tu caso podría ser fatal. 

Y sé que te sientes como si fueras un estorbo. Piensas que molestas a todo el mundo. Preferirías ir sola a las terapias, pero no es una buena idea. Te sientes tan débil que no puedes manejar. Y te sientes tan triste que no deseas estar sola. 

Pero tú eres mucho más que una mujer enferma. Tu enfermedad no te define.

Eres mujer, esposa, madre y abuela. Eres hija, hermana, tía y sobrina. Eres obrera, profesional, maestra y mentora. Eres todo eso y más.

No permitas que tu enfermedad te defina. Tú eres mucho más que tu enfermedad, porque eres HIJA DE DIOS. 

Que Dios te fortalezca y te dé una resonante victoria sobre esta y toda otra enfermedad. En el nombre de Jesús. AMÉN

A las madres que luchan contra el cáncer
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¡Jesús está en la barca! (Marcos 4.35-41)

Bosquejo de un sermón listo para predicar, basado en Marcos 4.35-41, donde Jesús de Nazaret calma las aguas del Mar de Galilea.

Texto: Marcos 4.35-41 RVC

Ese mismo día, al caer la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Pasemos al otro lado.» 36 Despidió a la multitud, y partieron con él en la barca donde estaba. También otras barcas lo acompañaron. 37 Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. 38 Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» 39 Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma. 40 A sus discípulos les dijo: «¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?» 41 Ellos estaban muy asustados, y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen?»

Tema: Jesús nos llama a tener confiar en él, aún en medio de la tormenta.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Dar ánimo a la audiencia, llamándola a tener fe

Lógica: Inductiva

Diseño: Narrativo

Vídeo del sermón sobre Marcos 4.35-41

Audio – Prediquemos podcast

Introducción

Había sido un día muy productivo. Jesús de Nazaret, rodeado por sus discípulos, había pasado el día enseñando, por medio de parábolas, a la multitud (Marcos 4.1-34). Llegada la tarde, Jesús decide continuar su marcha, viajando al otro lado del mar de Galilea.

El mar de Galilea, o como se le conoce en hebreo, el «Kinneret», en realidad es un lago que se encuentra al norte del territorio nacional y que, aún hoy, divide a Israel de Siria. El lago tiene unas 33 millas o 53 km de circunferencia, 13 millas o 22 km de largo y 8 millas o 13 km de ancho. 

Por lo tanto, caminar no era una opción. Caminar alrededor del lago toma entre 3 a 4 días, mientras cruzarlo en un barco de vela sólo toma algunas horas.

Trama

Aunque caía la tarde, y en el mundo antiguo no había alumbrado eléctrico, Jesús decide cruzar el lago y le dice a sus discípulos «Pasemos al otro lado» (v. 35). Con toda seguridad, el clima debía estar en condiciones óptimas, porque de otra manera el grupo no se hubiera a aventurado a cruzar el lago a esa hora. De todos modos, para mayor seguridad, los discípulos salieron junto con otras barcas, de manera que si alguna tenía problemas las otras podrían socorrerla (v. 36). 

En los tiempos de Jesús, una barca promedio tenía unos 27 pies u 8 metros de largo, por 8 pies o 2.5 metros de ancho. Tenía una sola vela, cerca de la proa, es decir, de la parte del frente. La barca promedio acomodaba unas 12 personas. Esto quiere decir que la embarcación donde iban Jesús y sus discípulos probablemente estaba sobrecargada, pues en ella iban Jesús, sus discípulos y la tripulación. Vacía, el borde de la barca podía estar a unos 3 pies o 75 centímetros sobre el agua. Cargada, podía estar tan cerca como 1 pie o 31 centímetros de la superficie. 

De repente, como suele ocurrir en el mar de Galilea, sobrevino una tormenta (v. 37). ¿Por qué son tan comunes? Porque el mar de Galilea se encuentra en un hueco, rodeado de montañas. El nivel del agua está entre 705 pies o 215 metros a 686 pies o 209 metros debajo del nivel del mar. Por eso, en algunas ocasiones, el viento que viene del mar Mediterráneo comienza a dar vueltas sobre el lago, formando trombas marinas. Nótese que el texto bíblico solo menciona que la tormenta consistía de vientos fuertes; no menciona lluvia, ni truenos. Así que podemos concluir que la «tormenta» en realidad era una tromba marina, es decir, un tornado sobre las aguas del lago.

Punto culminante

La tormenta era tan fuerte que las olas echaban agua dentro de la barca, lo que podía hundirla (v. 37b). Aterrados, los discípulos despertaron a Jesús, quien se encontraba durmiendo sobre una almohada en la popa, es decir, en la parte de atrás de la barca (v. 38). 

Ahora bien, el problema no es que lo despertaron, sino cómo lo despertaron. En lugar de despertarlo para decirle que estuviera alerta ante el peligro que enfrentaban, lo despiertan con un reproche, con una acusación: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (v. 38). El texto griego es aún más fuerte, porque dice: «¿No te importa que vamos a ser destruidos?».

Esa es la naturaleza humana. Cuando enfrentamos un problema, en lugar de buscar sus causas reales, le echamos la culpa a Dios. 

Para los discípulos,

El problema no era el clima.

El problema no era la topografía.

El problema no era el sobrepeso de la barca.

No. El problema es Dios; el problema es que no le importamos a Dios.

El v. 40 dice: «Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» Noten el verbo «reprender», que es el mismo vocablo que Marcos utiliza cuando Jesús reprende los espíritus inmundos. Por lo tanto, Jesús trata a la tormenta como si fuera un demonio, y la reprende, ordenándole que guardara silencio.

Desenlace

Como es de esperar, la tormenta terminó. Empero, la tormenta puso al descubierto el verdadero problema: Los discípulos de Jesús, a pesar de caminar con él cada día, escuchando sus enseñanzas y atestiguando sus milagros, no tenían fe: «A sus discípulos les dijo: “¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?”» (v. 41).

Tenían miedo porque olvidaron que Jesús estaba en la barca. 

Olvidaron que Dios está en control del mundo y de la historia.

Olvidaron que Dios tiene poder aun sobre las repentinas tormentas que puedan azotar nuestras vidas.

Olvidaron que Dios está presto a protegernos, respondiendo aún a nuestros reclamos más injustos.

«¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe?»: Preguntó Jesús a sus discípulos ayer. Y Jesús nos plantea las mismas preguntas hoy. Sí, es cierto que el mundo está enfrentando una pandemia sin precedentes para las generaciones actuales; una emergencia de magnitudes no vistas desde el 1918. Empero, la vida está llena de momentos críticos. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras ha enfrentado varias crisis en el pasado. Y, si sobrevivimos esta, enfrentaremos muchas más: «¿Por qué tenemos tanto miedo? ¿Cómo es que no tenemos fe?».

La respuesta comunica la buena noticia que tiene este pasaje bíblico para toda la humanidad: No debemos tener miedo porque:

Aún en medio de la tormenta, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio de la crisis, ¡Jesús está en la barca!

Aún en medio del «valle de la sombra y de la muerte» (cf. Salmo 23.4), ¡Jesús está en la barca!

¡Jesús está en mi barca!

¡Jesús está en tu barca!

!Jesús está en nuestra barca!

Tengamos valor,

Tengamos fe,

Y tengamos paz. 

Sermón sobre Marcos 4.35-41
Marcos 4.35-41
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Cómo orar por los gobernantes

Como orar por los gobernantes, aún en momentos de crisis, es un ensayo escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.

Medios

Texto

Cómo orar por los gobernantes

La iglesia de Jesucristo, a través de los tiempos, ha tenido una relación paradójica con los gobiernos de este mundo. Por un lado, la iglesia nace a consecuencia de un asesinato político: La crucifixión de Jesús de Nazaret por el gobierno colonial y el ejercito romano en Judea. Por otro lado, con el correr del tiempo, la iglesia adquirió poder político, llegando a gozar del favor de gobernantes y reyes. Esto quiere decir que, en distintos momentos de su historia, la Iglesia ha sido tanto perseguida como favorecida por los gobiernos de este mundo.

Esta situación nos obliga a reflexionar sobre preguntas importantes: ¿Cómo puede la iglesia orar por los gobernantes terrenales? ¿Debe una iglesia perseguida orar por quienes le hostigan y oprimen? ¿Puede una Iglesia favorecida por el gobierno de turno orar de manera efectiva tanto por el partido en el poder como por la oposición?

La naturaleza humana nos dice que orar por nuestros enemigos es imposible. Nuestra naturaleza pecaminosa nos lleva a pedir el juicio de Dios en contra de quienes nos oprimen.

Empero, aquellas personas que confesamos a Jesucristo como Señor y Salvador no podemos doblegarnos ante nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 7.5-6). Por el contrario, debemos buscar «las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios» (Colosenses 3.1, RVC). Lo que para el «hombre natural» parece locura, es posible para quienes viven bajo la dirección del Espíritu de Dios (1 Corintios 2.14).

No debe sorprendernos, pues, que la Biblia nos ordene orar por los gobernantes, como indica 1 Timoteo 2.1-4 (RVR 1960):

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Aquí encontramos una enseñanza que el Apóstol Pablo dejó como un legado a Timoteo, su hijo espiritual. El viejo Apóstol recomienda que la Iglesia persevere en la oración por todo ser humano (v. 1). Nótese que Pablo menciona cuatro tipos de oraciones: súplicas o «rogativas», oraciones, peticiones y acciones de gracias. De esta manera, el Apóstol cubre el amplio campo que abarca la oración.

En el v. 2, Pablo exhorta a extender esas oraciones a quienes ocupan puestos de autoridad en los gobiernos terrenales. De primera intención, esto parece un mero buen consejo que todo ciudadano y que toda ciudadana debe seguir. Sin embargo, una lectura más profunda nos recuerda el contexto histórico del pasaje. 

El Emperador Nerón gobernó Roma desde el año 54 hasta el 68 del primer siglo. Nerón comenzó su principado a los 16 años. Por un tiempo estuvo bajo la tutela de su madre, Agripina, y de su tutor, el filósofo Séneca. Sin embargo, después de la muerte de su madre, en el año 59, Nerón se tornó cada vez más violento y sanguinario. De hecho, Nerón decretó la primera persecución organizada contra la Iglesia, después del fuego que destruyó parte de la ciudad de Roma en el año 64. Sus desmanes fueron tantos, que finalmente le pidió a uno de sus secretarios que lo asesinara después de que sus propios guardaespaldas—la Guardia Pretoriana—se revelaran en su contra, en el año 68.

Ahora podemos comprender cuán sorprendente es la exhortación del Apóstol. ¡Pablo le pide a la iglesia que interceda ante Dios por Nerón, el emperador que ordenó su ejecución! Nos pide que oremos aun por aquellos gobernantes que procuran aumentar el dolor del pueblo. ¿Con qué propósito? Debemos orar por la paz, pidiendo tranquilidad y reposo para el pueblo. Debemos pedir que Dios bendiga a nuestros gobernantes, transformando sus corazones, para que puedan actuar de manera cónsona con los valores del Evangelio.

¿Y cuáles son esos valores evangélicos, valores del Reino de Dios? La Biblia nos da un excelente resumen de estas virtudes en Gálatas 5.22-23: «Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley.»

Esto quiere decir que nuestras oraciones deben estar dirigidas a Dios, pidiendo que su Espíritu Santo transforme a nuestro liderazgo civil, infundiéndole estos valores evangélicos. Deseamos que exhiban el fruto del Espíritu Santo en sus vidas. En fin, deseamos que tengan una experiencia espiritual que les lleve a la conversión.

Además, debemos pedirle a Dios que nuestro liderazgo civil pueda conocer la verdad y actuar conforme a ella. ¿Por qué? Porque la Biblia deja claro que la verdad es una persona; la verdad es Jesús: Jesús le dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14.6). Quien se aparta de la verdad, se aparta de Jesucristo.

Oremos por el liderazgo social y político de nuestros países, particularmente por aquellas personas que usan el odio como un arma política para dividir al pueblo y incitar a la violencia. Oremos por su conversión al Evangelio de Jesucristo y por su transformación, en el poder del Espíritu Santo. Si nuestro liderazgo civil cultiva una relación con Dios por medio de Jesucristo, cosecha el fruto del Espíritu y conoce la verdad, podremos vivir quieta y reposadamente, en el nombre de Jesús, AMÉN.

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Un nuevo comienzo (Jeremías 31)

Un bosquejo para un sermón listo para predicar sobre Jeremías 31, adecuado para el Año Nuevo, por Pablo A. Jiménez.


Media


Rudimentos del sermón

Texto: Jeremías 31.7-14

Idea Central: Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

Área: Cuidado pastoral

Propósito: Motivar a la congregación a pensar positivamente sobre su relación con Dios.

Diseño: Expositivo, en ocasión del Día de Año Nuevo

Lógica: Inductivo

Bosquejo listo para predicar – Jeremías 31

Introducción

         El comienzo de año nos da la oportunidad de cerrar capítulos viejos y de abrir nuevos capítulos. Esto es muy importantes en términos psicológicos y sociológicos. Particularmente después de un año difícil, es importante poder decir que ese tiempo acabó y que comienzan tiempos nuevos. El Día de Año Nuevo marca un nuevo comienzo para cada persona y para toda la sociedad.

Puntos a desarrollar
A.     La realidad del sufrimiento

Y si hablamos de tiempos difíciles es porque la vida es dura para toda persona, en todo tiempo y en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene que luchar por la vida diariamente. Tenemos que procurar el bienestar propio, el de nuestros seres queridos y el de nuestra sociedad.

Empero, algunos tiempos son más difíciles que otros. En el caso del texto bíblico que hoy nos ocupa, el pueblo de Judá había sido conquistado por el Imperio de Babilonia. Los ejércitos extranjeros habían ocupado la Tierra Santa, manchándola de sangre. Y el liderazgo del pueblo fue deportado a campos de concentración en Babilonia. Esto dejó al pueblo dividido entre la masa de gente pobre que permanecía en Judá bajo el mandato militar extranjero y el liderazgo encarcelado lejos de su tierra.

La destrucción de Jerusalén, la ocupación militar de Judá y la deportación del liderazgo del pueblo dejó a los judíos a una profunda crisis. La crisis era política, económica, social, moral y religiosa. Tal parecía que el pueblo no tenía esperanza alguna.

B.     La promesa divina

En medio de esa crisis, Dios le ordena a Jeremías que profetice, ofreciendo palabras de esperanza. El mensaje es claro: el cautiverio tendrá fin y el pueblo volverá a su tierra oportunamente (Jer. 31.7-14, RVC):

«El Señor dice: “Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: ‘El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.’ Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. “Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” »

La promesa divina, proclamada por el profeta, demuestra el interés y la disposición de Dios para relacionarse con su pueblo. En particular, nos enseña que Dios está dispuesto a entrar en una nueva relación de pacto con nosotros. Es más, Jeremías 31.31-34 (RVR1960) afirma que Dios desea hacer un nuevo pacto con cada creyente.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

En el pasado, las palabras de Jeremías le dieron aliento y esperanza al pueblo de Dios. Quienes fueron deportados guardaron en sus corazones la promesa de libertad, enseñando a sus hijos y a sus hijas que el cautiverio no sería permanente. Por eso, cerca de 70 años después de llegar a Babilonia, el grupo de personas deportadas pudieron volver a la tierra de Judá.

Conclusión

         Y hoy, las palabras de Jeremías también deben darnos aliento y esperanza. La Biblia nos enseña que:

  • Aunque todos pasamos por momentos de crisis, el sufrimiento no es permanente.
  • Dios promete liberarnos del sufrimiento, causado por el pecado, la violencia y la maldad.
  • Y, más importante aún, Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.

         Sí, hermanos y hermanas, la buena noticia es que Dios desea hacer un nuevo pacto con nosotros. La pregunta que resta es si nosotros, ustedes y yo, estamos dispuestos a entrar en una nueva relación de pacto con Dios.

         Para entrar en esa relación, debemos examinar nuestras vidas.

  • ¿Qué tenemos que dejar de hacer?
  • ¿Qué tenemos que comenzar a hacer?
  • ¿Qué tenemos que volver a hacer?

         Respondamos con amor a la oferta divina, renovando nuestro pacto con Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN.

Jeremías 31
Un mensaje para el Año Nuevo
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¿Conoces su nombre? Una meditación para la Navidad

Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 9.6, apropiado para el día de Navidad.

Rudimentos

Texto: Isaías 9:6

Tema: Jesús desea tener una relación personal con usted.

Área: Evangelización

Propósito: Explorar el significado de la persona de Jesucristo.

Diseño: Expositivo, apropiado para el Día de Navidad

Lógica: Inductiva

Introducción

¡Cristo es la Navidad! ¡Jesús es el motivo de nuestra celebración! ¡La Navidad es la celebración del nacimiento de nuestro Señor!

Para la Iglesia, la Navidad es un tiempo de gran gozo. Celebramos la temporada navideña con alegría, dado que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien la Iglesia confiesa como Señor y Cristo.

Una celebración distinta

Ahora bien, queda claro que la forma como la Iglesia celebra la Navidad es distinta a la forma como el mundo la celebra. Mientras el resto de la sociedad canta a la comida, a la bebida y a la fiesta, la Iglesia celebra el milagro de la encarnación; celebramos a Dios con nosotros.

Y ese me lleva a plantear una pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?

Esa pregunta es de crucial importancia, dado que va a la médula del asunto. ¿A cuál Jesús celebramos? Es claro que muchos celebran a un Jesús que no tiene relación con  la figura de Jesús como se presenta en las Sagradas Escrituras.

  • Muchos celebran a un niño indefenso, que no tiene impacto alguno en sus vidas.
  • Otros celebran el nacimiento de una celebridad, de una persona famosa.
  • Y aún otros celebran una Navidad sin Cristo, que sirve como una mera excusa para la fiesta y el desenfreno.

Por eso repito la pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?

La promesa de Isaías

Esto nos lleva a la profecía de Isaías, recogida en el versículo 6 del capítulo 9:

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

En términos históricos, esta profecía se refiere al nacimiento de Ezequías, quien llegaría a ser Rey de Judá. Ezequías era hijo de Acaz, uno de los peores reyes que tuvo el Reino del Sur. De acuerdo a 2 Reyes 16, Acaz fue un idólatra que hasta llegó a sacrificar a uno de sus hijos a un ídolo. También se rindió voluntariamente ante los Asirios, tomando el tesoro el templo para pagar tributo a los extranjeros. Gracias a la profecía de Isaìas, el nacimiento de su hijo trajo esperanza al pueblo. Y Ezequías llegó a ser uno de los mejores reyes de Judá, destacándose por la forma tan vigorosa como combatió la idolatría (véase 2 Reyes 18 al 20).

Empero, en términos proféticos, la Iglesia ha afirmado por siglos que este es un texto mesiánico; un texto que se refiere a la llegada del Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.

Isaías habla del Mesías venidero de una manera particular. En lugar de describir sus características físicas o morales, Isaías enumera los nombres del Mesías. Y lo llama: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

  • Admirable consejero: Esta frase afirma la sabiduría del Mesías y asegura que dirigirá al pueblo con pericia.
  • Dios fuerte: La segunda frase recalca el poder del Mesías, quien puede combatir el mal y defender a los fieles.
  • Padre Eterno: La tercera frase sugiere que el Mesías infundiría seguridad a los creyentes, como un padre calma el corazón de sus hijos y de sus hijas.
  • Príncipe de paz: Y la cuarta frase describe al Mesías como el líder efectivo que puede traer un orden paz, protegiéndonos del caos.

A través de los siglos, la Iglesia ha afirmado que esta profecía se cumplió en la persona histórica de Jesucristo. El Maestro Galileo predicó un mensaje de justicia y paz, invitando al mundo a soñar con otra manera de vivir. Su proclamación aún nos invita a soñar con el Reino de Dios:

  • Un nuevo orden de justicia que se opone al caos;
  • Un nuevo orden de vida que se opone a las fuerzas de la muerte;
  • Un nuevo orden de luz que se opone a las tinieblas que amenazan a la humanidad.

Conclusión

¿Conoces su nombre? ¡Se llama Jesús de Nazaret!

Es el Mesías, el Señor y el Salvador de la humanidad. Es tu Señor y tu Salvador. Jesús quiere traer luz, vida y salvación a tu corazón. Jesús quiere tener una relación personal contigo. Y esa relación bien puede comenzar hoy.

¡Abre hoy to corazón al niño Dios!


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Mujer Virtuosa (Proverbios 31.10-31)

Mujer virtuosa es un manuscrito o bosquejo de un sermón listo para predicar, apropiado para el día de las madres, por el Dr. Pablo A. Jiménez.


Texto: Proverbios 31:10

Tema: La mujer que tiene fe en Dios llega a ser verdaderamente virtuosa.

Área: Desarrollo espiritual

Propósito: Invitar a la audiencia a pensar en las características de la mujer virtuosa.

Diseño: Sermón de ocasión especial

Lógica: Inductiva

Introducción

«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas», así comienza una de las porciones más hermosas de las Sagradas Escrituras. Se encuentra al final del libro de los proverbios, en el capítulo 31, a partir del versículo 10 y hasta el 31. Es un poema en forma de acróstico, donde cada una de las líneas comienza con una palabra que sigue el orden del alfabeto hebreo

La pregunta retórica apunta a una gran verdad, la virtud no abunda en nuestros medios. La gente tiende a vivir «a tontas y a locas», sin ponderar las consecuencias de sus actos. La persona simple termina viviendo para comer y comiendo para vivir. Se levanta y se acuesta pensando sólo en las necesidades físicas de hoy, sin sopesar las consecuencias de su conducta para el mañana.

Por eso es importante buscar y valorar la virtud. 

Por eso el poeta bíblico afirma el valor de la mujer. 

Por eso firma que una mujer virtuosa vale más que las piedras preciosas. 

Las características de la mujer virtuosa 

El poema comienza afirmando a la mujer con una palabra que puede ser traducida de varias maneras: virtuosa, capaz y noble (v. 10).

Después de afirmar el valor de la mujer, la palabra divina procede a describir las características de una mujer virtuosa. La mujer descrita en esta porción se distingue por su piedad y por sus buenos sentimientos. Además, es una mujer casada, de cierta posición social y con habilidades para el comercio. 

El texto comienza destacando la hermosa relación que la mujer virtuosa tiene con su esposo. Es una relación de confianza y mutualidad, pues el esposo sabe que su esposa siempre hace el bien. El texto dice:

(11) El corazón de su marido confía en ella

y no carecerá de ganancias. 

(12) De ella recibe el bien y no el mal

todos los días de su vida. 

¡Cuán hermoso es tener una relación basada en la mutua confianza! ¡Cuán hermoso es saber que nuestra pareja sólo nos hará el bien!

El texto pasa a describir la industria de esta mujer. 

(13) Ella busca la lana y el lino,

y trabaja gustosamente con sus manos. 

(14) Es como la nave del mercader,

que trae su pan desde lejos. 

(15) Siendo aún de noche, se levanta

para dar la comida a su familia

y la ración a sus criadas.

(16) Considera la heredad y la compra,

y con sus propias manos planta una viña. 

(17) Se ciñe firmemente la cintura

y esfuerza sus brazos. 

(18) Ve que van bien sus negocios;

su lámpara no se apaga de noche. 

(19) Aplica sus manos a la rueca

y sus dedos manejan el huso. 

Y,

(21) No teme por su familia cuando nieva,

porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas. 

(22) Ella se teje los tapices,

y de lino fino y de púrpura es su vestido. 

Además, 

(24) Teje telas y las vende,

y provee de cintas al mercader. 

Aquí debemos reconocer que esta mujer se aparta de la norma del mundo antiguo. La inmensa mayoría de las mujeres del pasado no tenían oportunidades de estudio o de trabajo. La industria y el comercio se veían como campos donde sólo los hombres podían transitar. 

Sin embargo, esta mujer tiene varios negocios: hace ropa, teje tapices y hasta compra y vende propiedades. Repito, esto no era común en el mundo antiguo. 

Lo interesante es que su interés comercial no empañó su corazón. Por el contrario, de acuerdo al v. 20, la mujer virtuosa «alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso».

Los valores de la mujer virtuosa

En la próxima sección podemos ver que esta mujer goza de una posición social muy alta. El v. 23 dice: «Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,cuando se sienta con los ancianos del país». Esta es una referencia a una práctica muy antigua, donde los hombres más prominentes de la ciudad–los líderes de los clanes familiares–se sentaban a la puerta de la ciudad para discutir el futuro de la ciudad y para juzgar los casos legales que el pueblo les presentaba. 

Esto es lo que vemos en el capítulo 4 del libro de Ruth, cuando Booz acude a la puerta de la ciudad donde un improvisado tribunal decide quién tiene derecho a casarse con la viuda moabita (4:1-12).

Por lo tanto, la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la esposa de un hombre importante; equivalente a alcalde o un legislador. Esto presenta un gran peligro para quienes leemos, estudiamos y exponemos este pasaje bíblico. Corremos el peligro de pensar de pensar que sólo las mujeres casadas, adineradas y prominentes son verdaderamente virtuosas.

Y esto sería un grave error. El valor de esta mujer no depende de su dinero, de su posición social o del trabajo de su esposo. Lo que distingue a esta mujer es su fe en Dios y los valores que se derivan de su fe. Por eso, los vv. 25 al 27 destacan su fuerza, su honor, su confianza, su sabiduría, su clemencia y su dedicación. 

(25) Fuerza y honor son su vestidura,

y se ríe de lo por venir. 

(26) Abre su boca con sabiduría

y la ley de la clemencia está en su lengua. 

(27) Considera la marcha de su casa

y no come el pan de balde. 

Conclusión

El texto termina enfocando precisamente en la fe y en los valores que distinguen a este mujer. Su valor es tal que su propia familia la alaba diciendo: 

(28) Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,

y su marido también la alaba: 

(29) «¡Muchas mujeres han hecho el bien,

pero tú las sobrepasas a todas!». 

Y el texto concluye con una advertencia que hoy, en nuestra cultura de la celebridad, cobra una importancia crucial: 

(30) Engañosa es la gracia y vana la hermosura,

pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. 

(31) ¡Ofrecedle del fruto de sus manos,

y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos! 

En resumen, lo que hace a una mujer verdaderamente virtuosa es su fe en Dios. Y este mensaje es una «buena noticia» para todas las mujeres en nuestro entorno:

  • Las casadas y las solteras;
  • Las viudas y las divorciadas;
  • Las madres y las que nunca han tenido hijos o hijas;
  • Las que gozan de posición social y las de condición humilde;
  • Las que tienen títulos universitarios y las que no tuvieron oportunidades de estudio;
  • Las que tienen negocios y las que son amas de casa;
  • Las jóvenes y las ancianas.

El mensaje para todas ustedes es el mismo: «La mujer que honra al señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30 DHH).

Mujer virtuosa
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GETSEMANI: Momento de Juicio (Marcos 14.32-42)

Un sermón sobre la oración de Jesús en Getsemani, basado en Marcos 14:32-42, apropiado para el Jueves Santo, de la Semana Santa.

Getsemani
Getsemani

Rudimentos

Texto: Marcos 14:32-42

Idea Central: En Getsemaní, nos encontramos con Jesús como el hijo obediente hasta la muerte, muerte de cruz por un pueblo que lo deja en la absoluta soledad.

Área: Desafío profético

Propósito: Que la audiencia se identifique con los discípulos de Jesús.

Diseño: Expositivo, apropiado para el Jueves Santo, de la Semana Santa

Lógica: Inductiva


Media


Manuscrito

Introducción

El jueves es el comienzo del fin. Al salir del “aposento alto ya dispuesto” (Mr. 14:15) donde tomaban la cena, Jesús y sus discípulos se enfrentan a la escena final que comienza y que les lleva al sufrimiento de la cruz.

Difícilmente hubieran podido encontrar un sitio más adecuado. Getsemaní, que significaba “molino de aceite”, era un pequeño jardín de olivos donde Jesús acostumbraba a meditar y que hoy se convierte en el lugar de encuentro con la voluntad de Dios.

Puntos a desarrollar

A. En Getsemaní, encontramos al Jesús-Hombre que se enfrenta a la exigencia terrible de Dios.

  1. Al llegar al jardín, el Señor divide a sus discípulos en dos grupos. Por un lado están Pedro, Juan y Jacobo, quienes siempre le acompañaban en los momentos más difíciles, y les insta a orar. Por otro, están el resto de los discípulos.
  2. En esos momentos Jesús hace una revelación que nos parece extraña: Jesús está angustiado y tiene miedo. El Señor se enfrenta—en su carácter de “Dios-ser humano”—con la realidad del futuro. Le espera una muerte terrible a manos de un grupo religioso dispuesto a romper su ley, por prenderle, y de un gobierno impersonal e injusto. Jesús se enfrenta a las consecuencias de su mensaje: Ha predicado la vida y el mundo le depara la muerte.
  3. Esta revelación de la angustia de Jesús debe parecernos extraña. Por lo regular, la historia celebra a aquellas personas que enfrentan la muerte en forma heroica o estoica, es decir, sin mostrar dolor o angustia. La historia recuerda a Sócrates por tomar la cicuta y morir plácidamente, sin mostrar sentimiento alguno. Pero ese no es el caso de Jesús.
  4. Tampoco tenemos en Jesús al místico para quien el cuerpo no importa porque lo importante es lo “espiritual”. El Señor no es un “gurú” que vive en el mundo como si la creación fuera la cárcel del alma.
  5. Mucho menos encontramos en Jesús la actitud de algunos “super espirituales” que se han metido en la Iglesia de Cristo y que ven a todo aquel que sufre, que llora y que está triste como un creyente de segunda categoría, que está enfermo porque no tiene suficiente fe.
  6. No, Jesús no se encuentra en ninguna de estas categorías. Jesús sufre porque es verdadero hombre, porque su humanidad no es un juego. El Señor se enfrenta a una muerte cruel e injusta que le obliga a dejar atrás la compañía y el amor de sus amigos. Jesús sufre porque es hombre, porque es siervo de Dios y porque el ministerio que Dios da en el mundo no evita el sufrimiento, sino que nos lleva a través del valle de la sombra de la muerte (Sal. 23:3).
  7. La humanidad de Cristo es sumamente importante para nosotros, porque no tenemos en él a un “Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hebreos 4:15).

B. En Getsemaní encontramos a Jesús-siervo el que está dispuesto a obedecer al Padre hasta la muerte.

  1. Ahora bien este siervo que sufre es uno que tiene una relación especial con su amo. Este “siervo” no es esclavo, es hijo. Es uno que tiene una relación más profunda de la que ha tenido ningún otro con Dios. El Siervo que sufre es el Mesías, el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Santo de Israel.
  2. Jesús es el único personaje en la historia de Israel que llamó a Dios “Padre” en forma personal. La palabra “abba ” es una expresión del lenguaje arameo, que era utilizada solamente por los niños pequeños para dirigirse a su padre. En este sentido, Jesús hace lo que sería la herejía frente a los fariseos de su época. Jesús llama a Dios “papa” o “papito”, algo que no había hecho ningún otro personaje en la historia de Israel, donde Dios aparece como el Padre del pueblo en su totalidad.
  3. Es este hombre con una relación especial con Dios el que se enfrenta con la copa amarga. Copa que no era otra cosa que el destino que Dios le tenía deparado para el futuro. Esto es importante, no es un destino preparado por los hombres, por las instituciones o poderes de su época. Nadie le quita la vida a Jesús, él la da voluntariamente (Jn. 10:18). La muerte de Jesús no es una muerte forzada por el pecado, sino que es instrumento de Dios en la revelación su justicia.
  4. En este sentido, es importante el uso de la palabra “copa” y de la frase “la hora señalada”. Los judíos utilizaban estas frases para hablar del tiempo futuro, en el cual el Reino de Dios se haría una realidad para todo el pueblo. Con la palabra “copa” se hablaba del momento en que la salvación llegaría a todo el mundo, en la manifestación del momento de Dios.
  5. En este sentido, vemos claro el motivo de la obediencia del Hijo. Jesús obedecía la exigencia de Dios porque su muerte sería instrumento, camino, puente por el cual llegaría la manifestación poderosa del Reino de Dios para todo el mundo. Su muerte—el tomar la “copa”—marcaría “la hora señalada” por la cual Dios llegaría a la humanidad y todo creyente recibiría el “Espíritu de Adopción” que le capacitaría para decir “abba, Padre” (Ro. 8:15; Gal. 4:16).

C. En Getsemaní vemos a Jesús dispuesto a sufrir por el pueblo pecador que lo deja solo.

  1. En este momento, hemos llegado al punto de preguntar cuál fue el significado para los discípulos de aquella noche de oración. Si para Jesús el jardín de oración es angustia y obediencia, debemos preguntarnos que significó el Monte de los Olivos para aquellos que acompañaban al Señor en aquella noche crucial. Este es el momento de ver qué significa Getsemaní para los discípulos del Señor.
  2. Getsemaní es lugar de llamado, de vocación y de comisión. El monte es el lugar escogido por Dios para asignar a los discípulos una tarea especial: Getsemaní es llamado divino a velar en oración. Velar no solo en el sentido de “romper una noche” sino, de vigilar y estar atento a la voluntad que Dios que nos revela. De este modo, el “velad” que les ordena el Maestro a sus discípulos transciende el tiempo y se convierte en un mandato a seguir la voluntad de Dios en forma inquebrantable.
  3. Pero si bien, por un lado, Getsemaní es lugar de llamado y comisión, por otro, el monte es también lugar de flaqueza. Flaqueza que se expresa en el sueño, en la dejadez, y en la ceguera ante la llegada de los acontecimientos que se temían. La “debilidad” de los discípulos consiste en no tener la sabiduría de Dios y el discernimiento para leer en los signos de los tiempos que el mal estaba a la mano, dispuesto a destruir a su Maestro. La “debilidad de la carne” no consiste sólo en el cansancio físico sino que nos habla principalmente de la condición humana; del pecador que se resiste a hacer la voluntad divina y que siembre busca su propia comodidad.
  4. Es precisamente esa debilidad la que nos lleva al fracaso. Fracaso de no poder velar una hora; fracaso de resistir el Espíritu de Dios—el cual está siempre dispuesto—y seguir la pereza; fracaso de dejar solo al Maestro en la lucha; fracaso de no poder resistir a los pecadores que se llevan a nuestro Señor; fracaso que nos lleva a salir corriendo desnudos (Mr. 14:52) y a negar a nuestro Señor (Mr. 14:66-72).
  5. Getsemaní es el lugar donde todos abandonamos a Jesús—donde todos le fallamos—y le dejamos absolutamente solo, luchando contra el pecado por nosotros.
Conclusión

Como Iglesia, el Señor que se da por nosotros nos llama a velar en oración por un mundo que se pierde. Somos con quien único el Señor cuenta a su lado en esta lucha contra los elementos del mundo. Pudiera usar ángeles, legiones de ángeles, con sólo una palabra suya. Empero, nos ha escogido como mensajeros suyos. El Señor cuenta con nosotros. Sin embargo, hoy le hemos fallado; le hemos dejado solo: “Ahora ya podéis dormir y descansar, Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores” (v. 41).

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