El sermón narrativo

Por Pablo A. Jiménez

Un ensayo que explica qué es el sermón narrativo y ofrece consejos prácticos para el diseño diseño de bosquejos homiléticos narrativos.

Introducción

El sermón narrativo es aquel que presenta un aspecto del mensaje de una porción de las Sagradas Escrituras por medio de una o más historias. Es decir, este sermón transmite el mensaje por medio de la narración. La función de este tipo de sermón es involucrar a la audiencia en la narración de tal manera que se pueda identificar con la historia y pueda experimentar el mensaje del texto. Esto se hace posible por las características particulares que tiene el fenómeno de la narración.

Las virtudes del sermón narrativo son muchas. En primer lugar, despierta el interés de la audiencia; atrae y mantiene el interés a lo largo de la presentación. Segundo, guía la imaginación de los y las oyentes, de tal manera que las imágenes, ilustraciones e ideas presentadas en el sermón sean más llamativas y reales. Tercero, el sermón narrativo da viveza a la experiencia narrada. La historia facilita que la congregación se identifique con los personajes y, por lo tanto, que «viva» la experiencia que escucha. Cuarto, la narración creativa y bien ejecutada puede darle un sabor contemporáneo a la tradición bíblica, estableciendo un puente para que quien escucha pueda salvar la distancia entre la historia bíblica y el momento actual.

Podemos decir que el propósito del sermón narrativo es que la audiencia identifique su historia, tanto personal como colectiva, con la historia que narramos. En este sentido, la predicación narrativa trasciende los detalles de la historia bíblica que podamos narrar. En este tipo de predicación proclamamos una «historia compartida» donde se entrelazan la historia bíblica, la historia de la Iglesia, la historia personal de quien predica y la historia personal de cada oyente.

Cómo diseñar el sermón narrativo

Podemos crear sermones narrativos siguiendo la estructura de un cuento corto. Como es bien sabido, un cuento corto tiene cuatro partes principales.

  • Marco escénico: En esta sección se presentan tanto los personajes como el problema o discrepancia que da pie a la acción.
  • Trama: Aquí encontramos el desarrollo de la acción. En esta parte la tensión narrativa aumenta a medida que los hilos narrativos se entrelazan y la situación se va complicando.
  • Punto culminante o «climax»: Este es el momento donde la tensión narrativa llega a su punto más alto. Desde este momento, comenzamos a vislumbrar el desenlace de la situación.
  • Desenlace: En este punto la tensión narrativa se disipa y la situación problemática comienza a resolverse.

El bosquejo más efectivo para predicar el sermón narrativo es el que reproduce la estructura del cuento corto. En lugar de comenzar con una introducción similar a la del sermón tradicional, empieza indicando el marco escénico de la historia. En vez de emplear «puntos» en el desarrollo del sermón, tiene una sección donde narra la trama y otra donde presenta el punto culminante de la historia. Finalmente, en vez de una conclusión, cuenta el desenlace de la historia.

Por lo tanto, el bosquejo del sermón narrativo luce de la siguiente manera:

  • Marco escénico
  • Trama
    • Episodio #1
    • Episodio #2 
    • Episodio #3
  • Punto culminante 
  • Desenlace

El elemento más importante de la historia es la trama. Es crucial describir adecuadamente cómo la historia central se complica, afectando a todos los personajes. Por eso, podemos afirmar que toda historia presenta uno o más problemas que deben ser resueltos. Si tomamos esta idea como punto de partida, podemos desarrollar sermones narrativos que comiencen describiendo un problema que necesita solución.

Dicho problema o discrepancia se complica a medida que avanza la historia. En el punto culminante de la historia se presentan nuevas perspectivas sobre el problema. El sermón termina narrando cómo se soluciona el problema. 

Sobre el sermón narrativo, en Prediquemos
Prediquemos

Podemos bosquejar este tipo de sermón de la siguiente manera:

  • Identifique el problema
  • Explique el problema, narrando los distintos episodios de la historia
    • Episodio #1
    • Episodio #2
    • Episodio #3
  • Ofrezca una nueva perspectiva sobre el problema
  • Solucione el problema 

Aunque lo ideal es tomar historias bíblicas como base para nuestros sermones, también podemos usar otras historias, que no se encuentran en la Biblia, como imágenes centrales del sermón. Esta variante narra episodios de la historia de la Iglesia, de la historia contemporánea o de la historia personal de quien predica con el propósito de ilustrar una doctrina cristiana o la idea central de un pasaje bíblico. Además, debe ser una historia impresionante y pertinente. Claro está, la dificultad con este tipo de sermón estriba en encontrar una historia extraordinaria que cumpla con todos los requisitos mencionados anteriormente. 

En este tipo de sermón, los comentarios que interpretan y contextualizan la historia se ofrecen a lo largo de la narración. La idea es entremezclar estos comentarios con la narración, de manera que su significado sea evidente. El mensaje central de la historia se presenta hacia el final del sermón, sea en el punto culminante o en el desenlace de la historia.

Conclusión

Esperamos que estas ideas les ayuden a diseñar sermones narrativos que exploren el mensaje de las muchas historias que encontramos en las Sagradas Escrituras. 

Vea varios modelos de sermones narrativos
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¿Qué es la predicación bíblica?

¿Qué es la predicación bíblica? ¿Cómo definirla? ¿Cuáles son los criterios que determinan cuán bíblico es un sermón? En este ocasión trataré el tema de la predicación bíblica. En primer lugar, presentaré una definición general del concepto. En segundo lugar, pasaré a discutir con más detalle los elementos que le dan carácter bíblico a la predicación. (1)

I. Definición

De primera intención, la frase «predicación bíblica» parece redundante. La predicación cristiana es, ante todo, la presentación del Evangelio en fidelidad a las Sagradas Escrituras. De este modo, podemos concluir que todo sermón debe ser «bíblico», en algún grado. Sin embargo, a través de la historia los estudiosos de la homilética han identificado dos estilos básicos de predicación: la bíblica y la temática.

A. La predicación bíblica

La predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida para el sermón una porción bíblica. El propósito de este tipo de predicación es interpretar el mensaje del texto para los y las oyentes de hoy. Tradicionalmente, se han identificado tres tipos de sermones bíblicos: (2)

1. El sermón textual

Este tipo de sermón comenta frase por frase uno o dos versículos de la Biblia. El texto bíblico provee tanto la idea central del sermón como las divisiones de su desarrollo. (3) Un ejemplo de este tipo de sermón sería una presentación de tres puntos basada en Juan 3.16.

Idea central: Dios desea salvar a la humanidad.

Puntos a desarrollar: 

  • El motivo de la Salvación: «De tal manera amó Dios al mundo…»
  • El mediador de la Salvación: «…que ha dado a su hijo unigénito…»
  • El propósito de la Salvación: «…para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.»
2. El sermón expositivo

Este sermón es el que, fundamentado en una unidad literaria de la Biblia, presenta un aspecto del mensaje del texto. Digo «aspecto» porque nadie puede explicar todo el significado de un pasaje bíblico; nadie puede ponderar todo el peso teológico de una porción de las Sagradas Escrituras en un solo sermón. (4)

La extensión del pasaje bíblico no es lo importante en este caso; lo importante es que el sermón presente algunos de los muchos temas que sugiere el texto. Por ejemplo, La Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10.25-37) sugiere una larga lista de temas: el significado de ser prójimo, la responsabilidad social de la iglesia, nuestra actitud hacia aquel que consideramos como «otro», el peligro del legalismo religioso, y el amor de Dios por el marginado, entre otros. Un sermón expositivo sobre esta parábola enfocaría en solo una de esas grandes ideas que presenta el texto, dejando los demás temas como semilla para futuros sermones.

3. El sermón narrativo

En este tipo de sermón la persona que predica comunica el mensaje del Evangelio por medio de la narración de una historia bíblica. (5) Al hacerlo, la historia cobra vida ante nuestros ojos y el mensaje del texto se vuelve evidente. En realidad, es un estilo de predicación muy sencillo. Se presta, en particular, para sermones evangelísticos, para comunicar el Evangelio a la juventud y para predicar a la niñez. 

Tomemos, por ejemplo, el relato de la Curación del Leproso en Marcos 1:40-45. Un buen sermón narrativo de propósito evangelístico nos llevará a comprender tanto el sufrimiento del leproso como el amor de Jesús. Al oír la historia nos involucramos en la misma y de pronto comprendemos que el leproso nos representa. Usted y yo estamos tan necesitados como el leproso. Sólo Jesús puede tocarnos, dejarnos limpios y restaurarnos a una vida plena.

B. La predicación temática

La predicación temática parte de un tema o asunto de interés general, una doctrina o un episodio de la historia de la Iglesia. (6) Hace una reflexión sobre el tema a la luz del mensaje de la Biblia y del pensamiento cristiano. El propósito de este tipo de predicación es, principalmente, didáctico, pues busca que la congregación aprenda más sobre el tema, tome conciencia de la importancia del mismo y actúe a base del conocimiento adquirido. Podemos identificar dos variantes básicas del sermón temático:

1. El sermón doctrinal

Este tipo de sermón presenta algún aspecto importante de una doctrina de la fe cristiana. Es decir, presenta un punto central del cristianismo tal como la necesidad de salvación, las consecuencias del pecado o los frutos del Espíritu Santo. Como indicamos anteriormente, su propósito es educativo.

2. El sermón sobre problemas sociales

El sermón sobre problemas sociales presenta una reflexión bíblica y teológica sobre un tema de actualidad que afecta a la comunidad de la cual formamos parte. Algunos temas pertinentes en nuestro contexto serían la discriminación racial, la violencia doméstica o el militarismo. 

El enfoque básico de este tipo de sermón es teológico, puesto que la Biblia dice muy poco sobre nuestros problemas actuales. Es decir, nuestra sociedad confronta problemas tales como el aborto, la contaminación ambiental y el calentamiento global, que la Biblia no trata directamente. Por lo tanto, no existen textos bíblicos que contenga la frase «calentamiento global». Sin embargo, encontramos porciones bíblicas que nos llevan a reflexionar sobre el impacto negativo que tiene el pecado en el medio ambiente, como Romanos 8.18-24. Esta podría ser la base para un sermón sobre la responsabilidad del creyente hacia la naturaleza.

Como vemos, el sermón sobre problemas sociales entra en el área de la ética cristiana y, por lo tanto, su propósito oscila entre la formación espiritual y el desafío profético que llama a la acción. 

II. Criterios

Anteriormente, indicamos que la predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida un pasaje de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, esto es sólo el primer paso. Para ser verdaderamente bíblico, un sermón debe tener ciertas características adicionales.

La idea central de este escrito es: La predicación bíblica ocurre cuando el contenido, la función y la forma del texto moldean el contenido, la función y la forma del sermón. (7) En otras palabras, la predicación es bíblica cuando el sermón está diseñado en forma coherente con el pasaje bíblico que le sirve de base. (8) A continuación comentaremos brevemente los elementos que hacen «bíblica» la predicación.

A. Contenido

Un sermón es bíblico cuando su contenido corresponde al contenido del texto que le sirve de base. En otras palabras, un sermón ofrece una interpretación válida del texto bíblico. Para poder interpretar adecuadamente el contenido de un pasaje bíblico es necesario prestar atención a tres elementos importantes:

  1. El contexto social e histórico: ¿En qué época fue escrito el texto? ¿Qué comunidad lo produjo? ¿A qué comunidad o persona en específico fue dirigido? ¿Cuál era la situación social e histórica de estas comunidades religiosas?
  2. El mensaje: ¿Qué dice el texto? ¿Cuál es su argumento? ¿Cuáles son las ideas y los conceptos teológicos clave  del pasaje? ¿Cómo podemos interpretar esta porción en forma valida? ¿Cuál es el mensaje del texto para nosotros hoy?
  3. El estilo literario: ¿Es un texto narrativo, poético o discursivo? ¿Qué imágenes literarias usan? ¿Qué elementos del texto deben interpretarse en manera figurada?

Cuando no se presta la atención debida a estos elementos, surgen interpretaciones erradas. ¡Así hay quienes toman literalmente un texto poético del Antiguo Testamento, como Eclesiastés 9:8, y andan siempre vestidos de blanco!

B. Función

Un sermón es bíblico cuando su función corresponde a la función del texto que le sirve de base. Es decir, un sermón bíblico logra en la audiencia un efecto similar al que logra el texto.

Los pasajes bíblicos han sido escritos con diversos propósitos. Un texto puede consolar, exhortar, desafiar, edificar, llamar a la fe, etc. Quien desea predicar de manera «bíblica», debe aprender a discernir el propósito del texto bíblico y procurar que su sermón tenga un propósito similar. Por ejemplo, el libro de Apocalipsis fue escrito para consolar a la comunidad cristiana que sufría opresión de parte del Imperio Romano. (9) El propósito del texto es dar aliento a la audiencia, llamándola al compromiso con el Dios amoroso y liberador que se ha revelado en Jesucristo. Un sermón sobre Apocalipsis debe tener, pues, el propósito de consolar a la Iglesia, dándole esperanza para el futuro. Un sermón basado en Apocalipsis que provoque miedo en los oyentes traiciona la función del texto.

C. Forma

Un sermón es bíblico cuando su forma corresponde a la forma del texto que le sirve de base. Dicho de otro modo, un sermón bíblico toma en cuenta la estructura literaria de la porción bíblica que le sirve de base.

La estructura de un texto bíblico es muy importante. Recordemos que es imposible separar la forma del contenido. Por lo tanto, es imposible separar la estructura del texto de su mensaje. Por esta razón, por regla general, el estudio de la estructura literaria de un texto bíblico aclara el contenido.

Por ejemplo, si leemos las parábolas de Jesús notaremos que casi todas tienen un final sorpresivo: El esposo llega cuando menos lo esperan (Mateo 25.10); el samaritano se compadece del judío herido (Lucas 10.33-35); y el publicano es justificado antes que el fariseo (Lucas 18.14). Todo esto habla de la sorpresa que causa la revelación de Dios en Cristo, ya que en el Reino de Dios todo es novedoso. Aquí vemos claramente cómo la forma y el contenido de un texto bíblico van de la mano. Por esta razón, un sermón sobre una parábola que tenga un final sorpresivo será más claro e impactante que un sermón con un final tradicional.

III. Conclusión

En resumen, afirmamos que la predicación es verdaderamente bíblica cuando el sermón es un reflejo fiel del contenido, la función y la forma del texto que le sirve de base. (10) La tarea, pues, de quien predica es dejar que Dios hable a través de la exposición del mensaje bíblico. Sólo entonces quienes escuchen el mensaje tendrán la oportunidad de encontrarse con el Señor de la Vida por medio de la proclamación de la Palabra de Dios.

Notas bibliográficas
  1.  He tratado algunos temas relacionados a este, tales como la interpretación bíblico para la predicación, en Principios de predicación(Nashville: Abingdon Press, 2003); y en La predicación en el Siglo XXI (Barcelona: Editorial CLIE, 2009). Para consideraciones teológicas sobre la hermenéutica hispana, véase a Pablo A. Jiménez & Justo L. González, Manual de homilética hispana (Barcelona: Editorial CLIE, 2006). 
  2.  Para una introducción más detallada a los distintos tipos de sermones véase Principios de predicación, capítulos 7 al 10 y apéndices A al D. 
  3.  Véase a Clarence S. Roddy. «La clasificación de sermones» en Diccionario de la teología práctica: Homilética, editado por Roberto G. Turnbull. (Grand Rapids, Michigan: Subcomisión Literatura Cristiana de la Iglesia Cristiana Reformada, 1976, 20).
  4.  Los textos bíblicos no tienen un solo tema ni un solo significado. Por el contrario, cada pasaje bíblico levanta toda una serie de diversos asuntos. Esto es lo que ha sido llamado por los intérpretes de la Biblia el problema de la polisemia. Para abundar más sobre este tema consulte el libro de José Severino Croatto, Hermenéutica Bíblica. (Buenos Aires: La Aurora, 1984).
  5.  La predicación narrativa ha sido estudiada, mayormente, en los Estados Unidos de Norteamérica. Para una introducción a este tema vea el panfleto de Gilbert L. Bartholomew, Narrative Preaching (Nashville: Disciples Resources, s/f). Para un tratamiento más extenso y variado consulte el libro editado por Edmund A. Steimle, Morris J. Niedenthal y Charles Rice, Preaching the Story (Philadelphia: Fortress Press, 1980). Para un comentario sobre la importancia de la predicación narrativa en las comunidades Afro-Americanas de los Estados Unidos, véase a James Earl Massey, Designing the Sermon: Order and Movement in Preaching.(Nashville: Abingdon Press, 1980), 35-49 y a Henry H. Mitchell, Black Preaching (New York: Harper and Row, 1970), 132-147 y 169-172.
  6.  William J. Carl III, Preaching Christian Doctrine (Philadelphia: Fortress Press, 1984), 9.
  7.  Para un comentario más amplio sobre el tema, consulte a Leander E. Keck, The Bible in the Pulpit: The Renewal of Biblical Preaching(Nashville: Abingdon Press, 1980), 100-137, passim. Vea, además, a Elizabeth Achtemeier, Creative Preaching: Finding the Words (Nashville: Abingdon Press, 1980), 61.
  8.  Don M. Wardlaw, «Shaping sermons by the context of the text», en Preaching Biblically: Creating Sermons in the Shape of Scripture,editado por Don M. Wardlaw. (Philadelphia: The Westminster Press), 61-62.
  9.  Vea, por ejemplo, Ap. 1:17; 5:5; 7:14-18; 11:15; 12:10-11; 19:1-8 y 21:3-4. Consulte, además, el comentario de G.S. Gorhulho y A.F. Anderson, No tengáis miedo: Actualidad del Apocalipsis (Madrid: Ediciones Paulinas, 1981). Para un tratamiento más académico, donde se utiliza el análisis sociológico y una hermenéutica liberadora, vea a Elizabeth Schussler Fiorenza, The Book of Revelation: Justice and Judgment(Philadelphia: Fortress Press, 1985).
  10.  Para profundizar en el tema de la predicación bíblica, consulte La Biblia para la predicación (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, 2012).

Ficha bibliográfica

Si desea citar este escrito en un ensayo académico, puede usar el siguiente formato:

Jiménez, Pablo A. «¿Qué es la predicación bíblica?» Disponible en: https://www.drpablojimenez.com/2019/05/14/que-es-la-predicacion-biblica-2/

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Mujer Virtuosa (Proverbios 31.10-31)

Mujer virtuosa es un manuscrito o bosquejo de un sermón listo para predicar, apropiado para el día de las madres, por el Dr. Pablo A. Jiménez.


Texto: Proverbios 31:10

Tema: La mujer que tiene fe en Dios llega a ser verdaderamente virtuosa.

Área: Desarrollo espiritual

Propósito: Invitar a la audiencia a pensar en las características de la mujer virtuosa.

Diseño: Sermón de ocasión especial

Lógica: Inductiva

Introducción

«Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas», así comienza una de las porciones más hermosas de las Sagradas Escrituras. Se encuentra al final del libro de los proverbios, en el capítulo 31, a partir del versículo 10 y hasta el 31. Es un poema en forma de acróstico, donde cada una de las líneas comienza con una palabra que sigue el orden del alfabeto hebreo

La pregunta retórica apunta a una gran verdad, la virtud no abunda en nuestros medios. La gente tiende a vivir «a tontas y a locas», sin ponderar las consecuencias de sus actos. La persona simple termina viviendo para comer y comiendo para vivir. Se levanta y se acuesta pensando sólo en las necesidades físicas de hoy, sin sopesar las consecuencias de su conducta para el mañana.

Por eso es importante buscar y valorar la virtud. 

Por eso el poeta bíblico afirma el valor de la mujer. 

Por eso firma que una mujer virtuosa vale más que las piedras preciosas. 

Las características de la mujer virtuosa 

El poema comienza afirmando a la mujer con una palabra que puede ser traducida de varias maneras: virtuosa, capaz y noble (v. 10).

Después de afirmar el valor de la mujer, la palabra divina procede a describir las características de una mujer virtuosa. La mujer descrita en esta porción se distingue por su piedad y por sus buenos sentimientos. Además, es una mujer casada, de cierta posición social y con habilidades para el comercio. 

El texto comienza destacando la hermosa relación que la mujer virtuosa tiene con su esposo. Es una relación de confianza y mutualidad, pues el esposo sabe que su esposa siempre hace el bien. El texto dice:

(11) El corazón de su marido confía en ella

y no carecerá de ganancias. 

(12) De ella recibe el bien y no el mal

todos los días de su vida. 

¡Cuán hermoso es tener una relación basada en la mutua confianza! ¡Cuán hermoso es saber que nuestra pareja sólo nos hará el bien!

El texto pasa a describir la industria de esta mujer. 

(13) Ella busca la lana y el lino,

y trabaja gustosamente con sus manos. 

(14) Es como la nave del mercader,

que trae su pan desde lejos. 

(15) Siendo aún de noche, se levanta

para dar la comida a su familia

y la ración a sus criadas.

(16) Considera la heredad y la compra,

y con sus propias manos planta una viña. 

(17) Se ciñe firmemente la cintura

y esfuerza sus brazos. 

(18) Ve que van bien sus negocios;

su lámpara no se apaga de noche. 

(19) Aplica sus manos a la rueca

y sus dedos manejan el huso. 

Y,

(21) No teme por su familia cuando nieva,

porque toda su familia va vestida de ropas abrigadas. 

(22) Ella se teje los tapices,

y de lino fino y de púrpura es su vestido. 

Además, 

(24) Teje telas y las vende,

y provee de cintas al mercader. 

Aquí debemos reconocer que esta mujer se aparta de la norma del mundo antiguo. La inmensa mayoría de las mujeres del pasado no tenían oportunidades de estudio o de trabajo. La industria y el comercio se veían como campos donde sólo los hombres podían transitar. 

Sin embargo, esta mujer tiene varios negocios: hace ropa, teje tapices y hasta compra y vende propiedades. Repito, esto no era común en el mundo antiguo. 

Lo interesante es que su interés comercial no empañó su corazón. Por el contrario, de acuerdo al v. 20, la mujer virtuosa «alarga su mano al pobre; extiende sus manos al menesteroso».

Los valores de la mujer virtuosa

En la próxima sección podemos ver que esta mujer goza de una posición social muy alta. El v. 23 dice: «Su marido es conocido en las puertas de la ciudad,cuando se sienta con los ancianos del país». Esta es una referencia a una práctica muy antigua, donde los hombres más prominentes de la ciudad–los líderes de los clanes familiares–se sentaban a la puerta de la ciudad para discutir el futuro de la ciudad y para juzgar los casos legales que el pueblo les presentaba. 

Esto es lo que vemos en el capítulo 4 del libro de Ruth, cuando Booz acude a la puerta de la ciudad donde un improvisado tribunal decide quién tiene derecho a casarse con la viuda moabita (4:1-12).

Por lo tanto, la mujer virtuosa de Proverbios 31 es la esposa de un hombre importante; equivalente a alcalde o un legislador. Esto presenta un gran peligro para quienes leemos, estudiamos y exponemos este pasaje bíblico. Corremos el peligro de pensar de pensar que sólo las mujeres casadas, adineradas y prominentes son verdaderamente virtuosas.

Y esto sería un grave error. El valor de esta mujer no depende de su dinero, de su posición social o del trabajo de su esposo. Lo que distingue a esta mujer es su fe en Dios y los valores que se derivan de su fe. Por eso, los vv. 25 al 27 destacan su fuerza, su honor, su confianza, su sabiduría, su clemencia y su dedicación. 

(25) Fuerza y honor son su vestidura,

y se ríe de lo por venir. 

(26) Abre su boca con sabiduría

y la ley de la clemencia está en su lengua. 

(27) Considera la marcha de su casa

y no come el pan de balde. 

Conclusión

El texto termina enfocando precisamente en la fe y en los valores que distinguen a este mujer. Su valor es tal que su propia familia la alaba diciendo: 

(28) Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,

y su marido también la alaba: 

(29) «¡Muchas mujeres han hecho el bien,

pero tú las sobrepasas a todas!». 

Y el texto concluye con una advertencia que hoy, en nuestra cultura de la celebridad, cobra una importancia crucial: 

(30) Engañosa es la gracia y vana la hermosura,

pero la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. 

(31) ¡Ofrecedle del fruto de sus manos,

y que en las puertas de la ciudad la alaben sus hechos! 

En resumen, lo que hace a una mujer verdaderamente virtuosa es su fe en Dios. Y este mensaje es una «buena noticia» para todas las mujeres en nuestro entorno:

  • Las casadas y las solteras;
  • Las viudas y las divorciadas;
  • Las madres y las que nunca han tenido hijos o hijas;
  • Las que gozan de posición social y las de condición humilde;
  • Las que tienen títulos universitarios y las que no tuvieron oportunidades de estudio;
  • Las que tienen negocios y las que son amas de casa;
  • Las jóvenes y las ancianas.

El mensaje para todas ustedes es el mismo: «La mujer que honra al señor es digna de alabanza» (Prov. 31:30 DHH).

Mujer virtuosa 
Proverbios 31
Día de las Madres
Vea otros sermones para el Día de las Madres

Siete elementos que matan las Iglesias

Las Iglesias en deterioro corren el peligro de cerrar sus puertas pronto. En gran parte, esto se debe a dos condiciones negativas. Por un lado, viven enamoradas de su pasado, que se ha convertido en un “héroe” para la feligresía. Por otro lado, han abandonado la evangelización y el discipulado.

En lugar de enseñar las disciplinas espirituales a los nuevos creyentes, estas congregaciones les enseñan las “Las cuatro P’s”: 

  1. A preocuparse por la PROPIEDAD (el templo, las instalaciones y los terrenos de la Iglesia).
  2. A apoyar el PROGRAMA tradicional de la Iglesia, rechazando todo tipo de actualización, modificación o cambio.
  3. A conocer la POLITICA de la Iglesia local y de la denominación, prestando atención a la elección de quienes han de servir en distintos puestos de autoridad.
  4. A supervisar al PERSONAL, particularmente a la figura pastoral, a quien consideran como una empleada de la congregación. Esto implica que el liderazgo laico de la Iglesia tiene un rol de supervisión sobre el pastor o la pastora.

A estos cuatro elementos se unen tres más:

  1. La HERENCIA, recalcando la importancia de conocer la historia de la Iglesia local, los nombres de feligreses fallecidos, los nombres de quienes donaron propiedades o terrenos, etc.
  2. La HIMNODIA CLASICA, afirmando que los himnos tradicionales son superiores a los cánticos contemporáneos. Esto puede causar una “guerra de adoración” en la congregación, obligando a la facción “perdedora” a irse de la Iglesia.
  3. Las PREFERENCIAS PERSONALES, entendidas como la insistencia en que el programa, los horarios de las actividades, el orden del culto de adoración, la música y hasta la longitud de los sermones sean del agrado de la mayoría de la feligresía. Quienes llevan mucho tiempo en la Iglesia, entienden que tienen “derechos adquiridos” y que, por lo tanto, el ministro está obligado complacerlos. 

¿Por qué afirmo que estos elementos son negativos? Son peligrosos para la vida de la Iglesia local porque miran “hacia adentro”, no “hacia afuera”. Crean condiciones donde la congregación deja de enfocarse en la misión, en la evangelización y en el discipulado, que son las prácticas que distinguen a la Iglesia de Jesucristo. Cuando la Iglesia se enfoca en sus propias preferencias y necesidades, olvida el mandato de Jesús de “Ir y hacer discípulos” (Mateo 28.19). La congregación que abandona la evangelización y el discipulado, entra en un ciclo de deterioro, crisis y, eventualmente, cierre.

¡La buena noticia es que su Iglesia local no tiene que morir! Para crecer, solo tiene que enfocarse en la misión de alcanzar a la comunidad circundante con el poderoso mensaje del Evangelio de Jesucristo, evangelizando a las personas no creyentes y discipulando a quienes reconozcan a Jesús como Señor y Salvador. 

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Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu: Séptima palabra del Sermón de Las Siete Palabras

Séptima de las Siete Palabras, para el Viernes Santo de la Semana Santa: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, por el Dr. Jiménez.

La séptima palabra es:  “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Habiendo dicho esto, expiró.” Lucas 23.46

Adquiera las Siete Palabras.

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Texto

Después de haber cumplido su obra en el mundo, ¿qué le resta a Jesús? Sólo queda invocar al Padre para ser restaurado a la gloria que tuvo con él desde “antes que el mundo existiera” (Jn 17.5).

Jesús vuelve a llamar a Dios “Padre”, en forma íntima y personal. Probablemente usó la palabra aramea “abba” para referirse a Dios en esta ocasión. Esta es la misma palabra que aparece en Romanos 8.15 y Gálatas 4.6. Este vocablo se utilizaba sólo en la intimidad del hogar, ya que implica una íntima relación de amor y cariño sentido. En este sentido, es como si Jesús llamara a Dios “papi” o “papito”, como un bebé llama a su padre.

Jesús invoca al Dios “Padre” para volver a él, para entregarle su espíritu. De este modo, se cumple la profecía del Salmo 22.8: “Se encomendó a Jehová: líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía”.

Jesús se entrega a Dios para ser restaurado, para ser reivindicado ante los ojos de los pecadores que le habían llevado a la cruz. En una palabra, Jesús se entrega a Dios para ser levantado de entre los muertos por medio del poder del Espíritu Santo.

El Galileo no quedó colgado en la cruz. Fue sepultado el viernes en la tarde, pero no resucitó hasta el domingo—día del Señor—en la mañana.

El Hijo entrega su espíritu al Padre en esperanza. Con la esperanza de resucitar de entre los muertos a una vida incorruptible. Y con su resurrección, Jesús abre el camino para toda aquella persona que cree. Y con él la iglesia tiene la esperanza gloriosa de vida abundante y eterna con su Señor. Desde ahora, nadie tendrá que morir en desesperanza. 

Al leer este relato, una pregunta surge en mi mente. ¿Tendría yo la valentía necesaria para enfrentar la muerte con tanta valentía? ¿Tendría yo la fe necesaria para enfrentar la muerte con tanta paz? ¿Podría yo expirar confiado en quedar en las manos de Dios? ¿Podría yo? ¿Podría usted?

Conclusión

El viernes es el día de la muerte. Temprano en la tarde, el cuerpo de Jesús cuelga del madero. Ha expirado; ha muerto. Ha muerto: 

Por mis pecados,

Por tus pecados,

Y por los pecados de toda la humanidad.

En sus palabras finales ha resumido su obra salvífica. Jesús nos perdona, nos ofrece la gloria, nos da una nueva familia, afirma que ahora tenemos libre acceso a Dios, se identifica con nosotros y nos da esperanza de salvación. 

Ahora sólo me resta invitarle a aceptar la invitación que Jesús nos hace desde la cruz. Jesús te invita a dejar atrás la vida vieja, a aceptar su perdón y a caminar hacia el futuro con esperanza. Jesús te invita a imaginar un nuevo futuro, dirigido hacia la vida plena que se encuentra cuando se vive en comunión con Dios. Jesús te invita. Jesús te invita.

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Consumado es: Sexta palabra del sermón de Las Siete Palabras

Sexta de las siete palabras, para el Viernes Santo de la Semana Santa: Consumado es, por el Dr. Pablo A Jiménez.

Consumado es
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Sexta palabra
Las siete palabras

La sexta palabra es: “Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: ¡Consumado es!” Juan 19.30

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Dos palabras. Nunca dos palabras habían dicho tanto como éstas. Nunca una frase tan corta había tenido un sentido tan profundo como ésta.

“Consumado es.” Esta es una declaración de victoria. La obra salvífica de Jesús estaba sellada. El mundo perdido ahora tiene oportunidad de salvación. Jesús ha obedecido al Padre hasta lo sumo y éste lo ha declarado “Hijo de Dios con poder”, como dijo el Apóstol Pedro en Hechos 2. Con obediencia perfecta, Jesús ha demostrado que el mal no es absoluto; que es posible vivir en comunión con Dios. Con su obediencia perfecta, Jesús ha llevado la humanidad hasta el seno del Padre. Ahora la humanidad tiene en Jesús un intermediario, un intercesor.

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, pero alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. – Hebreos 4.14-16

“Consumado es” es la declaración de la derrota del mal. Ya la vida ha triunfado sobre la muerte. Ya la esperanza ha triunfado sobre el dolor. Ya la justicia ha triunfado sobre el pecado. Ya Dios ha triunfado sobre el Adversario y sus huestes del mal. Ahora:

…ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo alto, ni lo bajo, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús. – Romanos 8.38-39

Pero, en un sentido más profundo, “consumado es” significa que ya no hay abismo. El grito de Jesús desde la cruz le dice al mundo que el abismo que creó el pecado entre Dios y el ser humano ya no existe. Ahora hay un punto de contacto entre la divinidad y el género humano. La cruz es el puente.

La cruz es el puente que lleva al ser humano hasta la presencia de Dios. La cruz de Jesús ha revelado la justicia divina y ahora es posible ser salvo por gracia. La salvación es, pues, don divino; regalo de vida para todo aquel que cree.

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Sed tengo: Quinta Palabra del sermón de Las Siete Palabras

Sed tengo: Quinta Palabra del sermón de Las Siete Palabras, para el Viernes Santo de la Semana Santa, por el Dr. Pablo A. Jiménez.

La quinta palabra es: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliera: ¡Tengo sed!” Juan 19.28

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La quinta palabra no puede ilustrar mejor la humanidad de Jesucristo. El crucificado no es un fantasma que aparenta sufrir en la cruz. Jesús no es una aparición que cumple una formalidad en el plan divino. Jesús de Nazaret es un ser humano verdadero. Su dolor fue tan real como el nuestro; su sufrimiento tan duro como el de cualquier otra persona.

Jesús tiene sed. Tiene sed para que se cumplan las profecías: «Y mi lengua se pegó a mi paladar» (Sal 22.15); «Y en mi sed me dieron a beber vinagre» (Sal 69.21).

Su sed es real. Es la sed de un torturado que se levanta en el árbol de la cruz en representación de todo el género humano.

Ahora bien, escondido en este episodio hay un pasaje que considero pertinente para nuestro contexto. El Evangelio de Marcos afirma que el vinagre que le ofrecen a Jesús es la cruz es vino mezclado con mirra (15.23). En el mundo antiguo, esta mezcla se hacía con el propósito de endrogar al penitente. Se le daba el brebaje para que la pena del crucificado no fuera tan amarga. Al parecer, se entendía que el vino podía ayudar al crucificado a olvidar su dolor.

¿No les parece conocido este cuadro? Nuestro país vive momentos tan amargos que muchas personas desean escapar de la realidad. Por eso tantas personas abusan del alcohol, de las drogas ilegales y de los medicamentos recetados. Están buscando medicina que cure el alma; y la están buscando en los lugares equivocados. Por eso tantas personas buscan en la música, en el baile y en el “vacilón”, la felicidad que no encuentran en sus vidas diarias. Lo que es más, por eso tantas personas buscan en la iglesia un escape para sus problemas. Estas quieren una adoración que le ayude a desconectarse del mundo; no una que les ayude a confrontar las situaciones difíciles en el nombre del Señor.

Pero el Crucificado nos enseña otro camino. Jesús no escapó de las situaciones difíciles, al contrario, “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lc. 9.51b). Aun sabiendo que en Jerusalén podría encontrar la muerte; aun sabiendo que en Sión le esperaban sus enemigos, Jesús va a la Ciudad Santa a enfrentar su futuro.

En el momento difícil de Getsemaní enfrenta la copa amarga y enfrenta la turba que viene a arrestarle. Y enfrenta estas situaciones con valentía, sin la violencia de Pedro y sin la cobardía de los discípulos que huyeron.

Después va a la cruz. Y aún allí, en el agudo dolor del madero, se niega a escapar. Se niega a tomar el vino drogado. Se niega a dejarse vencer por la cobardía. Jesús sabe que la única manera de vencer los problemas es dándoles el frente.

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Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?: Cuarta Palabra del sermón de Las Siete Palabras

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?: Cuarta Palabra del sermón de Las Siete Palabras, para el viernes santo de la semana santa.

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La cuarta palabra es: “Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: ¡Eloi, Eloi! ¿lama sabactani? (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?).” Marcos 15.34

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En este momento, llegamos al punto más profundo de la cruz: Jesús se siente desamparado por su Dios, su padre.

Este es probablemente el texto más misterioso de los siete que estamos explorando hoy. ¿Cómo es posible que Dios abandone al justo? ¿Cómo es posible que el Padre abandone al Hijo amado en el cual se complace? ¿Cómo es posible que Dios se desampare a sí mismo?

Aquí tocamos el misterio de la encarnación. Jesús, en su vida terrenal, nunca se identificó con los poderosos; nunca se identificó con los grandes de este mundo. ¡Todo lo contrario! Nació humilde, en un establo, hijo de una familia pobre. Vivió en una pequeña aldea galilea, no en la grandeza de Jerusalén. Y en el momento en que Satanás le tienta, ofreciéndole los reinos del mundo, Jesús toma una decisión.

Le dice NO a la riqueza,

Le dice NO al poder,

Le dice NO a los príncipes de este mundo.

Su opción es por otro reino, el de Dios. Entonces se lanza a predicar diciendo: “El tiempo se ha cumplido; arrepentíos y creed en el Evangelio” (Mr. 1.15).

Este nuevo reino se distingue de los reinos de este mundo porque afirma que la justicia y la paz de Dios han comenzado a manifestarse en la tierra. Y en esa manifestación, Dios viene a identificarse con el ser humano pecador y desamparado.

Por eso Jesús sana enfermos;

Por eso echa fuera demonios;

Por eso consuela al triste;

Por eso predica el evangelio a los pobres.

El reino nos llama a identificarnos con la persona perdida y desamparada.

Creo que ahora podemos comenzar a entender el significado de las palabras del Crucificado. Jesús cita el Salmo 21.1 porque vino a identificarse con el ser humano perdido; con la persona pecadora, con aquel que está separado de Dios, con quien se sabe imposibilitado de alcanzar salvación.

En este sentido, el grito de Jesús en la cruz tiene el propósito de señalar el abismo que existe entre Dios y la humanidad. Al clamar en desamparo, Jesús revela que, en el sentido más profundo de la palabra, todos nosotros somos desamparados. Todos estamos necesitados de salvación.

Por lo tanto, Jesús vino a identificarse contigo y conmigo. Su desamparo es nuestro desamparo. Su muerte es el castigo que debimos llevar tú y yo.

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De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso: Segunda de Las Siete Palabras

La segunda palabra es: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.“Lucas 23.43

Adquiera el libro del Dr. Jiménez sobre Las Siete Palabras.

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Imaginen el cuadro: el justo, el fiel, el verdadero, el santo de Dios está crucificado entre dos criminales en el monte de la calavera.

Y si digo “criminales” es por una razón justificada. La cruz era el castigo más violento y despiadado que se conocía en el mundo romano. Al crucificado se le colocaba en lo alto de una cruz para morir asfixiado por el peso de sus músculos desgarrados sobre su pecho. En la cruz, el hambre, la sed, la infección y la gangrena carcomían al condenado. Además, los judíos consideraban que cualquier persona crucificada quedaba “maldita” por la ley de Moisés (Dt. 21.22-23). Por eso le crucificaban alto, para que no contaminara la tierra. Por estas razones sólo eran crucificados los extranjeros, los sediciosos y los criminales más despiadados; porque el castigo de la cruz era algo inhumano.

Jesús es colocado en el Gólgota entre dos crucificados; es llevado a lo alto del monte de la cruz entre dos malhechores que padecían justamente, según confiesa uno de ellos (v. 41).

El cuadro es interesante. En el momento en que los tres condenados a padecer fueron elevados en sus cruces, comienza una dolorosa conversación. Uno de los criminales se burla de Jesús, sugiriéndole que se salve a sí mismo y que le salve a él también. El malhechor le pide a Jesús que haga un milagro, que llame a sus discípulos, en fin, que haga algo para detener la ejecución. Entonces entra en escena el otro criminal, quien reprende al primero por equipararse con Jesús. Después de callar a su compañero, se dirige a Jesús, hablando seguramente con gran dificultad. Este otro criminal reconoce la grandeza de Jesús y le pide “posada”; le pide humildemente que se acuerde de él cuando venga en su reino.

Si, lo oyeron bien, el primero en reconocer al Crucificado como Señor fue otro crucificado. Un marginado, desecho por la sociedad, es quien recibe la revelación divina que le permite reconocer en Jesús al Mesías prometido. A este compañero de cruz, Jesús le ofrece la esperanza de vida eterna. Y esta vida no se pospone a un futuro lejano. La vida abundante que Jesús ofrece comienza aquí y ahora.

Esta es una buena noticia para toda aquella persona que ha sufrido en la vida. Todos aquellos que han sido “crucificados” por el dolor, la pobreza, el desamor y el sufrimiento, pueden encontrar la vida plena en Jesús.

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Sermones para la Semana Santa
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Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen: Primera de Las Siete Palabras

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen es una meditación sobre la Primera de Las Siete Palabras, adecuada para la Semana Santa.

Introducción

El viernes es el día de la muerte. Temprano en la mañana, Jesús es arrestado y llevado preso ante los líderes religiosos de Jerusalén. Estos le juzgan–ilegalmente, por cierto–por los delitos de sedición y blasfemia. Poco después, el Galileo es llevado ante un gobernante cobarde—Poncio Pilatos—y ante un político corrupto—Herodes Antipas—para ser azotado, golpeado, torturado y condenado a muerte. Entonces, es presentado ante el pueblo junto a Barrabás—un criminal habitual—para que la masa escogiera uno para ser liberado. Y la turba, sedienta de sangre inocente, escoge al justo como la víctima que había de morir en la cruz.

No hay esperanza; el galileo se dirige a la cruenta muerte en la cruz. Allí, entre los clavos y el madero, encontrará la voluntad de Dios para su vida. Allí, dirá las siete “palabras”, siete frases que resumirán su obra, su trabajo, su labor en beneficio de la humanidad.

La primera palabra es: “Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Lucas 23.34

La primera frase nos revela la bondad de Jesús. En el momento de agonía y de muerte, su primera palabra es una oración dirigida—en forma personal—al Padre celestial; oración por medio de la cual intercede aún por los asesinos que le crucificaban.

Jesús llama a Dios “Padre”, hablándole en forma íntima y personal. Jesús le llama “padre” para subrayar su profunda comunión con el Creador de todo. Y en su oración al Padre, pide misericordia para sus victimarios.

Jesús intercede por aquellos soldados que se repartían sus vestidos al pie del árbol de la cruz y echaban suertes sobre su manto. Soldados que “no sabían lo que hacían” porque sólo obedecían la férrea disciplina militar del ejército romano. Sólo seguían las órdenes de Pilatos, el gobernador militar. Este había cedido a las presiones políticas de los líderes religiosos que deseaban ver muerto al profeta galileo. Por eso hoy los soldados asesinan a Jesús, considerándolo un reo más; otro condenado a muerte por el regente romano.

Jesús intercede, además, por aquellos que le condenaron. En su oración, el caminante de Nazaret intercede ante Dios por Pilatos, quien le condenó a la cruz después de una profunda lucha consigo mismo. Del mismo modo, intercede por Herodes Antipas, el desquiciado gobernante que veía a Jesús como la reencarnación de Juan el Bautista.

Jesús intercede por los fariseos y los saduceos—los líderes religiosos de la época—quienes le mataban pensando que hacían un servicio a Dios. El Maestro pide por aquellos religiosos que en su esfuerzo de salvarse a sí mismos, se encuentran de frente con Dios en la persona de Jesucristo. Lo contradictorio es que una vez encuentran al Dios encarnado, en vez de adorarle deciden asesinarle.

Jesús intercede por la masa del pueblo, por esa muchedumbre que aún hoy es llevada de un lado para otro por cualquier líder hábil que presente lo malo como bueno y lo bueno como malo (Isaías 5.20).

En fin, Jesús intercede desde la cruz por la humanidad perdida, dejando claro que esa será su labor por toda la eternidad: el representar a la humanidad ante el Padre celestial. En este sentido, Jesús intercede por ti, por mí, por todos nosotros delante de Dios. Intercede porque cuando pecamos contra Dios y el prójimo, tú y yo tampoco “sabemos lo que hacemos”.

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