Tema: Dios desea que la iglesia se prepare para la llegada de su Señor.
Área: Formación espiritual
Propósito: Recalcar el significado de la temporada de Adviento.
Diseño: Temático, en ocasión de la temporada de Adviento.
Lógica: Inductiva
Bosquejo listo para predicar
Llega el mes de diciembre y la iglesia se alista para celebrar la Navidad con alegría, dado que es la temporada que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, a quien llamamos Señor y Salvador. Sin embargo, en nuestro entusiasmo a veces olvidamos es que la iglesia celebra otra temporada antes de la Navidad; la iglesia celebra la temporada de Adviento.
¿Qué es la temporada de Adviento?
Adviento es una temporada corta que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Su propósito principal es preparar a la Iglesia para la venida del Señor, quien viene a nosotros como un niño inocente.
Empero, Adviento es mucho más que una temporada de preparación. «Adviento», una palabra que proviene del latín, significa «llegar a». Esta es la temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. ¡Adviento es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad!
Adviento enfatiza el futuro, no el pasado. Durante estos domingos, la Iglesia lee textos bíblicos que hablan sobre el futuro que Dios desea para toda la creación .
Por esta razón, la mayor parte de las lecturas de la Biblia Hebrea son textos proféticos que predicen el evento de Cristo. Por su parte, las lecturas del Nuevo Testamento también hablan del ministerio de Juan el Bautista, del juicio final y de los últimos tiempos. Todos estos pasajes bíblicos nos invitan a pensar sobre Dios como aquel que viene a nuestro encuentro desde el futuro.
En resumen, durante la temporada de Adviento la iglesia anuncia tanto la primera como la segunda venida de Cristo. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que ya hemos transitado. ¿Por qué? Porque mirar al pasado nos ayuda a comprender quiénes somos. Mirar al pasado nos ayuda a comprender nuestra identidad como personas de fe.
Nuestra salvación está cerca
Uno de los textos apropiados para la temporada de Adviento es Romanos 13.11-12, que lee de la siguiente manera.
Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos. 12 La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Este texto es importante porque recoge los énfasis principales de la temporada de Adviento. Comienza con una nota de urgencia, exhortándonos a “levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”. La nota de urgencia es más clara en la Traducción en Lenguaje Actual (TLA):
Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús (Romanos 13:11).
La exhortación de Romanos 13 tiene una nota su actualidad. Tal parece que fue escrito para la iglesia de hoy, que vive tan entretenida, escuchando predicadores más interesados en motivar a la audiencia que en discipular a la Iglesia. Por eso, muchas personas piensan que la asistencia a la iglesia es opcional; lo mismo podemos ir al servicio de adoración que salir a pasear o quedarnos descansando en casa.
Mucha gente va a la iglesia para entretenerse, escogiendo su casa de adoración en base a criterios vanos, tales como quien va a cantar o la cantidad de chistes que dice el predicador. Por eso, algunos templos se han convertido en auditorios donde la gente va a ver celebridades religiosas. Desgraciadamente, en esas congregaciones todo gira en torno al entretenimiento religioso.
Hoy la lectura de Romanos llama la atención a los peligros que encierra este tipo de conducta.
Debemos ir a la Iglesia para buscar de Dios, no para entretenernos.
Debemos ir a la iglesia para buscar el crecimiento espiritual que sólo viene a través de la adoración a Dios y del servicio cristiano.
Nos congregamos porque queremos servir al Señor en todas las áreas de nuestra vida, no porque deseamos divertirnos.
Las armas espirituales
Romanos nos llama despertar del sueño, indicando que ya está amaneciendo un nuevo día. La noche está a punto de terminar y tenemos que prepararnos para la batalla. Debemos desechar “las obras de las tinieblas” y vestirnos con “las armas de la luz”.
¿Cuáles son esas armas espirituales? El Nuevo Testamento habla de armas espirituales en varios lugares. Por ejemplo, 2 Corintios 10.4-5 nos recuerda que estamos enfrascados en una lucha espiritual:
Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas 5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Efesios 6.12 recalca esta verdad espiritual:
La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!
A renglón seguido, Efesios 6.13-17 nos exhorta a revestirnos con la “armadura” de Dios:
Por lo tanto, echen mano de toda la armadura de Dios para que, cuando llegue el día malo, puedan resistir hasta el fin y permanecer firmes. 14 Por tanto, manténganse firmes y fajados con el cinturón de la verdad, revestidos con la coraza de justicia, 15 y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz. 16 Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. 17 Cúbranse con el casco de la salvación, y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
Aquí encontramos una lista de las armas espirituales que debemos procurar. Cada arma está relacionada con una virtud (compare con el texto que habla sobre “el fruto del Espíritu” en Gál. 22-23):
El cinturón se relaciona con la verdad;
La coraza (o peto), con la justicia;
Las botas, con el deseo de predicar el evangelio de la paz;
El escudo, con la fe;
El casco, con la salvación;
Y la espada, con la Palabra de Dios.
Conclusión
Escuchemos la palabra de exhortación que nos legó el Apóstol Pablo en Romanos 13:11-12. ¡Preparémonos para encontrarnos con Dios! ¿Cómo podemos prepararnos?
Despertando del sueño que nos ha sumido en un letargo espiritual.
Rechazando las obras de maldad que nos alejan de Dios.
Y aprendiendo a usar las armas de luz que Dios nos provee por medio de la obra del Espíritu Santo.
¡Dios desea que su Iglesia se prepare para recibir la llegada de Jesucristo, el Señor! Por lo tanto:
Ocupémonos de nuestra salvación “con temor y temblor” (Fil. 2:12).
Revistámonos de Cristo (v. 14, cf. Ef. 4:24), tomando su vida como el modelo a seguir.
Prediquemos el evangelio de salvación “a toda criatura” (Mr. 16.15).
Discipulemos a esos nuevos creyentes, enseñándoles “a cumplir todas las cosas” que Jesús nos ordenó (Mt. 28.19-20).
Y exhortémonos unos a otros a perseverar en la fe, sabiendo que “nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos (Ro. 13:11).
Cómo predicar Adviento, Navidad y Epifanía es un ensayo sobre homilética y predicación escrito por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Introducción
Cuando hablamos del “Año Cristiano”, nos referimos a la secuencia de eventos y días especiales que la iglesia observa durante el año. Conocido también como el “Calendario litúrgico” o “eclesial”, el Año Cristiano surge de los ciclos de lecturas bíblicas, temporadas, y festivales del Judaísmo del tiempo de Jesús.
El calendario está organizado alrededor de los distintos domingos de cada año. Los días más importantes del Año Cristiano son Navidad y Resurrección. Ambos son precedidos de temporadas de preparación (Adviento y Cuaresma) y seguidos por temporadas de celebración (Epifanía y Pentecostés).
Cómo predicar Adviento
El Año Cristiano comienza con una temporada corta, que abarca los cuatro domingos antes del día de Navidad. Aunque prepara a la Iglesia para recibir la Navidad, esta temporada es mucho más que una temporada de preparación.
“Adviento” (del latín “llegar a”) es temporada de expectativa y de espera de la venida de Cristo, o mejor dicho, de la venida de Dios en Cristo. Originalmente, era un período de ayuno y penitencia—parecido a la Cuaresma—que preparaba a la Iglesia para recibir a su Señor en el día de la Epifanía. Empero, Adviento hoy es la temporada de cuatro domingos que prepara a la Iglesia para recibir a Dios-en-Cristo el día de Navidad.
El énfasis de la temporada es el futuro, no el pasado. Por ejemplo, la mayor parte de las lecturas del AT son textos que la Iglesia históricamente ha interpretado como pasajes bíblicos proféticos que predicen el evento de Cristo.
No obstante, también son textos “escatológicos”, es decir, pasajes bíblicos que hablan sobre el juicio final y los últimos tiempos. Por eso invitan a la audiencia a pensar sobre Dios como aquel que viene desde el futuro.
Esta orientación al futuro también recalca la doctrina de la encarnación. Esto se ve con claridad en los temas del patrón de lecturas del Evangelio durante Adviento. El Año Cristiano comienza hablando sobre el final de los tiempos; su énfasis apocalíptico anuncia la Segunda Venida de Cristo. Vuelve atrás para analizar el ministerio de Juan el Bautista y explicar su relación con el ministerio de Jesús. El lenguaje de estas lecturas recalca el significado de la vida y la obra de Cristo (quien bautiza con “Espíritu Santo y fuego”).
Finalmente, el domingo antes de la Navidad trata el tema de la anunciación del nacimiento de Jesús. La cronología está, pues, invertida. Miramos primero al futuro para entonces mirar al pasado. Recordamos la meta antes de mirar el camino que debemos transitar. Mirar al pasado nos ayuda a fijar nuestra identidad.
Cómo predicar la Navidad
La Navidad es el centro de la primera parte del Año Cristiano. Es una temporada corta, pero abarca mucho más que un día. Los “Doce días de la Navidad” se extienden desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero.
Aunque la inmensa mayoría de las congregaciones protestantes no lo celebran, el primer servicio es el de Nochebuena. Del mismo modo, muchas congregaciones no celebran servicios durante el día de Navidad, viéndolo como un día feriado para compartir con la familia.
La celebración de la Nochebuena se basa en la práctica judía que entiende que un día comienza cuando cae la noche del día anterior. En términos técnicos, la Navidad comienza durante la tarde del día de Nochebuena.
De todos los libros que componen el Nuevo Testamento, sólo Mateo y Lucas incluyen historias sobre el nacimiento de Jesús. El problema es que estas historias son distintas. Mateo presenta la siguiente información:
Una genealogía que traza el linaje de Jesús hasta Adán (1.1-17). La genealogía se distingue por mencionar a cuatro mujeres: Tamar, la nuera de Judá (v. 2); Rahab, la ramera de Jericó (v. 5); Rut, la moabita (v. 5); y Betsabé, a quien el texto sólo llama “la mujer de Urías” (v. 6). Todas estas mujeres tienen un historial sexual o matrimonial que se sale de la norma aceptada por la fe judía. A esta lista se une María, la madre de Jesús.
Jesús nace de una manera milagrosa que José, el prometido de María, no entiende (1.18-25). Al igual que las cuatro mujeres mencionadas en la genealogía, la situación de María rompe con las normas aceptadas por la sociedad.
Mateo narra la visita de los magos (2.1-12), quienes primero van al palacio de Herodes el Grande y después llegan a Belén. Los magos simbolizan la adoración de las naciones y los pueblos no-judíos al niño-Dios.
La visita de los magos también sirve de marco a la matanza de los niños, pues Herodes es la figura común a ambos textos (2.13-23).
Mateo sugiere un paralelo entre Jesús y Moisés, pues ambos sobrevivieron una matanza de infantes, ordenada por un poderoso rey (Ex. 2.1-10 y Mt. 2.13-23). Además, ambos llegan a la tierra prometida desde Egipto, donde se refugia la familia de Jesús hasta la muerte de Herodes.En Mateo, las narrativas de la infancia se distinguen por el uso de frases que introducen los textos proféticos del Antiguo Testamento (véase 1.22, 2.5 y 17).
Por su parte, Lucas sigue otro camino, ofreciendo la siguiente información:
El anuncio del nacimiento milagroso de Juan, el futuro “Bautista” (1.5-25).
El anuncio a María de Nazaret del nacimiento milagroso de Jesús (1.26-38).
La visita de María a Elisabet (1.39-45) y el cántico de María—conocido como el “Magníficat”—en agradecimiento a Dios (1.46-56).
El nacimiento de Juan (1.57-66) y el cántico de Zacarías en agradecimiento a Dios (1.67-80).
El nacimiento de Jesús en un pesebre, en la ciudad de Belén (2.1-7).
La revelación del nacimiento de Jesús a un grupo de pastores por medio de una manifestación angelical (2.8-20).
La presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (2.21-40), incluyendo el cántico de Simeón (2.29-32) y las oraciones de Ana (2.36-38).
El extraño episodio donde un Jesús pre-adolescente debate con los teólogos del Templo de Jerusalén (2.41-52).
Recordemos que en el Antiguo Testamento los grandes héroes de la fe de Israel tienen nacimientos milagrosos. Los nacimientos de Juan y de Jesús siguen el mismo patrón.
Note los paralelos entre la anunciación de los nacimientos de Juan y de Jesús en Lucas. Ambos siguen la forma del llamamiento profético, donde la persona llamada al ministerio se resiste a aceptar la comisión divina, ofreciendo excusas o presentando objeciones. Sin embargo, Dios siempre vence sus objeciones y la persona llamada termina aceptando con fe el ministerio asignado (compare con Is. 6 y Jer. 1).
No debemos tratar de armonizar las historias de Lucas y de Mateo en nuestros sermones. Si vamos a predicar un sermón basado en una narrativa de Mateo, sólo debemos hacer referencias a los relatos que aparecen en ese evangelio. Lo mismo podemos aconsejar cuando prediquemos sermones basados en las narrativas de Lucas.
Recalquemos que el niño que nace es el mismo quien revela el plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Cristo va del pesebre de Belén, a la cruz en el Gólgota y, finalmente, a ocupar su lugar a la derecha del trono de Dios.
Cómo predicar Epifanía
La Epifanía es otra temporada corta que sirve de puente entre la Navidad y el tiempo ordinario o normal. El 6 de enero es un día «pivote» que termina la Navidad y comienza la temporada de Epifanía.
Epifanía significa “revelación” o “manifestación”. Es la celebración de la revelación de la gloria divina en la persona histórica de Jesús, el Cristo. Tiene su origen en la Iglesia Oriental y su celebración es más antigua que la observación del 25 de diciembre.
En su forma original, la Epifanía parece hacer sido una celebración de la forma como Cristo se revela a la humanidad por medio de eventos tales como su nacimiento, la estrella de Belén, su bautismo y el milagro de Caná de Galilea.
La celebración comienza con la revelación a los sabios y se mueve a la revelación en el bautismo de Jesús. Las celebración del bautismo y de la transfiguración enmarcan a temporada. En ambas historias una voz celestial afirma la identidad de Jesús.
Conclusión
La doctrina de la encarnación es central a la fe cristiana. Aprovechemos estas temporadas para recalcar el milagro de la encarnación, llamando a la audiencia a reconocer como Señor y Salvador a Jesús, el niño-Dios que nos revela la naturaleza, el carácter y la misión de Dios.
Lecturas sugeridas por el Leccionario Común Revisado
Las lecturas o “lecciones” del Año Cristiano están organizadas en tres ciclos o “años”. Cada año comienza en Adviento , es decir, a finales de noviembre o principios de diciembre del año natural.
Año A: Comienza en Adviento 2025. 2028, 2031, 2034, 2037
Año B: Comienza en Adviento 2023, 2026, 2029, 2032, 2035
Año C: Comienza en Adviento 2024, 2027, 2030, 2033, 2036
Nótese que algunos días especiales sugieren las mismas lecturas para los tres años. En ese caso, en lugar de “Año A” aparecerá la sigla “ABC”.
A continuación presentamos las lecturas sugeridas para estas temporadas, siguiendo un formato fijo: primero indicamos el año, después la lectura del Antiguo Testamento; el Salmo o cántico sugerido; la lectura de la Epístola; y, finalmente, la lectura del Evangelio.
Temporada de Adviento
Primer domingo de Adviento
Año A: Isaías 2.1-5; Salmo 122; Romanos 13.11-14; y Mateo 24.36-44.
Año B: Isaías 64.1-9; Salmo 80.1-7, 17-19; 1 Corintios 1.3-9; y Marcos 13.24-37.
Año C: Jeremías 33.14-16; Salmo 25.1-10; 1 Tesalonicenses 3.9-13; y Lucas 21.25-36.
Segundo domingo de Adviento
Año A: Isaías 11.1-10; Salmo 72.1-7, 18-19; Romanos 15.4-13; y Mateo 3.1-12.
Año B: Isaías 40.1-11; Salmo 85.1-2, 8-13; 2 Pedro 3.8-15a; y Marcos 1.1-8.
Año C: Malaquías 3.1-4; Lucas 1.68-79; Filipenses 1.3-11; y Lucas 3.1-6.
Tercer domingo de Adviento
Año A: Isaías 35.1-10; Salmo 146.5-10 o Lucas 1.47-55; Santiago 5.7-10; y Mateo 11.2-11.
Año B: Isaías 61.1-4, 8-11; Salmo 126 o Lucas 1.47-55; I Tesalonicenses 5.16-24; y Juan 1.6-8, 19-28.
Año C: Sofonías 3.14-20; Isaías 12.2-6; Filipenses 4.4-7; y Lucas 3.7-18.
Cuarto domingo de Adviento
Año A: Isaías 7.10-16; Salmo 80.1-7, 17-19; Romanos 1.1-7; y Mateo 1.18-25.
Año B: 2 Samuel 7.1-11, 16; Lucas 1.47-55 o Salmo 89.1-4, 19-26; Romanos 16.25-27; y Lucas 1.26-38.
Año C: Miqueas 5.2-5a; Lucas 1.47-55 o Salmo 80.1-7; Hebreos 10.5-10; y Lucas 1.39-45, (46-55).
Tiempo de Navidad: Natividad del Señor
Nochebuena/Día de Navidad
Cualquiera de las siguientes series de lecturas pueden ser utilizadas en Nochebuena o en el Día de Navidad. Las lecturas de los Propios II y III para Navidad son alternativas para el Día de Navidad. Si el Propio III no se utiliza el Día de Navidad, entonces debe utilizarse en cualquier otro servicio del ciclo de Navidad, debido al gran significado que tiene el prólogo de Juan.
Navidad – Propio I (A, B, C): Isaías 9.2-7; Salmo 96; Tito 2.11-14; y Lucas 2.1-14, (15-20).
Navidad – Propio II (A, B, C): Isaías 62.6-12; Salmo 97; Tito 3.4-7; y Lucas 2.(1-7), 8-20.
Navidad – Propio III (A, B, C): Isaías 52.7-10; Salmo 98; Hebreos 1.1-4, (5-12); y Juan 1.1-14.
Primer domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden utilizarse el primer domingo después de Navidad, a menos que se prefieran las lecturas sobre la Epifanía del Señor.
Año A: Isaías 63.7-9; Salmo 148; Hebreos 2.10-18; y Mateo 2.13-23.
Año B: Isaías 61.10—62.3; Salmo 148; Gálatas 4.4-7; y Lucas 2.22-40.
Año C: 1 Samuel 2.18-20, 26; Salmo 148; Colosenses 3.12-17; y Lucas 2.41-52.
1ro de enero: Día de Año Nuevo
Cuando se observa como Día de Año Nuevo (A, B, C): Eclesiastés 3.1-13; Salmo 8; Apocalipsis 21.1-6a; y Mateo 25.31-46.
Cuando se observa como el Día del Santo Nombre de Jesús (A, B, C): Números 6.22-27; Salmo 8; Gálatas 4.4-7 o Filipenses 2.5-13; y Lucas 2.15-21.
Segundo domingo después de Navidad
Las siguientes lecturas pueden ser utilizadas cuando el 6 de enero se celebra en un día de la semana después del segundo domingo después del Día de Navidad, (A, B, C): Jeremías 31.7-14; Salmo 147.12-20; Efesios 1.3-14; y Juan 1.(1-9), 10-18.
Temporada de Epifanía
6 de enero:
Epifanía del Señor (A, B, C): Isaías 60.1-6; Salmo 72.1-7, 10-14; Efesios 3.1-12; y Mateo 2.1-12.
Primer domingo después de Epifanía: El Bautismo del Señor
Año A: Isaías 42.1-9; Salmo 29; Hechos 10.34-43; y Mateo 3.13-17.
Año B: Génesis 1.1-5; Salmo 29; Hechos 19.1-7; y Marcos 1.4-11.
Año C: Isaías 43.1-7; Salmo 29; Hechos 8.14-17; y Lucas 3.15-17, 21-22.
Segundo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.1-7; Salmo 40.1-11; 1 Corintios 1.1-9; y Juan 1.29-42.
Año B: 1 Samuel 3.1-10, (11-20); Salmo 139.1-6, 13-18; 1 Corintios 6.12-20; y Juan 1.43-51.
Año C: Isaías 62.1-5; Salmo 36.5-10; 1 Corintios 12.1-11; y Juan 2.1-11.
Tercer domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 9.1-4; Salmo 27.1, 4-9; 1 Corintios 1.10-18; y Mateo 4.12-23.
Año B: Jonás 3.1-5, 10; Salmo 62.5-12; 1 Corintios 7.29-31; y Marcos 1.14-20.
Año C: Nehemías 8.1-3, 5-6, 8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12.12-31a; y Lucas 4.14-21.
*Cuarto domingo después de Epifanía
*Las lecturas sugeridas para el cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo domingo después de Epifanía no se utilizan todos los años. De todos modos, el domingo antes del Miércoles de Ceniza, que marca el comienzo de la Temporada de Cuaresma, deben utilizarse las lecuras para el Día de la Transfiguración.
Año A: Miqueas 6.1-8; Salmo 15; 1 Corintios 1.18-31; y Mateo 5.1-12.
Año B: Deuteronomio 18.15-20; Salmo 111; 1 Corintios 8.1-13; y Marcos 1.21-28.
Año C: Jeremías 1.4-10; Salmo 71.1-6; 1 Corintios 13.1-13; y Lucas 4.21-30.
*Quinto domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 58.1-9a, (9b-12); Salmo 112.1-9, (10); 1 Corintios 2.1-12, (13-16); y Mateo 5.13-20.
Año B: Isaías 40.21-31; Salmo 147.1-11, 20c; 1 Corintios 9.16-23; y Marcos 1.29-39.
Año C: Isaías 6.1-8, (9-13); Salmo 138; 1 Corintios 15.1-11; y Lucas 5.1-11.
*Sexto domingo después de Epifanía
Año A: Deuteronomio 30.15-20; Salmo 119.1-8; 1 Corintios 3.1-9; y Mateo 5.21-37.
Año B: 2 Reyes 5.1-14; Salmo 30; 1 Corintios 9.24-27; y Marcos 1.40-45.
Año C: Jeremías 17.5-10; Salmo 1; 1 Corintios 15.12-20; y Lucas 6.17-26.
*Séptimo domingo después de Epifanía
Año A: Levítico 19.1-2, 9-18; Salmo 119.33-40; 1 Corintios 3.10-11, 16-23; y Mateo 5.38-48.
Año B: Isaías 43.18-25; Salmo 41; 2 Corintios 1.18-22; y Marcos 2.1-12.
Año C: Génesis 45.3-11, 15; Salmo 37.1-11, 39-40; 1 Corintios 15.35-38, 42-50; y Lucas 6.27-38.
*Octavo domingo después de Epifanía
Año A: Isaías 49.8-16a; Salmo 131; 1 Corintios 4.1-5; y Mateo 6.24-34.
Año B: Oseas 2.14-20; Salmo 103.1-13, 22; 2 Corintios 3.1-6; y Marcos 2.13-22.
Año C: Isaías 55.10-13; Salmo 92.1-4, 12-15; 1 Corintios 15.51-58; y Lucas 6.39-49.
Último domingo después de Epifanía: Día de la Transfiguración
Las siguientes lecturas deben utilizarse el domingo antes de la Cuaresma, no importa cuántos domingos hayan transcurrido desde el 6 de enero.
Año A: Éxodo 24.12-18; Salmo 2 o Salmo 99; 2 Pedro 1.16-21; y Mateo 17.1-9.
Año B: 2 Reyes 2.1-12; Salmo 50.1-6; 2 Corintios 4.3-6; y Marcos 9.2-9.
Año C: Éxodo 34.29-35; Salmo 99; 2 Corintios 3.12—4.2; y Lucas 9.28-36, (37-43).
Encuentro de adoración & predicación del Movimiento la Red para el 10 de enero de 2021, con un sermón sobre la matanza de los inocentes, basado en Mateo 2.16.
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Me dijeron que era bella es el relato de una experiencia pastoral con la violencia de género, de violencia contra la mujer.
Me dijeron que era bella. Me dijeron que tenía 24 años. Me dijeron que tenía un hijo de 8 años, que había dado a luz a los 16. Me dijeron que desde los 14 años había sido la pareja sentimental de un hombre que era 10 años mayor que ella y que su relación había sido tormentosa. Me dijeron que su ex-pareja la había asesinado y que su cuerpo se encontraba en una funeraria cercana. (El texto continúa abajo)
Cuando llegué a la funeraria me dirigí a la primera capilla. Me acerqué al féretro y vi una mujer desfigurada, con la piel manchada, que parecía tener más de 40 años. Pensé que me había equivocado de capilla.
«El marido la estranguló, por eso se ve así», me dijo un caballero que estaba a mi izquierda, cuya presencia yo no había notado. «¡Mírela!», me ordenó, señalando una fotografía colocada entre los arreglos florales.
La joven en la foto era tan hermosa como me habían dicho. La piel morena clara que exhibía en la foto había quedado atrás. Su compañero sentimental la había estrangulado, lo que había desfigurado su rostro, causando hematomas y hemorragias que le daban un aspecto grotesco a su piel.
Salí de la capilla medio atontado por la escena. Afuera, encontré al padre de la joven, quien llevaba de la mano a su nietecito huérfano. El hombre lloraba en silencio, de manera casi imperceptible. Le extendí la mano, me presenté y le di el pésame. Secando sus lágrimas, el hombre trató de hablar para explicarme lo que había pasado. Yo lo detuve, indicándole que una de sus sobrinas, quien era miembro de la iglesia que yo pastoreaba, ya me había contado todo.
El padre continuaba estrechando mi mano, quizás porque necesitaba apoyo. Entonces le dije: «Yo sé que usted hizo todo lo posible por separarla de ese hombre. Esto no es su culpa. Es culpa del abusador». Esas palabras motivaron un torrente de lágrimas y de expresiones de dolor. El padre enlutado me contó cómo la joven se había enamorado del abusador siendo apenas una niña; cómo los intentos de disciplinarla fallaron; y cómo el abusador escapó a acusaciones criminales por violación técnica y por violencia de género.
Lo más triste es que, aún después de convertirse en toda una mujer, la joven mantenía una relación ambivalente y tormentosa hacia su abusador. Lo mismo le ponía una orden de protección en la corte, que se iba de fin de semana con él. No deseaba ser golpeada, pero respondía celosa si se enteraba que el abusador estaba saliendo con otra mujer. Por alguna razón, la joven no encontraba cómo romper los lazos que la unían a su verdugo.
Durante las semanas que precedieron a su muerte, la familia le dio un ultimátum a la joven: «O rompes la relación con el abusador o te vas de la casa». En respuesta, la muchacha volvió al juzgado para solicitar una orden de protección. La corte asignó una fecha para revisar la pensión alimentaria y la custodia del menor. Empero, el abusador le pidió una «última oportunidad» y la joven accedió a verlo. Ese fue el error que le costó la vida. Ese día la asesinó.
El padre de la joven muerta, quien era un perfecto extraño para mi, me abrazó y lloró en mi hombro un buen rato. «Yo vuelvo mañana», le dije cuando finalmente se calmó un poco. «El entierro es a las 10:00 a.m.», respondió.
Sé que estás enferma y que el tratamiento es terrible. Es deshumanizante y doloroso. Te sientes como si fueras invisible, dado que los enfermeros siguen conversando de cosas triviales mientras te conectan a la quimioterapia.
Sé que estás enferma y que la casa te es opresiva. Te sientes desaparecer lentamente en tu sofá, sabiendo que no puedes ir trabajar, porque no puedes salir a la calle. Tu sistema inmunológico está comprometido, por lo que no debes estar rodeada de personas que puedan contagiarte con alguna enfermedad que, aunque sencilla, en tu caso podría ser fatal.
Y sé que te sientes como si fueras un estorbo. Piensas que molestas a todo el mundo. Preferirías ir sola a las terapias, pero no es una buena idea. Te sientes tan débil que no puedes manejar. Y te sientes tan triste que no deseas estar sola.
Pero tú eres mucho más que una mujer enferma. Tu enfermedad no te define.
Eres mujer, esposa, madre y abuela. Eres hija, hermana, tía y sobrina. Eres obrera, profesional, maestra y mentora. Eres todo eso y más.
No permitas que tu enfermedad te defina. Tú eres mucho más que tu enfermedad, porque eres HIJA DE DIOS.
Que Dios te fortalezca y te dé una resonante victoria sobre esta y toda otra enfermedad. En el nombre de Jesús. AMÉN
Un bosquejo para un sermón listo para predicar sobre Jeremías 31, adecuado para el Año Nuevo, por Pablo A. Jiménez.
Media
Rudimentos del sermón
Texto: Jeremías 31.7-14
Idea Central: Dios desea hacer un nuevo pacto con su pueblo.
Área: Cuidado pastoral
Propósito: Motivar a la congregación a pensar positivamente
sobre su relación con Dios.
Diseño: Expositivo, en ocasión del Día de Año Nuevo
Lógica: Inductivo
Bosquejo listo para predicar – Jeremías 31
Introducción
El comienzo de año nos da la
oportunidad de cerrar capítulos viejos y de abrir nuevos capítulos. Esto es muy
importantes en términos psicológicos y sociológicos. Particularmente después de
un año difícil, es importante poder decir que ese tiempo acabó y que comienzan
tiempos nuevos. El Día de Año Nuevo marca un nuevo comienzo para cada persona y
para toda la sociedad.
Puntos a desarrollar
A. La realidad del sufrimiento
Y si hablamos de tiempos difíciles es porque la vida es dura para toda persona, en todo tiempo y en todo lugar. Cada uno de nosotros tiene que luchar por la vida diariamente. Tenemos que procurar el bienestar propio, el de nuestros seres queridos y el de nuestra sociedad.
Empero, algunos tiempos son más difíciles que otros. En el caso del texto bíblico que hoy nos ocupa, el pueblo de Judá había sido conquistado por el Imperio de Babilonia. Los ejércitos extranjeros habían ocupado la Tierra Santa, manchándola de sangre. Y el liderazgo del pueblo fue deportado a campos de concentración en Babilonia. Esto dejó al pueblo dividido entre la masa de gente pobre que permanecía en Judá bajo el mandato militar extranjero y el liderazgo encarcelado lejos de su tierra.
La destrucción de Jerusalén, la ocupación militar de Judá y la deportación del liderazgo del pueblo dejó a los judíos a una profunda crisis. La crisis era política, económica, social, moral y religiosa. Tal parecía que el pueblo no tenía esperanza alguna.
B. La promesa divina
En medio de esa crisis, Dios le ordena a Jeremías que profetice, ofreciendo palabras de esperanza. El mensaje es claro: el cautiverio tendrá fin y el pueblo volverá a su tierra oportunamente (Jer. 31.7-14, RVC):
«El Señor dice: “Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal entre todas las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: ‘El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de Israel.’ Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con ellos vendrán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz; ¡volverá una enorme multitud! Vendrán orando y llorando. Yo los llevaré a corrientes de agua, por un camino llano, donde no tropiecen. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor. “Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” »
La promesa divina, proclamada por el profeta, demuestra el interés y la disposición de Dios para relacionarse con su pueblo. En particular, nos enseña que Dios está dispuesto a entrar en una nueva relación de pacto con nosotros. Es más, Jeremías 31.31-34 (RVR1960) afirma que Dios desea hacer un nuevo pacto con cada creyente.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
En el pasado, las palabras de Jeremías le dieron aliento y esperanza al pueblo de Dios. Quienes fueron deportados guardaron en sus corazones la promesa de libertad, enseñando a sus hijos y a sus hijas que el cautiverio no sería permanente. Por eso, cerca de 70 años después de llegar a Babilonia, el grupo de personas deportadas pudieron volver a la tierra de Judá.
Conclusión
Y hoy, las palabras de Jeremías también
deben darnos aliento y esperanza. La Biblia nos enseña que:
Aunque todos pasamos por momentos de crisis, el
sufrimiento no es permanente.
Dios promete liberarnos del sufrimiento, causado por
el pecado, la violencia y la maldad.
Y, más importante aún, Dios desea hacer un nuevo
pacto con su pueblo.
Sí, hermanos y hermanas, la buena
noticia es que Dios desea hacer un nuevo pacto con nosotros. La pregunta que
resta es si nosotros, ustedes y yo, estamos dispuestos a entrar en una nueva
relación de pacto con Dios.
Para entrar en esa relación, debemos examinar
nuestras vidas.
¿Qué tenemos que dejar de hacer?
¿Qué tenemos que comenzar a hacer?
¿Qué tenemos que volver a hacer?
Respondamos con amor a la oferta divina, renovando nuestro pacto con Dios, en el nombre de Jesús. AMÉN.
Audio, vídeo y texto listo para predicar de un sermón sobre Isaías 9.6, apropiado para el día de Navidad.
Rudimentos
Texto: Isaías 9:6
Tema: Jesús desea tener una relación
personal con usted.
Área: Evangelización
Propósito: Explorar el significado de la
persona de Jesucristo.
Diseño: Expositivo, apropiado para el Día de Navidad
Lógica:
Inductiva
Manuscrito listo para predicar en Navidad
Introducción
¡Cristo es la Navidad! ¡Jesús es el motivo de nuestra celebración! ¡La Navidad es la celebración del nacimiento de nuestro Señor!
Para
la Iglesia, la Navidad es un tiempo de gran gozo. Celebramos la temporada
navideña con alegría, dado que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret,
a quien la Iglesia confiesa como Señor y Cristo.
Una celebración distinta
Ahora
bien, queda claro que la forma como la Iglesia celebra la Navidad es distinta a
la forma como el mundo la celebra. Mientras el resto de la sociedad canta a la
comida, a la bebida y a la fiesta, la Iglesia celebra el milagro de la
encarnación; celebramos a Dios con nosotros.
Y ese me lleva a plantear una pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?
Esa
pregunta es de crucial importancia, dado que va a la médula del
asunto. ¿A cuál Jesús celebramos? Es claro que muchos celebran a un Jesús que no
tiene relación con la figura de
Jesús
como se presenta en las Sagradas Escrituras.
Muchos celebran a un niño indefenso, que no tiene impacto alguno en sus vidas.
Otros celebran el nacimiento de una celebridad, de una persona famosa.
Y aún otros celebran una Navidad sin Cristo, que sirve como una mera excusa para la fiesta y el desenfreno.
Por
eso repito la pregunta: ¿Quién es este Jesús que celebramos en la Navidad?
La promesa de Isaías
Esto
nos lleva a la profecía de Isaías, recogida en el versículo 6 del capítulo 9:
Porque
un niño
nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
En
términos
históricos,
esta profecía se refiere al nacimiento de Ezequías, quien
llegaría a ser Rey de Judá. Ezequías era hijo de Acaz, uno de los peores reyes que tuvo el
Reino del Sur. De acuerdo a 2 Reyes 16, Acaz fue un idólatra que
hasta llegó a sacrificar a uno de sus hijos a un ídolo. También se rindió
voluntariamente ante los Asirios, tomando el tesoro el templo para pagar
tributo a los extranjeros. Gracias a la profecía de Isaìas, el nacimiento de su hijo trajo esperanza al pueblo. Y
Ezequías
llegó
a ser uno de los mejores reyes de Judá, destacándose por la forma tan vigorosa como combatió la idolatría (véase 2 Reyes
18 al 20).
Empero,
en términos
proféticos,
la Iglesia ha afirmado por siglos que este es un texto mesiánico; un
texto que se refiere a la llegada del Mesías enviado por Dios para salvar a la humanidad.
Isaías habla del Mesías venidero de una manera particular. En lugar de describir sus características físicas o morales, Isaías enumera los nombres del Mesías. Y lo llama: “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Admirable consejero: Esta frase afirma la sabiduría del Mesías y asegura que dirigirá al pueblo con pericia.
Dios fuerte: La segunda frase recalca el poder del Mesías, quien
puede combatir el mal y defender a los fieles.
Padre Eterno: La tercera frase sugiere que el Mesías infundiría seguridad a
los creyentes, como un padre calma el corazón de sus hijos y de sus hijas.
Príncipe de paz: Y la cuarta frase describe al Mesías como el líder efectivo
que puede traer un orden paz, protegiéndonos del caos.
A
través
de los siglos, la Iglesia ha afirmado que esta profecía se cumplió en la
persona histórica de Jesucristo. El Maestro Galileo predicó un mensaje
de justicia y paz, invitando al mundo a soñar con otra manera de vivir. Su proclamación aún nos invita
a soñar
con el Reino de Dios:
Un nuevo orden de justicia que se opone al caos;
Un nuevo orden de vida que se opone a las fuerzas de la muerte;
Un nuevo orden de luz que se opone a las tinieblas que amenazan a la humanidad.
Conclusión
¿Conoces su nombre? ¡Se llama Jesús de Nazaret!
Es el Mesías, el Señor y el Salvador de la humanidad. Es tu Señor y tu Salvador. Jesús quiere traer luz, vida y salvación a tu corazón. Jesús quiere tener una relación personal contigo. Y esa relación bien puede comenzar hoy.
Flores en el desierto es una prédica cristiana sobre la profecía que aparece en el capítulo 35 del libro del profeta Isaías, apropiada para la temporada de adviento.
Rudimentos
Texto: Isaías 35:1-10
Idea central: La esperanza de vida y salvación nos lleva a proclamar que el futuro que Dios tiene deparado para la humanidad traerá grande bendición.
Bosquejo – Flores en el desierto – listo para predicar
Introducción
Cuando uno viaja por las riveras del Río Jordán, usted puede ver en medio del desierto toda una serie de árboles frutales. La escena es impresionante, pues evoca la profecía que aparece en el capítulo 35 del libro de Isaías.
Una promesa de salvación
El capítulo 35 de Isaías contiene una serie de profecías muy hermosas. La más conocida se encuentra en los vv. 1-2.
Isaías 35 afirma que el desierto florecerá. Esta es una profecía sobre el final de los tiempos. Empero, no es una profecía de juicio, sino de salvación. Las flores en el desierto simbolizan la renovación de todas las cosas, la victoria de la vida sobre la muerte y el gozo de la salvación. Esta profecía de salvación le da ánimo al creyente. Por eso, el profeta exhorta a quienes han perdido la esperanza en los vv. 3 y 4.
¿Cómo describe el profeta los actos salvíficos de Dios? En los vv. 5 y 6a el profeta afirma que Dios ha de hacer grandes prodigios y milagros en medio de su pueblo. El texto bíblico describe cómo Dios restaura a la humanidad. Al final de los tiempos, los ciegos verán, los sordos escucharán, los cojos saltarán y los mudos cantarán. Estas también son «flores en el desierto» que sugieren que nada hay imposible para Dios. Del mismo modo que el desierto puede florecer, la humanidad puede ser regenerada, en el nombre del Señor.
El profeta describe un terreno fértil por donde corren torrentes de aguas.(vv. 6b-7). ¡Hasta las partes más secas se convertirán en estanques! ¡Hasta las cuevas de los perros salvajes serán campos fértiles! Estas son imágenes de fertilidad, de gozo y de esperanza.
Dios exige santidad
Ahora bien, la promesa de vida y salvación va de la mano con una demanda o condición: Dios exige que el ser humano viva en santidad (v. 8).
La santidad es integridad. La persona que vive en santidad, actúa con integridad. Tiene una sola cara, una sola voz y una sola palabra; sus palabras y sus acciones son congruentes; y su conducta es consistente.
Para el justo, el juicio de Dios trae alegría y esperanza. La persona justa no teme al juicio divino. Quien vive en comunión con Dios, vive confiado en el cuidado divino. Por el contrario, quien practica la injusticia vive en el miedo, en la ansiedad y en la desesperación. Teme al juicio divino, porque sabe que está actuando de manera indebida. Por eso ve el futuro con desconfianza y aprensión.
Conclusión
El poema profético de Isaías concluye con palabras tan conmovedoras como hermosas (vv.9-10). Quienes creemos en Cristo Jesús, Señor nuestro, esperamos con ansias el día cuando desaparezcan los peligros del camino. Esperamos el día cuando las personas redimidas y liberadas por Dios puedan regresar al santuario.
Esta esperanza de vida y salvación nos lleva a proclamar que el futuro que Dios tiene deparado para la humanidad traerá grande bendición. Será un futuro de gozo, de paz y de alegría. Será un futuro de renovación y victoria. Sabemos que todo esto es cierto porque la iglesia ve flores en el desierto todos los días. Vemos personas que reciben sanidad, que superan vicios y que cambian sus vidas. Cada vez que una mujer escapa de una situación de violencia, que un hombre asume sus responsabilidades como padre, y que una familia se restaura, vemos flores en el desierto.
¡Proclamemos con esperanza que el desierto florecerá, en el nombre del Señor, Amén!
Mujer virtuosa es un manuscrito o bosquejo de un sermón listo para predicar, apropiado para el día de las madres, por el Dr. Pablo A. Jiménez.
Texto: Proverbios 31:10
Tema: La mujer que tiene fe en Dios llega a ser verdaderamente virtuosa.
Área: Desarrollo espiritual
Propósito: Invitar a la audiencia a pensar en las características de la mujer virtuosa.
Diseño: Sermón de ocasión especial
Lógica: Inductiva
Introducción
«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas», así comienza una de las porciones más hermosas de las Sagradas Escrituras. Se encuentra al final del libro de los proverbios, en el capítulo 31, a partir del versículo 10 y hasta el 31. Es un poema en forma de acróstico, donde cada una de las líneas comienza con una palabra que sigue el orden del alfabeto hebreo
La pregunta retórica apunta a una gran verdad, la virtud no abunda en nuestros medios. La gente tiende a vivir «a tontas y a locas», sin ponderar las consecuencias de sus actos. La persona simple termina viviendo para comer y comiendo para vivir. Se levanta y se acuesta pensando sólo en las necesidades físicas de hoy, sin sopesar las consecuencias de su conducta para el mañana.
Por eso es importante buscar y valorar la virtud.
Por eso el poeta bíblico afirma el valor de la mujer.
Por eso firma que una mujer virtuosa vale más que las piedras preciosas.
Las características de la mujer virtuosa
El poema comienza afirmando a la mujer con una palabra que puede ser traducida de varias maneras: virtuosa, capaz y noble (v. 10).
Después de afirmar el valor de la mujer, la palabra divina procede a describir las características de una mujer virtuosa. La mujer descrita en esta porción se distingue por su piedad y por sus buenos sentimientos. Además, es una mujer casada, de cierta posición social y con habilidades para el comercio.
El texto comienza destacando la hermosa relación que la mujer virtuosa tiene con su esposo. Es una relación de confianza y mutualidad, pues el esposo sabe que su esposa siempre hace el bien. El texto dice:
(11) El corazón de su marido confía en ella
y no carecerá de ganancias.
(12) De ella recibe el bien y no el mal
todos los días de su vida.
¡Cuán hermoso es tener una relación basada en la mutua confianza! ¡Cuán hermoso es saber que nuestra pareja sólo nos hará el bien!
El texto pasa a describir la industria de esta mujer.
(13) Ella busca la lana y el lino,
y trabaja gustosamente con sus manos.
(14) Es como la nave del mercader,
que trae su pan desde lejos.
(15) Siendo aún de noche, se levanta
para dar la comida a su familia
y la ración a sus criadas.
(16) Considera la heredad y la compra,
y con sus propias manos planta una viña.
(17) Se ciñe firmemente la cintura
y esfuerza sus brazos.
(18) Ve que van bien sus negocios;
su lámpara no se apaga de noche.
(19) Aplica sus manos a la rueca
y sus dedos manejan el huso.
Y,
(21) No teme por su familia cuando nieva,
porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas.
(22) Ella se teje los tapices,
y de lino fino y de púrpura es su vestido.
Además,
(24) Teje telas y las vende,
y provee de cintas al mercader.
Aquí debemos reconocer que esta mujer se aparta de la norma del mundo antiguo. La inmensa mayoría de las mujeres del pasado no tenían oportunidades de estudio o de trabajo. La industria y el comercio se veían como campos donde sólo los hombres podían transitar.
Sin embargo, esta mujer tiene varios negocios: hace ropa, teje tapices y hasta compra y vende propiedades. Repito, esto no era común en el mundo antiguo.
Lo interesante es que su interés comercial no empañó su corazón. Por el contrario, de acuerdo al v. 20, la mujer virtuosa «alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso».
Los valores de la mujer virtuosa
En la próxima sección podemos ver que esta mujer goza de una posición social muy alta. El v. 23 dice: «Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,cuando se sienta con los ancianos del país». Esta es una referencia a una práctica muy antigua, donde los hombres más prominentes de la ciudad–los líderes de los clanes familiares–se sentaban a la puerta de la ciudad para discutir el futuro de la ciudad y para juzgar los casos legales que el pueblo les presentaba.
Esto es lo que vemos en el capítulo 4 del libro de Ruth, cuando Booz acude a la puerta de la ciudad donde un improvisado tribunal decide quién tiene derecho a casarse con la viuda moabita (4:1-12).
Por lo tanto, la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la esposa de un hombre importante; equivalente a alcalde o un legislador. Esto presenta un gran peligro para quienes leemos, estudiamos y exponemos este pasaje bíblico. Corremos el peligro de pensar de pensar que sólo las mujeres casadas, adineradas y prominentes son verdaderamente virtuosas.
Y esto sería un grave error. El valor de esta mujer no depende de su dinero, de su posición social o del trabajo de su esposo. Lo que distingue a esta mujer es su fe en Dios y los valores que se derivan de su fe. Por eso, los vv. 25 al 27 destacan su fuerza, su honor, su confianza, su sabiduría, su clemencia y su dedicación.
(25) Fuerza y honor son su vestidura,
y se ríe de lo por venir.
(26) Abre su boca con sabiduría
y la ley de la clemencia está en su lengua.
(27) Considera la marcha de su casa
y no come el pan de balde.
Conclusión
El texto termina enfocando precisamente en la fe y en los valores que distinguen a este mujer. Su valor es tal que su propia familia la alaba diciendo:
(28) Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,
y su marido también la alaba:
(29) «¡Muchas mujeres han hecho el bien,
pero tú las sobrepasas a todas!».
Y el texto concluye con una advertencia que hoy, en nuestra cultura de la celebridad, cobra una importancia crucial:
(30) Engañosa es la gracia y vana la hermosura,
pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
(31) ¡Ofrecedle del fruto de sus manos,
y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos!
En resumen, lo que hace a una mujer verdaderamente virtuosa es su fe en Dios. Y este mensaje es una «buena noticia» para todas las mujeres en nuestro entorno:
Las casadas y las solteras;
Las viudas y las divorciadas;
Las madres y las que nunca han tenido hijos o hijas;
Las que gozan de posición social y las de condición humilde;
Las que tienen títulos universitarios y las que no tuvieron oportunidades de estudio;
Las que tienen negocios y las que son amas de casa;
Las jóvenes y las ancianas.
El mensaje para todas ustedes es el mismo: «La mujer que honra al señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30 DHH).