Este sistema se explica, entre otras publicaciones, en el libro Principios de Predicación & en La Biblia para la Predicación. Puede adquirir estos materiales por medio de Amazon.com o puede acceder a la sección de libros de www.drpablojimenez.com:https://drpablojimenez.com/libros/
Me place compartir esta entrevista al Dr. Samuel Pagán, uno de los más grandes expertos en el campo de la traducción y el estudio de la Biblia en el mundo de habla hispana.
El Dr. Pagán es autor de más de 50 libros, muchos de los cuales usted puede adquirir por medio de Amazon.com. Del mismo modo, el Dr. Pagán enseña en varios seminarios, entre los cuales se destaca el Seminario Teológico Gordon-Conwell. También lleva grupos de peregrinos a Israel.
Espero que disfruten a saciedad esta entrevista al Dr. Samuel Pagán.
En la vida de todo ser humano hay un momento clave cuando nos preguntamos si la vida puede ser distinta. Es un momento donde podemos en duda lo que la gente considera “normal”. Es el nacer de una pequeña esperanza de cambio.
Preguntar “¿Y si al vida fuera distinta?” nos lleva a considerar posibilidades de cambio, atrevernos a hacer lo antes impensado, y a soñar con un nuevo futuro.
Sin embargo, la mera pregunta sobre la posibilidad de cambio no basta. Falta un elemento adicional: la fe. Es la fe en Dios, revelado en la persona de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, lo que nos permite considerar un nuevo futuro.
Jesús recompensó tanto los valores como la acción de esta mujer visionaria, que se atrevió a decir la verdad que todos conocían, pero que nadie quería nombrar. Eso le llevó a aceptar con humildad su regalo tan extravagante.
Y hoy, ese mismo Jesús—quien vive para siempre—está aquí, presto a darte “las fuerzas necesarias por medio de la fe, de manera que puedas transformar tu vida, en el nombre del Señor.”
La soledad es una constante en la vida de quienes ocupan posiciones de liderazgo. A pesar de que las personas que ejercen liderazgo viven rodeadas de gente, algunas funciones sólo pueden llevarse a cabo en soledad.
Escuche el podcast basado en este escrito:
Esto se debe a que el liderazgo requiere meditación, análisis y ponderación. Si bien hay tiempos de estar al frente de un grupo, marchando, hablando u orientando, también hay tiempos de estar a solas con Dios y con nuestra conciencia. Ser líder requiere integridad y la integridad requiere auto-examen.
El problema es que la vida no se detiene. En ocasiones, quien es líder necesita retirarse a reflexionar, pero los afanes de la vida le llaman a estar al frente del pueblo y a cumplir con su labor. Cuando eso pasa, los y las líderes se agotan, pierden perspectiva y pierden efectividad.
Jesús en solitario
La Biblia contiene innumerables historias de líderes religiosos que sirvieron a Dios en tiempos de crisis, tanto personales como nacionales. Pudiéramos ilustrar la soledad del liderazgo con episodios de la vida de Moisés, de David, o de Elías, entre muchos otros.
Moisés pasó tiempo a solas con Dios, en el Monte Sinaí (Éxodo 24.15-18).
David pasó tiempo en el desierto (1 Samuel 23.14).
Y el Profeta Elías se refugió en el Monte Horeb (1 Reyes 19.8)
Sin embargo, Jesús de Nazaret es nuestro modelo de liderazgo por excelencia. Por eso, hoy ilustraremos la soledad del liderazgo con un episodio de la vida de Jesús.
Lucas 9.51 es uno de los textos más importantes del Evangelio según San Lucas: «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (RVR 1960)
Este pasaje habla sobre la decisión más difícil que Jesús jamás tomó. El Maestro Galileo entendía que tenía una misión muy especial que cumplir; una misión que le había sido dada por Dios. La misión requería viajar a Jerusalén, la capital de Judea, para enfrentar a las autoridades políticas y religiosas. Jesús debía desenmascarar a los líderes falsos que oprimían y mataban al pueblo. Empero, en el proceso de confrontación Jesús se jugaría la vida.
Aunque Lucas no narra cuanto Jesús sufrió en el proceso de tomar la decisión de viajar a Jerusalén, el Evangelio lo da a entender por medio de un recurso literario. Lucas cuenta que en tres ocasiones Jesús se retiró a orar por largo tiempo antes de tomar la decisión.
Lucas 5.16 dice que Jesús se retiraba a «lugares desiertos» para orar: «…pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar» (RVC).
Lucas 6.12 cuenta que, en una ocasión, Jesús pasó toda una noche orando: «Por esos días Jesús fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (RVC).
Y Lucas 9.28 afirma que Jesús subió a orar con Pedro, Juan y Jacobo, su círculo más íntimo de líderes: «Como ocho días después de que Jesús dijo esto, subió al monte a orar, y se llevó con él a Pedro, Juan y Jacobo» (RVC).
Podemos inferir que Jesús se retiraba a orar constantemente porque estaba ponderando a solas la decisión de subir a Jerusalén.
Afirmó su rostro
Lucas 9.51 (RVR 1960) dice que Jesús «afirmó su rostro» para ir a Jerusalén. Esa es una frase hermosa, de alto contenido poético. Describe la valentía de Jesús, quien le dio cara a la situación con arrojo y con integridad. Otras versiones de la Biblia traducen el texto de las siguientes maneras:
Reina-Valera Contemporánea (RVC): «Se acercaba el tiempo en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a Jerusalén.»
Nueva Versión Internacional (NIV): «Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.»
Nueva Traducción Viviente (NTV): «Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén.»
Dios Habla Hoy (DHH): «Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén.»
Un punto que no debemos pasar por alto es que Jesús toma la decisión cuando «se cumplió el tiempo adecuado». Esto nos recuerda que en griego existen dos palabras para describir el tiempo: «chronos» y «kairós». La primera se refiere al aspecto cuantitativo del tiempo, es decir, al tiempo que se mide. La segunda palabra, «kairós», se refiere al aspecto cualitativo del tiempo. Es decir, se refiere al «momento adecuado» para hacer algo.
Jesús decide subir a Jerusalén en el «kairós» de Dios; es decir, en el tiempo adecuado y en el momento oportuno señalado por el Padre Celestial. Movido por la certeza de actuar en la plena voluntad de Dios, Jesús cancela todo otro compromiso y decide caminar a Jerusalén.
¿Qué habría de encontrar en Jerusalén? Allí encontraría muchos elementos contradictorios, tales como:
Una multitud que lo aclamaría con gozo, declarándolo «Hijo de David».
El liderazgo religioso tradicional, que lo recibiría con desprecio y desdén.
La guardia del templo, que lo arrestaría.
El parlamento judío, conocido como el Sanedrín, quien lo juzgaría de manera ilegal.
Y el liderazgo político y militar romano, quien lo juzgaría de manera sumaria y lo condenaría a muerte.
Como todo buen líder, Jesús intuía el terrible costo de su viaje a Jerusalén. Pero aún así, «afirmó su rostro» para subir a la Ciudad Santa.
Las voces que distraen
No debemos perder de vista que, una vez tomada la decisión, toda una serie de personas se atravesaron en el camino de Jesús. Algunas lo hicieron de buena fe y otras con agendas ocultas, pero todas terminaron entorpeciendo la misión de Jesús.
El caso más escandaloso es el Juan y Jacobo quienes responden de manera desmedida a una situación incómoda. Jesús y sus discípulos fueron rechazados por habitantes de algunas aldeas samaritanas (Lucas 9.52-53). Ofendidos, Juan y Jacobo tuvieron el siguiente intercambio con Jesús:
Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces, volviéndose él, los reprendió diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.– Lucas 9.54b-56 (RVR 1960)
Nótese que la pregunta de los discípulos denota ignorancia, pues desconocían el carácter de Jesús. Es evidente que Jesús nunca hubiera deseado la muerte de los samaritanos y es evidente que Jesús nunca hubiera usado el poder divino para la venganza. Sin embargo, Juan y Jacobo le hacen perder el tiempo con una pregunta tonta.
También se aparecen en el camino otros hombres que se ofrecen a seguir a Jesús. El primero le dijo con gran entusiasmo: «Señor, te seguiré adondequiera que vayas» (9.57). Podemos intuir que el hombre deseaba seguir a Jesús para alcanzar fama y fortuna, porque Jesús le hizo una advertencia solemne:
Las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza.– Lucas 9.58 (RVR 1960)
El segundo responde al llamado al discipulado diciendo: «Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre» (Lucas 9.59). Con esto quería decir que deseaba dedicarse a cuidar de sus padres—quienes probablemente no estaban ni enfermos en el momento—hasta que murieran, antes de dedicarse a seguir a Jesús. Jesús responde a sus excusas, diciendo
Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el reino de Dios. – Lucas 9.60 (RVR 1960)
Y el tercero responde de manera similar al anterior, pues se ofrece a seguir a Jesús sólo después de atender sus responsabilidades familiares (9.61). Y una vez más, Jesús responde con palabras duras, diciendo:
Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios . – Lucas 9.62 (RVR 1960)
Liderazgo y soledad: Siete lecciones para líderes pastorales
Esta historia nos enseña siete importantes lecciones sobre el liderazgo cristiano:
En momentos de crisis, quien tiene la responsabilidad de ser líder debe tener una visión clara de la misión que Dios le ha encomendado.
El sentido de misión es la fuente principal de inspiración para quienes ejercen el liderazgo cristiano.
Las cargas del liderazgo se aligeran cuando tenemos una vida espiritual saludable.
Es importante retirarse, a solas con Dios, para enfocarnos en la misión que el Señor nos ha encomendado.
Podemos compartir con Dios las cargas del liderazgo que no podemos compartir con nadie más.
Es crucial que ejerzamos el discernimiento espiritual, de manera que podamos actuar en el «kairós» de Dios, es decir, en el momento oportuno que Dios ha determinado para que llevemos a cabo las tareas relacionadas a la misión.
El liderazgo requiere audacia y valentía. En momentos críticos, debemos «afirmar nuestro rostro» para cumplir la misión.
En resumen, peligros siempre habrá, como también problemas a granel y voces que intentarán distraernos. No debemos, pues, prestar atención a quienes intentan distraernos de la misión, tratando de que perdamos el foco. En esos momentos críticos, sigamos, pues, el ejemplo de Jesús:
Afirmemos nuestro rostro para cumplir la misión que Dios ha puesto en nuestras manos.
El debate sobre quién mató a Jesús nos obliga a considerar cuestiones políticas y étnico-raciales, no solo cuestiones teológicas. El hecho es que durante siglos el cristianismo culpó al pueblo judío por matar a Dios en Cristo. Los judíos fueron acusados de «deicidio», vocablo que significa «matar a un dios». Esta falsa acusación legitimó la persecución y el genocidio del pueblo judío. Fue simplemente una estratagema malvada para justificar actitudes racistas contra todo un grupo étnico. Como comunidad cristiana, debemos arrepentirnos de nuestra herencia racista y rechazar cualquier nuevo intento de legitimar la intolerancia contra los judíos.
Habiendo dicho esto, la pregunta persiste: ¿Quién mató a Jesús? En cierto sentido, la respuesta es simple: Jesús de Nazaret fue asesinado por oficiales del Imperio Romano, porque lo vieron como una amenaza para la estabilidad política de Judea. En particular, las fuerzas de seguridad romanas decidieron asesinar a Jesús por tres razones, que lo convirtieron en un hombre marcado:
Su predicación del Reino de Dios (véase Marcos 1.14-15, Mateo 4.12-17 & Lucas 4.1-13).
Su acto profético de dirigir un desfile de personas que lo aclamaban como el «Hijo de David» y, por lo tanto, como heredero al trono de Judea (Marcos 11.1-11, Mateo 21.1-11, Lucas 19.28-40 & Juan 12.12-19).
Y, finalmente, por el alboroto que provocó en el Templo, donde prácticamente lideró un motín, cuando condenó la explotación económica de quienes iban al Templo de Jerusalén para presentar ofrendas y sacrificios. (Marcos 11.15-19, Mateo 21.12-17 & Lucas 19.45-48, compárelo con Juan 2.13-22).
En fin, ¿quienes mataron a Jesús? A Jesús lo mataron oficiales extranjeros de un ejército extranjero de ocupación que servía a un rey extranjero.
Sin embargo, no podemos entender de manera cabal la ejecución de Jesús aparte de ese fenómeno político llamado «colonialismo». Este es el sistema político y económico por medio del cual un estado extranjero domina y explota a un estado más débil. Como cualquiera que haya vivido en una colonia puede testificar, las colonias están gobernadas por dos grupos de personas: Los representantes de la potencia extranjera (generalmente oficiales políticos, financieros y militares); y personas locales que apoyan a los invasores extranjeros. Algunos de estos líderes locales apoyan a los invasores porque los ven como liberadores que traerán progreso y prosperidad. Sin embargo, muchos de los líderes locales que colaboran con las potencias extranjeras lo hacen simplemente porque se lucran de la invasión. Su «oficio» es ser los mediadores entre el imperio y la colonia. Si están en el poder, es porque son los portavoces de los extranjeros.
Durante el primer siglo de la Era Cristiana, Judea era una colonia de Roma. Por lo tanto, Jesús fue asesinado por oficiales judíos que servían a los romanos; por oficiales romanos que consideraban que «solo estaban haciendo su trabajo» y por un Imperio asesino que buscaba mantener la hegemonía sobre una tierra extranjera.
Para decirlo con mayor claridad, Jesús fue asesinado por un sistema político colonialista y racista, que decidió eliminarlo por considerarlo como una amenaza a su hegemonía política, financiera y militar.
A la distancia, es fácil juzgar a quienes participaron en el asesinato de Jesús. La claridad que nos dan los casi dos milenios que han pasado desde su ejecución, nos permitan ver que los enemigos de Jesús de Nazaret tomaron la decisión equivocada.
Lo difícil es ver que usted y yo estamos en una situación similar a la del pueblo judío en el primer siglo de la Era Cristiana. Al igual que ayer, hoy todo ser humano tiene que escoger a quién ha de servir: Al único y verdadero Dios o a los imperios de este mundo. El dilema es claro: Podemos servir al Dios de la Vida o podemos servir a las fuerzas del mal, del pecado y de la muerte. Quienes escogemos servir al Dios revelado en Jesucristo debemos estar preparados para sufrir por la causa del Evangelio. Empero, quienes escojan servir a las fuerzas del mal, seguirán matando gente en nombre de los imperios de este mundo. De forma metafórica, podemos decir que seguirán crucificando a Jesús, quien se solidariza con todas las víctimas de la violencia, del pecado y del mal.
El llamado de Dios es claro:
Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan; y para que ames al Señor tu Dios, y atiendas a su voz, y lo sigas, pues él es para ti vida y prolongación de tus días.
Deuteronomio 30.19-20a (RVC)
¡Escojamos, pues, la Vida, en el nombre del Señor Jesucristo. AMÉN!
PREDIQUEMOS es un podcast dedicado a la predicación, el liderazgo cristiano y la teología pastoral, producido por el Dr. Pablo A. Jiménez. Presentamos el episodio inaugural de este podcast, que habla sobre el tema: ¿Qué es la predicación bíblica?
Tema: Dios nos llama a crecer constantemente en la fe.
Área: Educación cristiana
Propósito: Llamar a la juventud a buscar el crecimiento espiritual.
Diseño: Temático
Lógica: Inductiva
Introducción
La juventud es tiempo de grandes cambios. Es el tiempo cuando pasamos de la niñez a la edad adulta; de ser personas dependientes a ser personas independientes.
En nuestros días, la sociedad ha añadido una carga a la juventud. Ahora la sociedad nos exige que afirmemos nuestra identidad durante la adolescencia temprana (13 a 18 años).
Más que identidad, la sociedad nos exige que escojamos y afirmemos nuestras identidades. Es decir, que indiquemos cual es nuestra identidad:
Étnica
Sexual
Vocacional
Religiosa
1 Corintios 15.58
La identidad cristiana
Las personas que creemos en Jesucristo, que afirmamos que Jesús es nuestro Señor y Salvador, tenemos una identidad religiosa. Cuando nos llamamos «cristianos» o «cristianas», estamos tomando para nosotros mismos el nombre de Jesucristo. La persona que se llama a sí misma «cristiana», está afirmando que le pertenece a Jesucristo.
¿Qué es lo que nos da esa identidad como personas cristianas? Nuestra identidad cristiana se deriva de la fe en Jesucristo. Es la fe en Dios, en Jesucristo su hijo, y en el poder del Espíritu Santo lo que nos permite llamarnos a nosotros mismos «cristianos».
Ahora bien, la fe en Jesús no se queda en el plano de la ideas. Por el contrario, la fe en Jesús se demuestra por medio de nuestras acciones:
Demostramos fe en Jesús cuando nos unimos a una iglesia cristiana donde podemos crecer en la fe de Jesucristo.
Demostramos fe en Jesús cuando le adoramos de todo corazón.
Demostramos fe en Jesús cuando oramos a Dios, pidiendo dirección y
protección para nuestras vidas.
Demostramos fe en Jesús cuando estudiamos la Biblia, buscando dirección y crecimiento espiritual.
Demostramos fe en Jesús cuando testificamos de su amor, compartiendo nuestra experiencia de Dios con otras personas.
Fe y conducta
Todos estos elementos son importantes para la vida cristiana. Tenemos que practicar las disciplinas espirituales, tales como la congregación con otras personas de fe, la oración, la adoración, la lectura de la Biblia y el dar testimonio de Jesucristo.
Sin embargo, la fe cristiana se demuestra de otras maneras. Por ejemplo, la Epístola a Santiago dice lo siguiente: «Delante de Dios, la religión pura y sin mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y en mantenerse limpio de la maldad de este mundo» (Sant. 1.27, RVC).
Santiago afirma que la verdadera religión se demuestra por medio de la conducta; por medio de obras de fe motivadas por el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones. Por eso, el Apóstol dice:
Hermanos míos, ¿de qué sirve decir que se tiene fe, si no se tienen obras? ¿Acaso esa fe puede salvar? Si un hermano o una hermana están desnudos, y no tienen el alimento necesario para cada día, y alguno de ustedes les dice: «Vayan tranquilos; abríguense y coman hasta quedar satisfechos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso? Lo mismo sucede con la fe: si no tiene obras, está muerta.Pero alguien podría decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.» Tú crees que Dios es uno, y haces bien. ¡Pues también los demonios lo creen, y tiemblan! ¡No seas tonto! ¿Quieres pruebas de que la fe sin obras es muerta? ¿Acaso nuestro padre Abrahán no fue justificado por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe de Abrahán actuó juntamente con sus obras, y que su fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: «Abrahán creyó a Dios, y eso le fue contado por justicia»,(E) por lo que fue llamado «amigo de Dios». Como pueden ver, podemos ser justificados por las obras, y no solamente por la fe. Lo mismo sucedió con Rajab, la prostituta. ¿Acaso no fue justificada por las obras, cuando hospedó a los mensajeros y los ayudó a escapar por otro camino? Pues así como el cuerpo está muerto si no tiene espíritu, también la fe está muerta si no tiene obras.
Santiago 2.14-26, RVC
La fe se demuestra, pues, por medio de nuestra conducta. El escenario de la fe no es la iglesia. Es relativamente fácil ser cristiano en un ambiente como el que ofrece una congregación cristiana o un lugar de retiro de ambiente cristiano. El verdadero escenario de la fe es el mundo, es la sociedad donde vivimos:
Probamos nuestra fe en el seno de la familia, donde interactuamos con las personas más importantes en nuestras vidas.
Probamos nuestra fe en nuestros lugares de estudio y trabajo, donde interactuamos regularmente con el mismo grupo de personas.
Probamos nuestra fe en la calle, donde interactuamos con extraños en relativo anonimato.
Empero, también probamos nuestra fe cuando nos encontramos a solas, cuando nadie nos ve:
¿Cuáles son los pensamientos que nos asaltan cuando estamos a solas?
¿Cómo usamos el Internet? ¿Qué lugares visitamos? ¿Con quién «chateamos»?
¿Qué decimos en nuestras conversaciones?
¿Cuáles son nuestros planes para el futuro? ¿Cuáles son nuestros anhelos y deseos?
Fe e integridad
Ahora bien, existe otro elemento importante para el crecimiento en la fe cristiana. Sin este elemento, un creyente no puede alcanzar el desarrollo espiritual necesario para ser un líder en la obra cristiana. Ese elemento es la integridad.Leamos 1 Corintios 15:58 (RVC), que dice: «Así que, amados hermanos míos, manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor, seguros de que el trabajo de ustedes en el Señor no carece de sentido.»
Notemos el lenguaje que usa el pasaje para recalcar la importancia de la integridad. En primer lugar, el texto exhorta a los creyentes a estar «firmes y constantes». Para comprender lo que el Apóstol Pablo desea decir, es necesario recordar que este versículo forma parte de una carta a la Iglesia en Corinto. La historia nos enseña que Corinto era una ciudad portuaria famosa por su decadencia y por su corrupción. Corinto era tan famosa por sus prostíbulos, que servían a los marineros que atracaban en sus puertos, que los griegos de cualquier ciudad llamaban a las prostitutas «chicas de Corinto».
Además, cuando leemos la carta a los Corintios vemos que esta era una iglesia problemática, donde algunos creyentes:
Estaban divididos en grupos que luchaban unos contra otros por el control de la congregación (1 Co. 3).
Tenían una vida sexual desordenada, como el hombre que enamoró a su
madrastra (1 Co. 5).
Entablaban demandas legales los unos contra otros en los tribunales paganos (1 Co. 6:1‐11).
Se humillaban mutuamente cuando compartían alimentos y celebraban la cena del Señor (1 Co. 8 y 11:17‐34).
Por lo tanto, debe quedar claro que Pablo llama a los corintios a afirmarse en la fe, precisamente porque eran débiles en la fe.
En segundo lugar, el texto llama a los creyentes a crecer en la obra del Señor. Ese crecimiento debe ser constante; debe darse «siempre». Los creyentes, pues, nunca alcanzamos la plena madurez espiritual en este mundo. Por eso, el crecimiento en la fe debe ser constante. No importa su edad, usted debe estar buscando crecer en la fe de Jesucristo.
En tercer lugar, 1 Corintios 15:58 nos recuerda que «nuestro trabajo en el Señor «no carece de sentido» (RVC) o «no es en vano» (RVR 1960). Por lo regular, las cosas que hacemos para agradar al Señor benefician a personas en necesidad. El mundo está lleno de dolor; de personas que sufren debido a problemas familiares, enfermedades y otras experiencias negativas. La fe nos permite ministrar a personas en necesidad.
Quienes predicamos el Evangelio rara vez tenemos la oportunidad de saber hasta qué punto nuestras palabras llegan a la gente en necesidad. Sin embargo, en algunas ocasiones alguien se acerca a nosotros y nos da testimonio de lo que Dios está haciendo en sus vidas. Esos testimonios nos ayudan a continuar creciendo en la fe y trabajando para el Señor. Esos testimonios nos recuerdan que nuestro trabajo en el Señor «no es en vano».
Conclusión
Dios nos llama a crecer constantemente en la fe de Jesucristo. Y si decimos «constantemente» es porque el crecimiento en la fe requiere integridad. La integridad es esencial para el crecimiento y el desarrollo en la fe.
Yo sé que ustedes enfrentan grandes presiones, presiones nuevas a las cuales no están acostumbrados.
Algunas de sus amistades se burlan de ustedes. Esto les causa angustia, porque se sienten rechazados socialmente en un tiempo donde las amistades llegan a ser más importantes que sus propios familiares.
Otros se sienten presionados por su sexualidad. La juventud es el tiempo cuando uno despierta a su propia sexualidad. Uno comprende que la sexualidad es una fuente de placer, pero que su manejo requiere responsabilidad. También uno comprende que la sexualidad puede ser usada como un arma, que el mal uso de la sexualidad puede convertirnos en víctimas o en verdugos.
Aun otros enfrentan problemas con todas las substancias y condiciones que pueden convertirse en adicciones. Los medicamentos, las drogas ilícitas, el alcohol, la pornografía y hasta las sensaciones de peligro pueden convertirse en focos de adicción. Las adicciones nos dan placer por un tiempo que cada vez es más corto, mientras se convierten en fuentes de angustia y vergüenza.
Ante todas estas presiones, Dios nos llama a crecer constantemente en la fe. ¿Por qué? Porque la fe es nos ayuda a enfrentar a vencer todas estas presiones, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Amor: Si hay una palabra que nos lleva a pensar en la grandeza de Dios es, precisamente, amor. Del mismo modo, la palabra amor define la Navidad como ninguna otra. Quien nace humilde en el pesebre de Belén es Emanuel, “Dios con nosotros”, el amor hecho carne para bendición de toda la humanidad.
Hoy exploraremos ese amor desde una perspectiva diferente, meditando sobre las enseñanzas de la Epístola del Apóstol Pablo a Tito, un texto bíblico que no es muy conocido en nuestras congregaciones.
La Epístola de Tito
Cuando pensamos en Tito, pensamos en 1 y 2 Timoteo. En conjunto, estas tres cartas se conocen como “Las Epístolas Pastorales”, dado que recalcan la organización de la Iglesia Primitiva.
Allí encontramos enseñanzas sobre temas relacionados al liderazgo de la Iglesia, tales como los requisitos para servir como anciano o anciana, diácono o diaconisa y para puestos que ya la Iglesia no tiene, tales como el de la “viuda” (que era ocupado por ancianas solitarias que eran mantenidas por la Iglesia).
Por esta razón, rara vez se escuchan sermones sobre estas epístolas, a menos que se hable sobre la organización de la iglesia, sobre el ministerio o sobre los diversos aspectos administrativos de la Iglesia.
Cuando se manifestó la bondad
Por eso es tan sorprendente encontrar en esa corta epístola un pasaje cuyo contenido teológico es tan exquisito que rivaliza el contenido de otras epístolas paulinas, tales como Romanos, Gálatas y Efesios.
Me refiero a Tito 3, versículos del 4 al 7, que lee de la siguiente manera:
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Enumeremos brevemente los muchos temas que este corto texto trata de manera tan condensada. Este pasaje bíblico habla sobre:
La revelación o manifestación de Dios, a quien el ser humano sólo puede conocer si el Señor decide revelarse a la humanidad.
De las cualidades o atributos de Dios, entre los cuales se encuentran la bondad y el amor.
De la salvación por gracia, por medio de la fe en Dios. Los seres humanos alcanzamos salvación por la pura misericordia divina, no por nuestras obras ni por nuestras buenas acciones.
El texto habla sobre el bautismo, al que describe como el “lavamiento de la regeneración”. Es decir, que por medio del bautismo el ser humano es hecho nueva criatura, dejando atrás la vida vieja y los pecados de ayer.
No podemos olvidar la referencia a la obra del Espíritu Santo de Dios, que Jesucristo ha derramado sobre la Iglesia para salvación de toda la humanidad.
El tema de la justificación también se encuentra presenta, recalcando que Dios nos convierte en personas justas de manera gratuita, por pura gracia divina.
Todo esto es una herencia espiritual a la cual las personas que llegan a ser hijas de Dios por medio de la fe pueden aspirar.
Finalmente, el tema de la esperanza también está presente. Lo encontramos como esperanza de vida eterna, de vida perdurable, de vida en un un mundo asediado por las fueras de la muerte.
Conclusión
Todo esto toma un tinte distinto cuando lo leemos durante la temporada navideña. Hoy lo vemos con toda claridad: El nacimiento de Jesús de Nazaret es la plena manifestación de la bondad divina; es la plena revelación de los propósitos salvíficos de Dios para con la humanidad.
Por eso hoy damos gracias a Dios por Cristo: por su nacimiento, por su vida, por sus enseñanzas, por su sacrificio en la cruz y por su obra salvífica a favor de toda la humanidad.
Damos gracias a Dios por Cristo, nuestro Señor. AMÉN
[1] Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro,[2] y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en su casa: [3] Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Acción de Gracias
[4] Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, [5] Porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; [6] para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. [7] Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.
Pablo intercede por Onésimo
8] Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, [9] más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; [10] te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, [11] el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, [12] el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. [13] Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; [14] pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. [15] Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; [16] no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuándo más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
Exhortación a aceptar a Onésimo
[17] Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. [18] Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. [19] Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo te me debes también. [20] Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. [21] Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo. [22] Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido.
Salutaciones y bendición final
[23] Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, [24] Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. [25] La gracia de vuestro señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
Estudio bíblico sobre Filemón
Introducción
¿Cuán útil soy para Dios? ¿Cuánto valor tengo ante Dios, ante la sociedad y ante mi mismo? ¿Para qué sirvo? ¿Qué cosas productivas puedo hacer en la vida?
Medita
¿Te has sentido, alguna vez, que tus seres queridos te menosprecian?
¿Has dudado de tu propio valor?
¿Encuentras que es muy difícil decidir lo que harás en el futuro?
Ejercicio #1
En la vida encontramos tiempos difíciles. A veces, uno se siente en una encrucijada: hay tantos caminos que no sabemos por donde orientar nuestras vidas.
En este estudio veremos la historia de una persona que pasó por momentos muy difíciles. A pesar de esto, por medio de la fe, pudo reorientar su vida. Pasemos, pues, a considerar la historia de Onésimo.
Contexto
A. Contexto Literario
La historia de Onésimo se encuentra en la carta del Apóstol Pablo a Filemón. Esta es la carta más corta de todas las epístolas del Apóstol. También, es la epístola que más se asemeja a una carta personal, aunque está dirigida no sólo a Filemón sino a la Iglesia que se reúne en su casa (v. 1b).
B. Contexto Histórico
Esta epístola fue escrita por el Apóstol a mediados del primer siglo. La fecha y el lugar exacto de composición nos es desconocido, aunque podemos afirmar que esta epístola se escribió, probablemente, al final del ministerio del Apóstol.
Pablo–quien se califica a si mismo como “anciano”–se encontraba en la cárcel (v. 9). Allí conoció a un esclavo que se había escapado de la hacienda de su amo. El esclavo, llamado Onésimo, se convirtió a la fe cristiana. De acuerdo a la ley romana, los esclavos que escapaban debían ser devueltos a sus amos. Por su parte, los amos tenían el derecho de castigar severamente, hasta con la pena de muerte, a los esclavos recuperados. También aquellos que ayudaran a un esclavo en esta situación debían responder económicamente al amo.
En este caso, el amo de Onésimo era Filemón, un hombre cristiano. Pablo conocía bien a Filemón (vea los vv. 4-7). La carta sugiere que Filemón conoció el Evangelio a través del ministerio de Pablo (v. 19). Por lo tanto, le escribe pidiéndole que reciba a Onésimo con amor y no con castigo.
En este punto debemos plantear la siguiente pregunta: ¿Cuál era la actitud de Pablo ante la esclavitud? Muchos comentaristas entienden que Pablo ve la esclavitud como un fenómeno común a su época. Pero estos comentaristas no han podido apreciar la radicalidad del pedido del Apóstol. En el v. 16, Pablo le ruega a Filemón que reciba a Onésimo “no ya como esclavo, sino…como hermano amado.” De esta manera, Pablo afirmaba que la solidaridad que alcanzamos los creyentes por medio de la fe en Cristo Jesús nos libera de las estructuras sociales que oprimen y dividen a la humanidad.
Estructura literaria
La carta puede dividirse de la siguiente manera:
Saludos: vv. 1-3
Acción de gracias: vv. 4-7
Cuerpo de la carta: Pablo intercede por Onésimo: vv. 8-16
Exhortación a aceptar a Onésimo: vv. 17-22
Conclusión y despedida: vv. 23-25
Notas al texto
“Pablo, prisionero de Jesucristo” (v. 1): Pablo se encontraba preso por causa de su fe (compare con el v. 9).
“A la iglesia que está en su casa” (v. 2): Antes, las congregaciones se reunían en casas, ya que no podían tener templos. Al parecer, en casa de Filemón se reunía un grupo de cristianos.
“Gracia y paz” (v. 3): Es el saludo característico de Pablo. Las cartas griegas comenzaban con la palabra “saludos”. Por su parte, Pablo comienza con la palabra “gracia”. En griego, este vocablo es muy parecido a la palabra “saludos”. Sin embargo, la palabra “gracia” tiene un sentido particular pues resume el mensaje del Evangelio según lo predica Pablo: Somos salvos por gracia. A la palabra “gracia”, Pablo añade “paz”. Este es el típico saludo judío. Pero Pablo modifica el sentido de esta palabra con la frase “de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. La “paz” que Pablo desea es el bienestar integral (“shalom”) que produce el Evangelio de Jesucristo.
“Mi hijo Onésimo” (v. 10): Onésimo era “hijo espiritual de Pablo”, es decir, se había convertido por medio del ministerio del Apóstol (cf. v. 10).
“El cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mi nos es útil” (v. 11): Aquí hay un juego de palabras. En griego, Onésimo quiere decir “útil”. Así Pablo “juega” con el significado del nombre: “Util” antes era “inútil”, pero ahora es verdaderamente “útil”.
“Tenga yo algún provecho (v. 20): Literalmente, el texto dice “tenga yo alguna utilidad.” Así el Apóstol continúa su juego de palabras.
“Os seré concedido” (v. 22): Pablo añoraba el ser liberado de la cárcel.
Preguntas
¿Quién era Filemón? (vv. 1-3).
¿Qué clase de cristiano era Filemón? (vv. 4-7)
Pregunta de interpretación: ¿Cómo describirías el ministerio de Filemón?
Lee los vv. 8-9. ¿Cómo trata el Apóstol a Filemón?
¿Qué petición le hace Pablo a Filemón? (vv. 10-12).
Pregunta de interpretación: ¿Qué implica la petición de Pablo? ¿Dónde quedan, pues, los derechos de Filemón sobre Onésimo?
¿Cuál era el deseo más profundo de Pablo con respecto a Onésimo? (vv. 13-14)
¿Cómo interpreta Pablo la escapatoria de Onésimo? (vv. 15-16)
Pregunta de interpretación: ¿En qué forma usó Dios la evasión de Onésimo? ¿Resultó en algo de provecho?
En los vv. 17-21, Pablo reitera su petición. ¿Porqué se ofrece a pagar los “daños” (v.18)?
Pregunta de interpretación: A fin de cuentas, ¿en qué se basa el Apóstol su petición? (vv. 20-21).
Para pensar
En los vv. 10-14 se habla de la conversión de Onésimo. Antes de llegar a la fe, éste era “inútil”. Sin embargo, después de su conversión, Onésimo era tan útil que Pablo deseaba retenerlo a su lado. (v.13) ¿Cómo nos hace útiles la fe en Cristo? ¿Cómo nos ayuda a reorientar nuestras vidas? ¿Porqué nos da sentido?
En la epístola a Filemón, vemos como el Apóstol ruega para que Onésimo sea recibido como hermano, no como esclavo (v. 16). De esta manera, Pablo afirma el carácter liberador del Evangelio de Jesucristo.
Hoy día la esclavitud no existe. Sin embargo, existen otras estructuras sociales que oprimen a la humanidad. ¿Puedes enumerar algunas de ellas? ¿Puedes afirmar el poder liberador del Evangelio sobre estas formas de maldad? ¿Cómo nos libera Dios de estas estructuras de pecado?